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28 de marzo de 2024

El presidente ruso, Vladimir Putin

El presidente ruso, Vladimir Putin

273 días de guerra en Ucrania

Putin vive con miedo a que lo maten, según un asesor de Zelenski

Arestovich a Zelenski en una reunión filtrada al diario británico, The times, le confió a Zelenski que el presidente de Rusia, «tiene mucho miedo porque en Rusia no hay perdón para los zares que pierden guerras»

Parece que Vladimir Putin ha descubierto lo que es el miedo. El líder con delirios imperialistas sospecha que le espera un final parecido al que él mismo precipitó para adversarios, opositores o, sencillamente, críticos de sus políticas. Oleksiy Arestovich, asesor del presidente Volodimir Zelenski, está convencido de esto después de haber contactado a sus fuentes y hecho repaso a la situación actual.
La derrota no es una opción para una Federación Rusa que sangra por la herida de la disolución de la Unión Soviética. Los fracasados que han llevado al pueblo a guerras perdidas no suelen tener el perdón ni la conmiseración de los vencidos y Putin lo sabe. Con otras palabras, eso es lo que le dijo Arestovich a Zelenski en una reunión filtrada al diario británico, The times.«[Putin] tiene mucho miedo porque en Rusia no hay perdón para los zares que pierden guerras».

Ahora lucha por su vida. Si pierde la guerra, al menos en la mente de los rusos, significará su final. El fin de él como figura política y posiblemente, en el sentido físicoOleksiy Arestovich,asesor del presidente Zelenski

Dicho esto, el hombre que le susurra al oído a Zelenski desarrolló el escenario en el que se ve obligado a moverse el ex agente de la extinta KGK y máxima autoridad de ese gran país que se asoma por un costado a Europa: «Ahora lucha por su vida. Si pierde la guerra, al menos en la mente de los rusos, significará su final. El fin de él como figura política y posiblemente, en el sentido físico».
Únicamente alguien de su entorno más estrecho podría aproximarse tanto como para arrebatarle la vida. Desconfiado desde antes de que ordenara invadir Ucrania, el 24 de febrero, Putin dispone de personal para degustar los alimentos antes de que él se anime a dar el primer bocado.
Su obsesión por mantener todo lo suyo lejos del perímetro de visión de posibles asesinos o curioso, le lleva a hacerse acompañar en sus viajes de un edecán cuya misión es retirar sus deposiciones. El destino de las mismas es un misterio como otros tantos que ocultan en el Kremlin.
Así las cosas, la secuela de fracasos militares sumada a la pérdida de terreno que había sido conquistados ha generado un caldo de cultivo perfecto para que Putin se convierta en blanco de uno de los suyos.
Las pérdidas de enclaves emblemáticos como Izium, en la región de Jarkov o la última, demoledora, de Jersón donde las tropas rusas han tenido que huir al otro lado del río Nieper.
«Esto ha obligado incluso a las personas que son muy leales a Putin a dudar de que puedan ganar esta guerra», le dijo Arestovich, de 47 años, al presidente de Ucrania.
La ira de Putin se tradujo y se traduce en los ataques masivos a las centrales energéticas que han dejado a buena parte de Ucrania sin luz, gas, agua y ha afectado hasta a parte de la vecina Moldavia. El objetivo de estos bombardeos sería forzar a Zelenski a negociar una paz que dejaría por escrito que el Donbás y la península de Crimea pertenecen para siempre a la Federación Rusa.
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