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18 de mayo de 2024

El ejército israelí en el Sinaí durante la guerra de 1967

El ejército israelí en el Sinaí durante la guerra de 1967

La Guerra de los Seis Días en 1967: victoria apabullante de Israel

En menos de una semana, el Estado hebreo aplastó a Egipto –al que dejó sin el Sinai–, a Siria –que perdió los Altos del Golan– y a Jordania, que perdió Jerusalén Este y Cisjordania

«Fueron los 45 minutos más largos de mi vida», contaba a todo aquel que quisiera oírle el general Mordejai Hod, a la sazón jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Israelí, al mencionar los fatídicos tres cuartos de hora de la mañana del 5 de junio de 1967: durante ese periodo de tiempo solo dispuso de 12 aviones para defender al Estado hebreo. Pero sus temores se disiparon en apenas dos horas, lo que tardaron los cazas y bombarderos israelíes en aniquilar a la práctica totalidad de la aviación egipcia, a la que ni siquiera permitieron despegar de sus bases.
La táctica de los vuelos por sorpresa y a baja altitud surtió el efecto deseado y abrió el paso para la conquista del Sinaí. Egipto estaba fuera de combate –el mariscal Abdel Hakim Amer pronto ordenó la retirada de sus tropas tras el rápido fracaso de la contraofensiva; decisión que pagó, tres meses después, con una muerte por envenenamiento– y el rais Gamal Abdel Nassser, padeció una humillación política de la que no se repuso. De Egipto a Jordania: en las semanas que precedieron el inicio de las hostilidades, Israel advirtió encarecidamente al Rey Hussein de que involucrara a su país en el conflicto. No tenía nada que ganar.
Mas el monarca hachemita cedió a los cantos de sirena de la «solidaridad árabe». Craso error: en la mañana del 7 de junio, pese algunos destellos de las tropas jordanas, Israel se hacía con el control del Viejo Jerusalén. Ver, hacia el mediodía, a los generales Moshe Dayan, Uri Zarkiss, artífice de la exitosa maniobra, al rabino castrense y al alcalde de Jerusalén Oeste –asignada a Israel en 1948– rezar en el Mont del Templo se asemejaba más al cumplimiento de un mandato bíblico que al de un objetivo estratégico. Las consecuencias de tan simbólica conquista –completada en las horas siguientes por la de Cisjordania y Gaza– han sido devastadoras: la suerte de Jerusalén es uno de los principales escollos para una paz duradera en Oriente Próximo.
Invasión del Sinaí durante la Guerra de los Seis Día

Invasión del Sinaí durante la Guerra de los Seis Día

El tercer frente de la Guerra de los Seis Días era el sirio: hasta el 9 de junio, los combates en la frontera sirio-israelí se limitaban a bombardeos sirios. Sin embargo, aquel día, tras interceptar un telegrama que le convenció de que los soviéticos no tenían intención de intervenir, Dayan decidió lanzar al ejército israelí a la conquista de los Altos del Golán. Esta meseta representaba una importante altura estratégica para Israel. Como Siria era aliada de la Unión Soviética, el ejército israelí sólo dispuso de unas horas para avanzar antes de que la URSS y Estados Unidos impusieran un alto el fuego.
Los combates del 9 de junio produjeron resultados desiguales: los sirios perdieron sus posiciones avanzadas al final de la tarde, pero la penetración israelí siguió siendo limitada. El 10 de junio, el Estado Mayor sirio, temiendo un movimiento de circunvalación israelí a través de la llanura de la Bekaa hacia Líbano, ordenó la retirada de sus tropas de los Altos del Golán para construir una línea de defensa alrededor de Damasco. El ejército israelí se precipitó entonces sobre el espacio liberado. Ahí sigue 56 años después.
La escalada hacia el conflicto regional se produjo en mayo de 1967. Al imponer el cierre del estrecho de Tirán (entre el golfo de Aqaba y el mar Rojo), Egipto bloqueó la ruta de acceso al puerto israelí de Eilat. Antes, Nasser ordenó a sus hombres que volvieran a ocupar el Sinaí, desmilitarizado desde hacía diez años, y exigió la salida de la fuerza internacional allí desplegada.
La euforia antiisraelí se extendió rápidamente por todo el mundo árabe. El Jefe del Estado Mayor israelí, el general Isaac Rabin (futuro Primer Ministro), explicó al Consejo de Ministros que el país no tenía más remedio que atacar sin demora para evitar ser barrido. Lo evitó.
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