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28 de abril de 2024

Retrato de Cai Lun

Retrato de Cai Lun

Picotazos de historia

Este es el mayor héroe de la humanidad y nadie sabe quién es

En China, desde hacía bastante tiempo, se conocía la técnica y lo fabricaban a partir de tiras de bambú remojadas y tratadas para dar lugar a la pulpa o pasta. Cai Lun se puso a investigar buscando mejorar la calidad del papel y abaratar el proceso. Y lo consiguió

Si les digo que se llamaba Cai Lun (62 – 121 d.C.) y que nació en la actual ciudad de Laiyang, prefectura de Yantai provincia de Shandong, es seguro que les sonara a chino. Y habrán acertado pues chino fue y de chinos se trata.
Cai Lun nació en el seno de una familia pobre. Con trece años se presentó y aprobó los rigurosos exámenes para ingresar en el funcionariado del Emperador, cosa que hizo tras someterse a un pequeño requisito innegociable e ineludible: la castración.
Durante sus muchos años de servicio probó ser un funcionario leal, cauteloso, eficiente y trabajador, por lo cual le fueron encargados cometidos de, cada vez, mayor responsabilidad. El texto clásico Libro de la biografía del eunuco de la dinastía Han nos detalla los puestos y las situaciones a las que se enfrentó. Es en torno al año 100 d. C. que fue nombrado supervisor de la producción de artículos para la corte imperial. Es en el desempeño de estas funciones que entra en contacto con los medios y fórmulas de producción llamándole la atención la fabricación de papel. En China, desde hacía bastante tiempo, se conocía la técnica y lo fabricaban a partir de tiras de bambú remojadas y tratadas para dar lugar a la pulpa o pasta. El papel resultante era de una calidad regular y el proceso se encarecía por los materiales utilizados. Cai Lun se puso a investigar buscando mejorar la calidad del papel y abaratar el proceso. Y lo consiguió.
Proceso de fabricación del papel ideado por Cai Lun

Proceso de fabricación del papel ideado por Cai Lun

Unos años después de su nombramiento Cai Lun dio con una fórmula que produjo excelentes resultados. El supervisor utilizó cortezas de árboles, las cabezas de las plantas del cáñamo, trapos y redes viejas y el resultado fue un papel de una calidad muy superior a una mínima fracción del coste del anterior.
En el primer año del reinado del Emperador He de la dinastía Han (105 d.C.) Cai Lun informó al Emperador sobre los resultados de sus investigaciones. Este se mostró muy complacido y fomentó la producción del barato papel Cai Lun, pues a partir de ese momento se llamaría así. De esta manera el papel se transformó de un bien escaso y de lujo en un objeto de uso común.

De esta manera el papel se transformó de un bien escaso y de lujo en un objeto de uso común

Cai Lun prosperó mucho, alcanzó grandes honores y riquezas pero medrar en la corte era vivir en peligro. Cuando cayó en desgracia, algo inevitable en el enrarecido entorno del palacio imperial, eligió el suicidio por envenenamiento. Pero su legado es gigantesco.
A Cai Lun se le considera el inventor del papel ya que gracias a su fórmula se abarató la producción y se hizo accesible. Se promovió la copia de libros y su difusión, el leer y escribir se generalizó. Con el correr del tiempo la técnica de su fabricación se difundió. Llegó a Corea y Vietnam en el siglo IV d.C.; en el 610 d.C. el príncipe Sholoku –regente de Japón– tuvo un maestro en la fabricación de papel. En el 751 un grupo de árabes capturó una caravana de artesanos de papel que se desplazaban a otra ciudad y los instalaron en Samarkanda. En el año 794 había una fábrica de papel en Bagdad, en el siglo XII lo encontramos por primera vez en la península ibérica, en el XIII está en la península italiana, en el XIV en Francia y Alemania...
La invención de Cai Lun ha sido una de las creaciones más importantes y decisivas de la historia de la humanidad. Nuestra deuda con él es tan enorme que jamás –repito, jamás– podremos mostrar suficiente agradecimiento y devoción por este bienhechor de la humanidad. Al contrario, el 99,99 % de la humanidad no tiene ni idea de quién fue, de lo que hizo y, lo que es peor, les importa un rábano ya que ellos no han leído un libro. ¡Ni ganas!
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