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Fresco que representa a un gladiador luchando contra un león

Fresco que representa a un gladiador luchando contra un león

Hallan la primera prueba de que hubo combates entre leones y gladiadores romanos

«Este descubrimiento proporciona la primera evidencia física directa de que tales eventos tuvieron lugar, transformando la percepción que teníamos de la cultura del entretenimiento romano en la región», afirma uno de los investigadores

Durante las excavaciones en el cementerio de Driffield Terrace, cerca del centro de York (Reino Unido), un equipo de arqueólogos ha identificado marcas de mordeduras en un esqueleto de 1.800 años de antigüedad de la Britania romana. Los expertos sugieren que los restos podrían pertenecer a un gladiador que fue atacado por un gran felino como el león, un animal capaz de matar a un ser humano, según detallan en un artículo publicado en la revista PloS One.

Combates en la arena

El combate entre gladiadores era , sin duda, el gran espectáculo del Mundo Antiguo. Una lucha a muerte que también podía enfrentar a gladiadores y animales, ya fuesen grandes felinos, osos, elefantes, o jabalíes. Son muchas los textos históricos que dan cuenta de ello, así como artefactos e incluso mosaicos antiguos.

Sin embargo, apenas se ha conservado evidencia esquelética de combates de gladiadores y entre los hallados, ninguno mostraba signos claros de un ataque animal. Por ello, «este descubrimiento proporciona la primera evidencia física directa de que tales eventos tuvieron lugar, transformando la percepción que teníamos de la cultura del entretenimiento romano en la región», afirma Tim Thompson, profesor de la Universidad de Maynooth (Irlanda) y uno de los responsables del estudio.

Los restos fueron descubiertos en un yacimiento que se considera el único cementerio de gladiadores romanos bien conservados del mundo, según detalla el estudio. «Las marcas de mordeduras fueron hechas probablemente por un león, lo que confirma que los esqueletos enterrados en la necrópolis eran gladiadores y no soldados o esclavos, como se pensó inicialmente, y representan la primera confirmación osteológica de la interacción humana con grandes carnívoros en un contexto de combate o entrenamiento en el mundo romano», explica Malin Holst, investigador de la Universidad de York y otro de los autores principales del artículo.

«A menudo se piensa que estos combates ocurrían en el imponente Coliseo de Roma, pero este último descubrimiento demuestra que este tipo de eventos iban mucho más allá del corazón del territorio romano», explica el investigador de la universidad inglesa. Por ello, se cree que probablemente existiera un anfiteatro romano en la York romana, aunque todavía no se han identificado sus vestigios.

Heridas en la pelvis

El análisis de este esqueleto desvela que, en vida, sufrió algunos problemas en la columna vertebral causados por la sobrecarga en la espalda. También tuvo inflamación de pulmón, así como desnutrición infantil, de la que se recuperó.

Por otro lado, presentaba varias marcas de mordedura de un león en la pelvis. Los expertos advierten que, tras su fallecimiento, fue enterrado en una tumba hace entre 1825 y 1725 años en la zona que actualmente es la histórica ciudad del norte de Yorkshire, York que solía ser una fortaleza legionaria en la época romana, según detalla National Geographic.

En este cementerio ya se habían encontrado un total de 82 esqueletos de jóvenes en buen estado de salud, tal y como recoge el estudio publicado en PloS One. Estos enterramientos romanos datan de los siglos I y II d.C.

Relieve de mármol con león y gladiador. A la derecha, lesiones provocadas por un león

Relieve de mármol con león y gladiador. A la derecha, lesiones provocadas por un leónUniversidad de York

Para estar más seguros de sus conclusiones, los investigadores realizaron escaneos 3D de la pelvis del gladiador y lo compararon con escaneos de patrones de mordeduras recientes en huesos de cadáveres de animales que habían sido empleados como alimento para leones, leopardos o incluso tigres en zoológicos.

Los resultados indican que las diez marcas de mordeduras presentes en las caderas del luchador, coinciden sobremanera con las dejadas por leones en huesos de caballos, tanto en el patrón como en la profundidad de las fosas y las perforaciones en la pelvis.

Aunque no se ha podido determinar con exactitud la causa de su muerte, dado que los leones, habituales en los combates del anfiteatro, atacaban con frecuencia el cuello de sus víctimas, aunque también era común que las sujetaran por las extremidades o la pelvis para arrastrarlas.

Esto sugiere que el luchador pudo haber quedado gravemente herido o incapacitado tras la pelea. En esas circunstancias, habría sido arrastrado por el felino, lo que probablemente aceleró su deterioro físico, hasta que finalmente fue decapitado, completando así un desenlace brutal y característico de los espectáculos de la época.

En este sentido, el arqueólogo David Jennings advierte que «quizás nunca sepamos qué llevó a este hombre a la arena y dónde luchó para el entretenimiento de otros, pero es notable que la primera evidencia osteoarqueológica de este tipo de combates gladiatorios se haya encontrado tan lejos del Coliseo de Roma, que habría sido el Wembley del mundo clásico».

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