Alejandro Magno
¿Dónde está la tumba de Alejandro Magno? Esto es lo que dicen los expertos
La revista científica Live Science pregunta a cuatro expertos dónde podrían estar los restos del gran conquistador. Estas han sido sus respuestas
La muerte de Alejandro Magno sigue rodeada de misterios y leyendas. La causa, el paradero e incluso sus últimas palabras siguen siendo una cuestión de debate. Lo único en lo que los arqueólogos logran ponerse de acuerdo es que el gran conquistador, que llegó a gobernar sobre el imperio más grande de la Antigüedad, murió en el palacio de Nabucodonosor II, en Babilonia, a los 32 años.
Según las fuentes históricas, el cuerpo se conservó en un recipiente de arcilla lleno de miel, que se introdujo en un ataúd de oro. Ptolomeo I trasladaría el ataúd a Alejandría, donde sería visitado por grandes personajes como Julio César, Octavio Augusto, Calígula o Caracalla hasta el siglo III, cuando desapareció.
A partir de aquí, son diversas las teorías que existen sobre qué ocurrió con su cuerpo. «Mientras no se encuentre su tumba, seguirá viviendo en un limbo casi místico, suscitando siempre nuevas ideas, teorías y controversias», según ha declarado en la revista Live Science Nicholas Saunders, profesor emérito del Departamento de Antropología y Arqueología de la Universidad de Bristol (Reino Unido), además de autor del libro La vida de Alejandro Magno.
Son muchos los que han intentado dar con el paradero del fundador del Imperio macedonio, sin mucho éxito. Una de las razones por las que aún no se ha encontrado la tumba es que el cuerpo de Alejandro Magno fue trasladado, lo que significa que fue enterrado más de una vez, según advierte la revista científica.
A esto habría que sumar la escasez de registros históricos que existen de la tumba, por no mencionar que, a menudo, dichos documentos se escribieron cientos de años después de los acontecimientos que describen. Además, «la Alejandría moderna, especialmente el centro de la ciudad, se construyó completamente sobre monumentos antiguos», detalló Zahi Hawass, arqueólogo, egiptólogo y exministro egipcio de Antigüedades, a la revista especializada.
Con todo ello, para encontrar la tumba, los arqueólogos tendrían que excavar en lugares donde hoy vive y trabaja la gente, lo que supone un reto si no hay pruebas sólidas de que debajo hay algo importante.
Cómo se perdió el cuerpo del conquistador
Según explica Paul Cartledge, profesor emérito de cultura griega en la Universidad de Cambridge y autor de Alejandro el Grande, el cadáver de Alejandro «fue llevado en ruta por Oriente Próximo, a través de lo que hoy es Irak, hasta lo que hoy es Siria. Desde allí, a lo largo de dos años, viajaría casi 1.600 kilómetros hasta Egipto». Además, indica que Ptolomeo quería consolidar su posición como sucesor legítimo del rey macedonio –que no había dejado un heredero político claro–, construyendo una tumba para él. Así, envió el cuerpo al Valle de los Reyes, cerca de Luxor, donde fueron enterrados muchos de los faraones del Nuevo Reino, mientras se construía la recién fundada ciudad de Alejandría.
Dieciocho años después, el cadáver del fundador del Imperio macedonio fue trasladado a Alejandría, «donde ya existía una corte real, un palacio y un museo», explica Cartledge. Décadas más tarde, los relatos del geógrafo griego Estrabón sugieren que Ptolomeo IV Filopátor, cuarto faraón del Egipto ptolemaico y bisnieto de Ptolomeo I, trasladó el cuerpo de Alejandro a su lugar de descanso final documentado: Soma, el gran mausoleo de Alejandría, según el libro La tumba de Alejandro: la obsesión de dos mil años por encontrar al conquistador perdido.
Augusto visita la tumba de Alejandro (Sebastien Bourdon, 1643 - Museo del Louvre)
La tumba recibiría la visita de grandes emperadores como Julio César, Octavio Augusto, Calígula o Caracalla y entonces «desaparece en el año 500 d. C.», afirma Cartledge.
¿En Alejandría o bajo el mar?
La directora y fundadora del Instituto Helénico de Investigación de la Civilización Alejandrina, Calliope Limneos-Papakosta, cree estar cerca de dar con la tumba perdida. Actualmente se encuentra realizando excavaciones en la ciudad egipcia y cree tener «más posibilidades de encontrar la tumba que nadie», declaró en Live Science.
Durante la campaña de excavaciones que realizó en 2009 descubrió una escultura de Alejandro Magno, lo que le animó a continuar. «Era nuestro último día en el yacimiento y estábamos listos para dar por terminada la temporada, pero entonces encontramos la escultura. Fue una especie de milagro», detalló en un artículo publicado en Newsweek. Ya ha excavado más de diez metros bajo la Alejandría moderna y ha descubierto el barrio real de la antigua ciudad.
Para Limneos-Papakosta, los mapas topográficos y las fuentes antiguas sugieren que la zona donde se encontró la estatua está cerca de donde estuvo la tumba del rey macedonio. Por ello, el equipo de la directora del Instituto Helénico de Investigación de la Civilización Alejandrina ha estado excavando en la zona desde aquel descubrimiento fortuito.
Plano de Alejandría de 1893, con la ubicación de los elementos antiguos marcados
El lugar de la excavación está junto a una antigua intersección mencionada por el escritor griego del siglo II Aquiles Tacio, quien describe la ubicación de la tumba. Los trabajos de excavación han acercado al equipo de Limneos-Papakosta a la zona de los jardines de Shallalat, en la actual Alejandría, cerca del Museo Nacional de Alejandría, que contiene los restos de las murallas de la ciudad.
Por su parte, Saunders cree que la tumba se encuentre bajo las bulliciosas calles del moderno barrio de Mazarita, una zona que antaño fue el centro neurálgico de la antigua ciudad y albergaba sus palacios. Según declara en Live Science «a menos que los nuevos proyectos de construcción exijan la demolición y el desescombro a gran profundidad, es poco probable que se descubra». A pesar de la dificultad que supone, para el autor del libro La vida de Alejandro Magno «es casi inconcebible que pueda estar en otro lugar», sentencia.
El profesor emérito de cultura griega en la Universidad de Cambridge, en cambio, apunta a otra dirección completamente diferente y sugiere que el cuerpo de Alejandro Magno tuvo que estar alojado en el interior de un gran mausoleo que formaba parte de un complejo real que «lindaba con el mar».
Pero, tal y como advierten los mapas históricos, el nivel del mar ha subido varios metros desde la época del fundador del Imperio macedonio por lo que es probable que grandes franjas de la ciudad histórica, incluidos los barrios reales, se encuentren bajo el mar. Una hipótesis que se ve reforzada por los numerosos hallazgos que han realizado los buzos en los últimos años.
Sin embargo, aunque se encontrase el mausoleo, no hay garantía de que hubiera un cuerpo dentro: «A menos que estuviera en un ataúd que preservase su cuerpo, nunca se encontrará. Mi suposición es que su cuerpo podría haber sido devorado por un tiburón», plantea el experto en la revista Live Science.
Por último, el egiptólogo Hawass asegura que «la tumba nunca será descubierta por los estudiosos», sino que se hará «por accidente» como ha ocurrido con el teatro, las catacumbas y muchos de los monumentos de la antigua Alejandría.