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29 de abril de 2024

Gonzalo Rosillo Odriozola
Gonzalo Rosillo Odriozola

Macron insta a la industria militar francesa a esforzarse al máximo para seguir apoyando a Ucrania

Según el presidente francés, tan solo una Europa autónoma que no dependa de Washington puede hacer frente a Rusia

Actualizada 04:30

Paris (France), 14/05/2023.- French President Emmanuel Macron (R) shakes hand with his Ukrainian counterpart Volodymyr Zelensky (L), upon his arrival for their meeting at Elysee palace in Paris, France, 14 May 2023. (Francia, Ucrania) EFE/EPA/CHRISTOPHE PETIT TESSON

El presidente francés, Emmanuel Macron, junto a su homólogo ucraniano, Volodimir ZelenskiEFE

La guerra de Ucrania se encuentra en una fase crítica. Tras la fallida contraofensiva del Ejército ucraniano el pasado otoño, Rusia ha respondido con una intensificación sus ataques en el Donbás y otras regiones, incluidas ciudades como Járkov o la propia capital, Kiev. Por si esto fuera poco, por primera vez desde el inicio de la contienda, existe un riesgo real de que el suministro de armas y financiación a Ucrania mengüe considerablemente.
En el seno de la Unión Europea, Eslovaquia se ha sumado recientemente a la voz díscola de Hungría, apoyándola en el bloqueo de ayuda. Pero, sobre todo, el mayor riesgo para Kiev viene desde el otro lado del Atlántico, donde en el Congreso de los Estados Unidos los republicanos del ala «trumpista» llevan meses abogando por priorizar el interés nacional y controlar su frontera sur. Con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina y la más que probable nominación republicana de Donald Trump, desde el Gobierno de Volodimir Zelenski siguen intentando recabar apoyos y evitar que el conflicto pierda relevancia internacional.
Consciente de la gravedad de la situación, el pasado 17 de enero Emmanuel Macron afirmó que la guerra de agresión rusa en Ucrania constituye el «mayor riesgo para Europa y el mundo». Según el presidente francés, tan solo una Europa autónoma que no dependa de Washington puede hacer frente a semejante amenaza, pues para EE.UU. «la primera prioridad son ellos mismos, y la segunda es China». Fiel a su credo, y en respuesta a las críticas por la debilidad del apoyo francés a Ucrania, Macron ha multiplicado recientemente los anuncios de ayuda militar a Kiev.
La pasada semana, el ministro de las Fuerzas Armadas, Sébastien Lecornu, anunció que en el marco de un contrato comercial entre Nexter, la filial francesa del grupo francoalemán KNDS, y el Gobierno de Ucrania, se entregarían en las próximas semanas seis cañones autopropulsados, encargados en septiembre y pagados por Kiev, y que otros 72 serían financiados colectivamente. A estos envíos se sumarán a unos cuarenta misiles de largo alcance Scalp, cincuenta bombas AASM (armas modulares aire-tierra) al mes durante un año, y proyectiles de 155 mm proporcionados por Francia. El ministro añadió, además, que el Gobierno francés estaba dispuesto a invertir 50 millones de euros para enviar doce cañones César adicionales.
A pesar de los esfuerzos realizados, el presidente Macron insistió en mejorar la capacidad de producción militar en Francia y en Europa para poder hacer frente de manera rápida y contundente a amenazas como la rusa. Si bien es cierto que la capacidad de producción de munición francesa se ha triplicado en los últimos dos años, pasando de 1.000 unidades al mes a comienzos de 2022 a 3.000 en 2024, el presidente considera que es una prioridad continuar agilizando los procesos.
De hecho, en su visita a la base naval de Cherburgo, el pasado 19 de enero, Macron llegó a declarar que la industria militar francesa debía pasar al «modo economía de guerra» y que no podían permitirse volver a la «forma de insensibilidad autosatisfecha» que caracterizaba al sector antes de la invasión de Ucrania. Por último, el presidente anunció que viajaría a Kiev en febrero para ultimar un acuerdo de seguridad con Ucrania, similar al que concluyó el Reino Unido el 12 de enero por un periodo de diez años.
A Macron no parece que se le caigan los anillos en momentos clave como este. Como firme defensor de una Unión Europea autónoma que represente un tercer polo de estabilidad frente a Estados Unidos y China, no puede permitirse una derrota ucraniana. En sus propias palabras: «No podemos dejar que Rusia piense que puede ganar (…) una victoria rusa significa el fin de la seguridad europea».
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