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El primer ministro británico, Keir Starmer

El primer ministro británico, Keir StarmerAFP

Starmer y el reto de equilibrar el poder: negocia con Trump mientras se acerca a Dublín

Los nuevos gobiernos estadounidense e irlandés obligan al primer ministro a desempolvar sus habilidades diplomáticas en el nuevo equilibrio de fuerzas

Los primeros meses de Keir Starmer al mando del Reino Unido, después de imponerse en las elecciones del pasado verano, no han sido los más sencillos ni los más fructíferos para el laborista. A nivel nacional, su popularidad ha caído en picado —según un informe de The Times en diciembre, si las elecciones fueran hoy perdería 200 escaños—, enfrentado con Elon Musk tras el regreso al ojo mediático de un caso de abusos durante años a unos 1.500 menores británicos, promesas electorales incumplidas y una falta de mejoría en la calidad de vida que enfada a la población.

Sin embargo, mientras el primer ministro intenta poner orden en su país, calmando la situación, no puede apartar sus ojos de la esfera internacional. En el último mes, dos de los países con una relación más estrecha, o más importante, con los británicos han cambiado de mandatario. Con todo lo que ello implica. Estados Unidos, con toda la fuerza que —todavía mantiene— en el tablero geopolítico, y la República de Irlanda, siempre con una relación tan cercana y a su vez lejana con el Reino Unido. De las relaciones que logre tejer Starmer con Donald Trump y Micheál Martin dependerá buena parte del futuro en materia de relaciones exteriores para el Reino Unido.

Así que, en un contexto marcado por las secuelas del Brexit y una economía en busca de estabilidad, Keir Starmer intenta acercar posturas con el volátil Trump y con los vecinos irlandeses en busca de reparar viejas heridas y construir nuevas oportunidades.

Irlanda y un futuro compartido

Hace apenas unos días, Starmer mantuvo una conversación telefónico con Micheál Martin, nuevo primer ministro irlandés, donde ambos coincidieron en la urgencia de reforzar los lazos bilaterales. Starmer quiere dejar atrás los años de tensiones y ve en el acercamiento a Dublín una oportunidad para redefinir la relación. Starmer y Martin acordaron trabajar juntos en áreas como la innovación, energía, seguridad y defensa.

Micheal Martin a la salida de la sesión

El primer ministro irlandés, Micheal MartinEFE

La colaboración con Irlanda abre la puerta a proyectos conjuntos que pueden abarcar desde el desarrollo de energías renovables hasta la coordinación en materia de ciberseguridad y defensa. Además, Starmer quiere enviar con esta colaboración un mensaje al resto de Europa: el Reino Unido está dispuesto a integrarse de manera constructiva en el entorno europeo, aunque sin renunciar a su identidad soberana.

La incógnita Trump

Por el otro lado del mundo, Donald Trump. El republicano ha irrumpido con fuerza en la Casa Blanca amenazando con imponer aranceles, una provocación a la que se responde con tensión desde Downing Street. A pesar de que Starmer ha sostenido conversaciones directas con Trump, confiando en que se podrá evitar que medidas proteccionistas afecten al Reino Unido, la posibilidad de cambios abruptos sigue siendo una preocupación constante.

La relación entre el gobierno británico y el estadounidense no es la mejor, y tampoco ha contribuido a eso los reproches que se han mandado por redes sociales el propio Starmer y Elon Musk, hombre fuerte en la nueva Administración Trump. El británico deberá demostrar sus habilidades negociadoras y diplomáticas para preservar la relación comercial con los americanos.

Esta misma semana, el republicano llamó al británico en una charla aparentemente amable y donde incluso sugirió que el Reino Unido será el primer país que visite este año. «Nos llevamos bien» comentó el estadounidense.

Sin embargo, las tensiones no se limitan a los encuentros personales. Starmer, que ha desplazado incluso a figuras como Justin Trudeau en la crítica por parte de los sectores MAGA, se enfrenta a un dilema diplomático: la insistencia de Trump en imponer condiciones que obliguen a los aliados europeos a elegir entre el compromiso con la OTAN y la defensa de la soberanía económica y, a su vez, un aparente deseo de reconfigurar la relación transatlántica en términos menos flexibles. Algunos expertos advierten que Trump podría presionar a Starmer a aceptar un acuerdo sobre aranceles, forzándolo a tomar partido entre Estados Unidos y la Unión Europea y reiniciando así la dinámica del viejo «reset» en las relaciones con los 27.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sabe a quién tiene que señalar.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sabe a quién tiene que señalar.DPA vía Europa Press

La retórica de Trump, que ha sido repetidamente incendiaria—e incluso Elon Musk ha arrojado comentarios contundentes bajo la línea de flotación contra Starmer—contrasta con la cautela y el enfoque en el «valor de las relaciones personales» que defiende el líder laborista. Este último ha reiterado que, a pesar de las diferencias ideológicas, la relación especial entre el Reino Unido y Estados Unidos trasciende quién ocupa el cargo en cada país y se sustenta en vínculos históricos y estratégicos forjados a lo largo de décadas.

Mientras Trump sigue defendiendo con orgullo una agenda que rechaza lo que denomina «marxismo y wokismo» y apuesta por una política exterior agresiva, Starmer se encuentra en una posición complicada. Su desafío no es solo mantener la unidad interna en un contexto de crecientes tensiones con sectores conservadores, sino también gestionar la presión exterior que podría obligarlo a elegir un camino que comprometa los intereses de su país en la era de la polarización global. La próxima etapa de esta relación especial, todavía en pañales, podría definir el rumbo de la política internacional durante los próximos años.

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