La pareja, en una imagen de archivo
Gente
El refugio de Edurne y De Gea a las afueras de Madrid
A pesar de que viven en Florencia por el trabajo del futbolista, mantienen su residencia de la capital
Estar casada con un jugador de fútbol de primera división supone cambiar de residencia cada pocas temporadas. Lejos de aquellos que el primer síntoma de los fichajes es la falta de estabilidad familiar, algunos deportistas demuestran que es posible lograr un equilibrio entre vida personal y familiar. El caso de Edurne y De Gea es el mejor ejemplo.
La pareja se conoció en 2010 de la forma más casual. Ambos quisieron participar en un evento solidario de la Fundación Aladina, que les propuso grabar un villancico. La química nació en ese mismo momento y, desde entonces, no se han separado. Y eso que ya han pasado por varias ciudades. En ese momento, el futbolista ejercía como portero titular del Atlético de Madrid, pero poco meses después, fichaba por el Manchester United, mudándose a 'la ciudad lluviosa', como se la conoce popularmente.
La relación continuó a distancia y en secreto un año más, cuando decidieron hacerla pública. Sin embargo, tuvieron que pasar otro siete para que ella decidiera trasladarse a Reino Unido. «Vengo a España para trabajar. Finalmente, no ha podido ser que él esté aquí, pues ya me voy yo, no pasa nada», reconocía ella poco después.
Gracias a sus redes sociales pudimos ver –sobre todo durante los meses del confinamiento por el covid– cómo era la propiedad en la que residían. Grandes ventanales en paredes y techo y una decoración ecléctica a base de tonos blancos y negros era lo que más llamaba la atención de las imágenes, junto con el gran jardín que rodeaba toda la casa.
Sin embargo, lo que más llamaba la atención era la habitación que la cantante tenía destinada a su gran hobby. Lo lógico sería pensar que es la música y hay quien incluso esperaría que, como muchos otros, tuviese un estudio de grabación propio. Pero nada más lejos de la realidad. Edurne tenía una gran sala de juegos repleta cuyas paredes estaban repletas de sencillas baldas negras con más de 750 funkos, esas figuras coleccionables caracterizadas por sus cabezas desproporcionadas y sus grandes ojos.
«El primero fue un funko de Rapunzel, una de mis películas favoritas de Disney», explicó la artista en una entrevista en El País. «Después, otro amigo me regaló uno de Juego de Tronos. Y cuando ya tuve tres, pensé: 'Uy, qué bonitos quedan'. Investigué en internet y cuando vi que había tantas cosas de películas que me gustaban, de cantantes... No pude parar».
Edurne, con su gran afición
Con el fichaje de De Gea por la Fiorentina, tuvieron que hacer más maletas para instalarse en Florencia. Se desconoce si los funkos permanecen todavía en la casa de Manchester, si han viajado con ellos hasta Italia o si decidieron trasladarlos a la mansión que la pareja posee en Majadahonda. Aunque ahora están instalados de forma temporal en la Cuna del Renacimiento, han decidido mantener su impresionante chalet para cuando hacen pequeñas escapadas a la capital.
La vivienda se ubica en una zona residencial tranquila del municipio, un entorno caracterizado por grandes parcelas, baja densidad de edificaciones y abundante vegetación. El chalet cuenta con un jardín amplio y cuidado, uno de los elementos más representativos del hogar. El espacio exterior está configurado como un pequeño oasis doméstico: césped natural, árboles ornamentales y zonas de sombra pensadas para la vida en familia.
Su hija Yanay, en el jardín de su propiedad
La piscina privada ocupa un lugar central en la parcela y se ha convertido en uno de los rincones más habituales en las publicaciones de la artista en redes sociales. Para Edurne, según ha comentado en varias ocasiones, el exterior de la vivienda es «su lugar favorito para desconectar», especialmente en los periodos en los que regresa a Madrid tras largas temporadas en el extranjero.
No es casual que Edurne haya elegido Majadahonda para establecer su residencia madrileña. El municipio es uno de los más valorados de la Comunidad de Madrid por su calidad de vida, sus servicios y su entorno seguro y discreto. Su cercanía con la capital —a tan solo unos minutos en coche— permite combinar tranquilidad y privacidad con accesibilidad a los centros de trabajo y actividades profesionales.