Las fotografías que Heinrich Hoffmann hizo del führer
100 años del 'Mein Kampf'
El primer título que usó Hitler para su 'Mein Kampf' y que cambió por ser demasiado largo
Cuando vio la luz pasó desapercibido: a poca gente le interesaba el libro que originalmente Hitler quiso titular 'Cuatro años y medio de lucha contra la mentira, la estupidez y la cobardía'
«El 1 de abril de 1924, a causa de la sentencia dictada por el Tribunal Popular de Múnich, ese día tuve que cumplir mi condena en la fortaleza Landsberg, en el Lech», comenta el propio Adolf Hitler en el prefacio de su obra Mein Kampf (Mi Lucha). Tras intentar derrocar la república alemana en noviembre de 1923, durante el denominado Putsch de la cervecería, él y sus cómplices fueron encarcelados.
Su golpe fue un fracaso, pero aquel intento le permitió darse a conocer y difundir su propaganda nazi. El tribunal lo condenó a cinco años de prisión, de los cuales solo cumplió nueve meses. En aquel breve tiempo, Hitler comenzó a escribir su autobiografía con la esperanza de que «el libro tenga muchas ediciones, lo que le permitirá cumplir con sus obligaciones financieras y sufragar los gastos ocasionados en el momento de su juicio», señaló entonces el director de la prisión de Landsberg.
Asimismo, su objetivo era que su publicación «le sirviera de plataforma propagandística para ventilar sus opiniones radicales y atacar a quienes acusaba de haberlo traicionado a él y a Alemania», indica el portal Enciclopedia del Holocausto.
La publicación de «Mein Kampf» fue comentada en la revista 'Simplicissimus' con una caricatura.
«Después de años de trabajo ininterrumpido, se me brindó por primera vez la oportunidad de embarcarme en una tarea en la que muchos insistían y que yo mismo consideraba útil para el movimiento», prosigue Hitler, quien en 1933 se convertiría en el führer de Alemania.
El primer volumen se publicó el 18 de julio de 1925 y el siguiente vería la luz un año después. «Ello me dio también la oportunidad de describir mi propio desarrollo, en la medida en que ello es necesario para la comprensión tanto del primer volumen como del segundo, y que puede servir para destruir las malvadas leyendas creadas sobre mi persona por la prensa judía», aseguraba en la introducción a su autobiografía.
Cuando vio la luz pasó desapercibido: a poca gente le interesaba el libro que originalmente Hitler quiso titular Cuatro años y medio de lucha contra la mentira, la estupidez y la cobardía, según advierte el historiador británico Alan Bullock en su obra titulada Hitler: A Study in Tyranny.
Fue Max Amann, director de la editorial del Partido Nazi Franz Eher Verlag y editor de Hitler, quien le sugirió el mucho más breve Mein Kampf .
«Sé que se puede ganar a la gente mucho más con la palabra hablada que con la escrita, y que todo gran movimiento de este globo debe su surgimiento a los grandes oradores y no a los grandes escritores», advertía en el prefacio. «Sin embargo, los elementos básicos de una doctrina deben ser fijados en forma permanente para que puedan ser representados de la misma manera y en unidad. En este sentido estos dos volúmenes deben servir como piedras de construcción que yo añado a nuestra obra común», concluía su introducción.
Esta primera edición vendió 10.000 ejemplares, pero rápidamente las ventas disminuyeron. Pero en 1930, la situación cambiaría. El Partido Nazi obtuvo 107 escaños de los casi 500 que había en el parlamento (Reichstag) alemán. Dos años más tarde alcanzaron los 230 y se convirtieron en el partido político mayoritario. Entonces la venta del Mein Kampf aumentó exponencialmente.
Tras el ascenso al poder de Hitler en 1933, la venta de su autobiografía se disparó llegando a vender 850.000 ejemplares aquel mismo año. «El editor utilizó una agresiva comercialización para presionar al pueblo, a las instituciones alemanas y a las organizaciones nazis para que compraran el ejemplar», detalla Enciclopedia del Holocausto.
Incluso el Ministerio de Propaganda dirigido por Joseph Goebbels, quien convirtió a Hitler, un simple soldado y político alemán en un líder infalible y divino, impulsó la venta del Mein Kampf y para finales de 1944 se habían impreso más de 12 millones de ejemplares, la mayoría después de 1939, tal y como recoge el portal dedicado a informar sobre el Holocausto.
Al término de la Segunda Guerra Mundial los aliados comenzaron a eliminar sistemáticamente la propaganda nazi: según las directrices establecidas en las conferencias de los Tres Grandes (Gran Bretaña, Estados Unidos y la URSS) en Yalta y Potsdam, Alemania debía «ser purgada del militarismo y el nazismo para que pudiera transformarse en una sociedad democrática que no amenazara nunca la paz mundial», recuerda Enciclopedia del Holocausto.
Así, se retiró la circulación del Mein Kampf y otros textos nazis; además de prohibirse su reedición. A cien años de su publicación, el libro de Hitler sigue siendo un recordatorio de cómo las palabras pueden preparar el terreno para la violencia porque como escribió Mark Twain, «La historia no se repite, pero a menudo rima».