Luis XIV (el Grande) en 1701, por Hyacinthe Rigaud
El Rey Sol: cómo Luis XIV construyó su mito desde los 15 años
El Rey Sol jamás dijo la famosa frase de «el Estado soy yo». Es una atribución posterior que forma parte de la leyenda absolutista
El joven Luis apareció en el Ballet de la Nuit caracterizando a Apolo, el dios del Sol, cuando tenía 15 años. Desde entonces, la imagen y la representación formaron parte de la vida personal y política del monarca, construyendo el mito del Rey Sol. Más allá de la anécdota, Luis XIV de Francia comprendió como pocos que el poder debía representarse.
El protocolo y la escenografía formaban parte intrínseca de las monarquías, pero el rey francés lo llevó a otro nivel, con sus fiestas, la arquitectura monumental de la corte de Versalles y sus retratos. La imagen del rey era tan importante como sus ejércitos, advirtió el historiador Peter Burke en La fabricación de Luis XIV. Ahora bien, ¿por qué se ganó el apodo del Rey Sol?
El joven rey Luis XIV en el papel principal de Apolo en el Ballet de la Nuit, 1653. En esa ocasión, Lully bailó junto al rey
Tras la muerte de su padre, Luis XIII, en 1643, el trono recayó en su hijo, de apenas cinco años. Como no podía gobernar, su madre Ana de Austria se convirtió en regente y el cardenal Mazarino sustituyó al famoso Richelieu como ministro principal (principal ministre d’État). Por entonces, Francia estaba inmersa en la Guerra de los Treinta Años, lo que supuso una presión fiscal que los nobles consideraron excesiva.
El descontento estalló en 1648, en la conocida como Fronda, una serie de rebeliones que empezaron en París y se extendieron por otras regiones del reino. En enero de 1649, con solo diez años, el rey y su familia huyeron de la ciudad escoltados por su guardia. Pocas semanas después, ya en 1650, unos nobles rebeldes amenazaron la capital del reino en lo que se ha llamado la Fronda de los príncipes.
Estas vivencias forjaron la desconfianza del monarca hacia los nobles, que marcaría su reinado. Años después de esta crisis cortesana, la familia real organizó un espectáculo teatral y político para dejar claro el poder del rey.
Amanecer y ocaso del Rey Sol
En febrero de 1653, el joven monarca apareció sobre el escenario disfrazado de Sol naciente. No se dejó nada al azar. En pleno barroco, la noche se asociaba al desorden que daba paso al día, a la luz que simbolizaba el orden, la pureza, el poder y la estabilidad encarnados en el joven rey. Una idea que el monarca convirtió en seña de identidad de un reinado para nada tranquilo, aunque lleno de esplendor cultural.
Tras la muerte del cardenal Mazarino en 1661, Luis anunció que gobernaría en solitario, sin contar con un principal ministre. Nacía así su gobierno personal. Eso no dejaba fuera a colaboradores y consejeros como el ministro Colbert, quien asesoró al monarca en diferentes campos. Es decir, el rey gobernaba colaborando con las élites, pero Luis XIV tenía la última palabra. Así se consolidó una monarquía de Estado.
Guerra de Devolución de 1667
Durante su gobierno de más de 70 años, el Rey Sol buscó convertir a Francia en una potencia hegemónica a través de su intervención en varias contiendas, como la Guerra de Devolución de 1667, clave para la política expansionista del monarca; la contienda contra las Provincias Unidas de 1672, la guerra de la Liga de Augsburgo entre 1688 y 1697 y, sobre todo, la Guerra de Sucesión española de principios del siglo XVIII.
En el terreno religioso, Luis XIV se ganó el favor de los católicos franceses al revocar el Edicto de Nantes y proclamar un nuevo edicto en 1685 con el que clausuró la tolerancia hacia los hugonotes.
La verdadera transformación fue artística y arquitectónica. No empezó en París, sino a las afueras, en lo que era un sencillo pabellón de caza que el Rey Sol convirtió en un palacio colosal. A partir de 1661 empezaron los trabajos de construcción del Palacio de Versalles, que debía ensalzar, a través de su arquitectura, el poder real. Sus jardines e interiores sirvieron para albergar la corte a partir de 1682 y crear un espacio repleto de simbolismo político en el que el monarca era el centro.
Al mismo tiempo, los arquitectos de Luis XIV combinaron el barroco francés y el clasicismo en varios proyectos dentro de París, como la columnata del Louvre, el Observatorio de París o el Palacio de los Inválidos, un hospital y residencia para veteranos de guerra. Al igual que hicieron los emperadores romanos, Luis XIV mandó levantar la Puerta de Saint-Denis en 1672, para conmemorar sus victorias en el Rin y el Franco-Condado. A esto hay que añadir un nuevo urbanismo para exaltar al monarca, como fueron las plazas reales.
Puerta de Saint-Denis, grabado de 1675
La primera en construirse fue la plaza de las Victorias, donde se colocó una estatua ecuestre del rey francés, o la famosa plaza Vendôme, que simboliza el nuevo orden de la ciudad. Así nació el estilo Luis XIV, tanto en arquitectura como en mobiliario.
El Rey Sol reinó durante 72 años y murió en 1715, dejando tras de sí una Francia consumida por las deudas y las guerras, pero también transformada a nivel artístico, político y científico. Convirtió a Francia en una gran potencia militar y promovió el «Gran Siglo» a nivel cultural gracias a su impulso de las artes, desde la arquitectura a la botánica y la música.