
London Corresponding Society: Prospecto que anuncia una petición a la Cámara de los Comunes para la reforma parlamentaria
Picotazos de historia
La conspiración para matar al rey Jorge III con una escopeta de aire comprimido
Al médico James Parkinson le acusaron de conspirar contra el monarca. Las penas para tales crímenes variaban de la ejecución a trabajos forzados de por vida en Australia
James Parkinson era un joven médico lleno del espíritu y entusiasmo de esos nuevos tiempos. Las nuevas ideas que se habían desarrollado en la Francia revolucionaria habían llegado a Inglaterra y fueron abrazadas por muchos que anhelaban cambios, uno de ellos fue Parkinson.
Ingresó en la London Corresponding Society, organización de artesanos y trabajadores por la Reforma, y fue un activo miembro escribiendo panfletos y opúsculos en defensa de la Reforma del Parlamento y la implantación del sufragio universal. Pero también eran tiempos violentos. En Francia habían guillotinado a Luis XVI y ese año de 1795 la carroza del rey Jorge III había sido asaltada por una multitud, camino de la sesión de apertura del Parlamento.
Dos días después de estos hechos, unos individuos se presentaron en la residencia del doctor, lo sacaron de allí maniatado y lo llevaron a la calle Bow, donde se encontraba la sede de una recién creada guardia metropolitana, que sería el antecedente de los bobbies londinenses. Después de varias horas se le llevó a una sala y, para su espanto, se encontró frente a John Pitt, Lord del Sello Privado y hermano del todopoderoso primer ministro William Pitt el Joven. Se le acusaba, a él y a cuatro miembros de la sociedad a la que pertenecía, de haber planeado un atentado contra el rey. El medio para llevar a cabo tal acto sería con un dardo envenenado disparado con un fusil de aire comprimido. Las penas para tales crímenes variaban de la ejecución a trabajos forzados de por vida en Australia.
Una vez que se le dieron garantías de que su declaración no le autoincriminaría, Parkinson, se volvió de lo más colaborador. El asunto al final sería sobreseído por falta de pruebas, ya que el testigo principal de la acusación falleció antes de hacer una declaración jurada.El buen doctor aprendió la lección y se dedicó a la medicina, la geología y la paleontología. En especial hizo un magnífico trabajo describiendo una enfermedad que producía unos extraños temblores y que bautizarían con su nombre. Y es que en esas pocas horas había aprendido un montón sobre temblores.