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26 de abril de 2024

El Sitio de Malta, pintura de Egnazio Danti del siglo xvi (Museos Vaticanos)

El Sitio de Malta, pintura de Egnazio Danti del siglo xvi (Museos Vaticanos)

Picotazos de historia

El español que salvó la honra frente a la cobardía de san Clemente

Viéndose perdido Jerónimo de Hoces hizo señas a la otra galera para que continuara la huida, ellos retendrían a los perseguidores el tiempo necesario

En el anterior Picotazo les hablé del caballero de la orden de Malta fray Francisco de San Clemente y de su triste y merecido destino. Quedó incompleta en la narración de la trágica jornada, en la que la orden de los caballeros hospitalarios perdieron tres de sus cuatro galeras. La galera San Juan se rindió sin lucha, la Almiranta fue capturada y su gente presa. Las otras dos intentaron la huida. La galera Santa Ana seguía la estela de la Nuestra Señora de la Victoria perseguidas por siete galeazas ( naves mayores que las galeras pero más torpes de maniobra) musulmanas.
El comandante de la Santa Ana era el caballero fray Jerónimo de Hoces, aragonés como san Clemente pero de otra pasta como veremos. Hoces decidió hacer una maniobra arriesgada para atacar a la galeaza de cabeza, aprovechando que las naves enemigas bogaban a mucha distancia unas de otra. La mala suerte (o los nervios) hizo que se realizara con torpeza y la gran vela bastarda de la Santa Ana se enrolló en el palo de mesana dejando a la nave al pairo.
Viéndose perdido Jerónimo de Hoces hizo señas a la otra galera para que continuara la huida, ellos retendrían a los perseguidores el tiempo necesario.

El sultán no dejó de admirarse del contraste entre la furiosa defensa de la Santa Ana y la cobarde actuación de las otras dos galeras capturadas

Se dio orden de liberar y armar a los galeotes y se prepararon para enfrentarse en una desigual batalla que duraría cuatro largas horas. En ese tiempo dispararon las piezas de artillería que llevaban a bordo y se enfrentaron contra las diferentes galeazas que, sucesivamente, les abordaron. Fueron abordados por la popa, la proa y ambas bandas ( en las galeras no se les llama de babor o de estribor si no la diestra y la siniestra), siendo sobrepasada la tripulación de la nave cristiana por el numero de los asaltantes. Cuando los musulmanes lograron tomar la nave –esta nunca se rindió – 20 caballeros de la orden yacían muertos, entre ellos su valiente comandante.
Los supervivientes de la tripulación: caballeros, sirvientes y galeotes, estaban todos heridos. Nadie quedó ileso en la Santa Ana. Bastantes de ellos fallecerían a consecuencia de sus heridas en los próximos días, ente ellos los españoles Miguel Cruzat, Pedro de Cañizar, Francisco de Barragán y Diego Enriquez. El precio fue alto pero su sacrificio permitió que se salvara la otra galera.
Uluch Alí

Uluch AlíWikimedia Commons

Uluch Alí, todavía algo desconcertado por los extraños acontecimientos del día, no dejó de admirarse del contraste entre la furiosa defensa de la Santa Ana y la cobarde actuación de las otras dos galeras capturadas. Dio orden de que los supervivientes de la Santa Ana fueran tratados con respeto, alimentados y sus heridas debidamente atendidas. Este generoso comportamiento no se aplicaría al resto de los cautivos. Uluch Alí volvió triunfante a Argel y, desde allí, envió como obsequio al Sultán la galera Santa Ana y a todos los caballeros cautivos. Entre estos últimos se encontraba otro compatriota nuestro. Poco se sabe de su vida, ni siquiera hay certeza de su fecha de nacimiento. Era salmantino, de unos treinta y cinco años de edad y se llamaba Diego Brochero de Paz y Anaya y pasaría los siguientes cinco años de su vida engrilletado al remo de una galera turca y forzado a remar. Algo a lo que hacía falta una constitución y voluntad de hierro para sobrevivir. Brochero demostró que lo tenía y en el siguiente picotazo les relataré lo que aconteció cuando recobró la libertad.
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