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20 de abril de 2024

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, habla durante una rueda de prensa desde el Palacio Miraflores,

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro,EFE

Venezuela

El régimen madurista se rige por el «panem et circenses» para manipular al pueblo

El evento deportivo La Serie del Caribe que se celebrará durante esta semana en Venezuela no es más que una maniobra de distracción de Maduro para esconder las numerosas carencias del país

Panem et circenses –literalmente «pan y espectáculos del circo»– es una locución latina peyorativa de uso actual que describe la práctica de un gobierno que, para mantener tranquila a la población u ocultar hechos controvertidos, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad.
La famosa expresión latina panem et circenses resumía todo lo que los gobernantes de la urbe requerían para manejar a la plebe y mantenerla entretenida.
Estas definiciones se pueden encontrar en las redes sociales, tal como lo hice en Google, en cuya autopista corren centenares de párrafos que describen esa figura del pan y circo.
Pues bien, en Venezuela la herramienta que domina el régimen madurista es ese espectáculo de pan y circo.
Esta semana se organiza la Serie del Caribe–evento deportivo de béisbol profesional–, para el que se acondicionan dos estadios de béisbol donde los equipos participantes en el torneo disputarán su victoria.
Los visitantes y los espectadores del país se deslumbrarán ante esas dos modernas edificaciones, mientras los seguidores de Maduro lanzan sus feroces colectivos contra los educadores que manifiestan en pro de sus derechos laborales y, desde luego, entonando consignas a favor de la libertad del país.
Maduro pontificará sobre «la importancia del deporte para unir a los pueblos», mientras enfila sus baterías persecutorias contras las ONG que se dedican a realizar trabajos de investigación, dignos de respaldar, dentro y fuera de Venezuela.
No hay lugar del mundo –excepto en Rusia, Irán, Turquía y China y sus socios del Foro de São Paulo– en el que no se repute a ese régimen como una dictadura.
Sin embargo, Maduro se las arregla para lograr que, a la par de esa Serie del Caribe, esté en pleno desarrollo un festival electoral protagonizado por líderes de la oposición.
Tal escena electoralita crea un dilema a los que miran desde la barrera ese desfile de aspirantes, cada día mas creciente, porque resulta difícil comprender cómo es que se habla de narcotiranía en un país en donde simultáneamente sus dirigentes opositores se alistan para competir en comicios organizados por esa dictadura.

¡Que siga la función!», grita Maduro en un país, cuyos gobernantes se jactan exclamando poseer las mayores reservas de petróleo del mundo, aunque no tiene gasolina para surtir las unidades de transporte

Pero, «¡que siga la función!», grita Maduro en un país, cuyos gobernantes se jactan exclamando poseer las mayores reservas de petróleo del mundo, aunque no tiene gasolina para surtir las unidades de transporte.
Y mientras el circo y el pan tiene al cielo venezolano como su carpa, los maestros se echan a las calles a pelear por un salario digno en el mismo país cuyos gobernantes se lo niegan, pero inauguran restaurantes en el aire, o dentro de aviones, importan salmón, caviar y las más variadas exquisiteces.
Todo eso sucede en un país en donde más del 90 % de la población sobrevive en medio de la pobreza y depende de remuneraciones mínimas que no superan los 6 dólares al mes.
Maduro ha resultado un alumno aventajado de sus tutores castristas. Por eso compensa su ignorancia en materia económica, a tal extremo que persiste en hundir al país en una cruenta inflación y en una devaluación continuada del signo monetario.
Pero a la hora de rasgarse las vestiduras para aparecer como el gran patriota, Maduro saca a relucir sus grandes dotes de impostor para romper lanzas por «la protección de la soberanía nacional».
¡Claro, eso es puro teatro! Bien se sabe que entregaron nuestro territorio en el Esequibo y que permiten que nos invadan efectivos militares de Rusia en combinación con los agentes castristas que fisgonean por los cuarteles militares que operan en Venezuela.
Maduro es descarado a la hora de montar su show de pan y circo, tal como lo intento consumar en Egipto, en la mismísima ciudad de Sharm el Sheij que acogió a los participantes en la Conferencia de la ONU.
En esta conferencia dio cátedra sobre «cómo atender los impactos del cambio climático», a sabiendas de que si hay un gobernante que actúa a las espaldas de los acuerdos suscritos por la republica en la Cumbre de Paris de 2015, ese es él mismo.
Pero Maduro se aprovecha de las vacilaciones de algunos lideres democráticos del mundo que juegan su rutina en la que va arrastrando los pies, ganando tiempo, mientras consolida su régimen criminal.
Por eso vemos como invita a su palacio presidencial al representante de los Derechos Humanos de la ONU para «ponderar sobre la importancia de respetar los postulados vigentes referidos a esos derechos» que se vulneran en Venezuela a miles de ciudadanos blancos en las persecuciones más atroces del régimen madurista.
Maduro sigue con su pan y su circo en México, dialogando a su manera; es decir, se sienta cuando a él le viene en gana, pide lo que se le antoja, muchas veces lo complacen, pero eso sí, él no cede absolutamente nada.
Mientras el gobierno de España revalida relaciones diplomáticas con la dictadura venezolana, mantiene en prisión a ciudadanos españoles, tal como es el caso de la señora María Auxiliadora Delgado, cuya progenitora ruega su inmediata libertad para evitar que su hija muera en la cárcel madurista en Venezuela.
*Antonio Ledezma es el alcalde legítimo de Caracas y está exiliado en España.
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