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Juan Rodríguez Garat Almirante (R)
Análisis militarJuan Rodríguez GaratAlmirante (R)

Ucrania: pocas sorpresas de Trump y menos esperanzas con Trump también

Cuando quien hasta hace poco presumía de poder parar la guerra en pocos días se centra en quién debe pagarla, ¿qué margen queda para la esperanza?

Act. 05 feb. 2025 - 09:17

Donald Trump y Vladimir Putin

Donald Trump y Vladimir PutinAFP

No quisiera comenzar este artículo sin una cariñosa advertencia a los rusoplanistas que me siguen fielmente en El Debate: los que no sean bots —alguno habrá— encontrarán análisis mucho más satisfactorios que este en las redes sociales de su preferencia. Es allí donde, como tantas otras veces en los últimos tres años, podrán leer que a la guerra de Ucrania le quedan 48 horas. Como mucho, una semana.

Al resto de los lectores —alguno también habrá— también querría advertirles de lo injusto que puede ser valorar una política antes de los 100 días de gracia que suelen darse a cualquier Gobierno para que encuentre su sitio natural. Si me atrevo a hacerlo es porque el propio Trump ha renunciado a ese plazo cuando prometió a sus electores que pondría fin a la guerra de Ucrania en 24 horas.

¿Continuidad o ruptura?

Sólo hace dos semanas desde la toma de posesión del reelegido presidente y ya hemos asistido a un verdadero terremoto en el terreno preferido por Trump, el de la economía. Mucho nos tememos que le seguirán más. Sin embargo, en los asuntos militares, el ritmo del cambio parece mucho más pausado. Es verdad que palabras hemos oído muchas, sobre todo en relación con la situación de Oriente Medio y con los presupuestos de defensa de los aliados de los EE.UU. Pero, si nos limitamos a los hechos, solo tenemos noticia del enésimo bombardeo aéreo de los terroristas del ISIS en Somalia.

¿Qué diferencia este ataque de los ordenados por Biden hace pocas semanas? A falta de otras evidencias, lo único que parece haber cambiado es el tono de las declaraciones. Trump, que no tiene abuela, asegura en X que «mató muchos terroristas sin, de ninguna manera, dañar a ningún civil». Si es verdad —solo los bombardeados pueden saberlo— sería un indudable éxito. Y, para adjudicar el mérito a quien lo tiene, añade: «Biden y sus compinches no habrían actuado con la suficiente rapidez para terminar el trabajo. Yo sí lo hice.»

¿Qué está ocurriendo en Ucrania?

Más allá de las palabras, no parece haber cambiado la política en relación con el ISIS. Tampoco con los hutíes, que siguen a lo suyo. Pero ¿qué está ocurriendo en Ucrania? En el frente, la toma de posesión del republicano ha pasado desapercibida. Los medios nos hablan estos días de una ralentización del avance ruso sobre Pokrovsk, que no es achacable a Trump sino a las dificultades del terreno a medida que los invasores se acercan al entorno urbano.

También es noticia la desaparición de las tropas norcoreanas del frente de Kursk, para la que, dependiendo del color del cristal con que uno mire, caben distintas explicaciones. Para Zelenski, se debe al enorme número de bajas sufridas por este pintoresco contingente. A Putin, siempre bravucón, seguramente le encantaría decir que se han retirado porque ya no los necesita… pero no puede hacerlo porque nunca ha reconocido que sus aliados estuvieran allí, muriendo por Rusia.

Una mirada al futuro

Si algún rusoplanista ha desoído mi consejo y llegado hasta aquí —aunque lo nieguen, alguno habrá porque ¿quién que no sea bot se va a creer lo de las 24 horas?— advertirá que es demasiado pronto para que cualquier cambio de política decidido en la Casa Blanca se refleje en el frente ucraniano. No tengo inconveniente en reconocerlo. Sin embargo, para tratar de adelantarnos a los acontecimientos —un ejercicio estéril porque siempre corren más que nosotros— veremos lo que se cuece en los pasillos de Washington.

Por el momento, las indicaciones más fiables de la nueva política norteamericana son las proporcionadas por el secretario de Estado, Marco Rubio, en las sesiones de su confirmación en el Senado. Su política, que es la de un halcón en un país donde las palomas son más agresivas que la mayoría de los apocados líderes europeos, en absoluto puede calificarse como rupturista. Así lo demuestra la unánime aprobación de su nombramiento: todos los senadores, demócratas y republicanos, votaron a favor.

Sobre la guerra de Ucrania, Rubio dijo lo mismo que yo llevo explicando a los lectores desde los primeros meses de la contienda. Ya ve el lector que, como Trump, yo tampoco tengo abuela. Para el flamante secretario de Estado, se ha llegado a una situación de tablas tan sangrienta como ruinosa para ambos bandos. Ni Rusia va a conquistar Ucrania ni Ucrania conseguirá expulsar a Rusia de la totalidad de los territorios ocupados. Hay que buscar la paz mediante la negociación. ¿Es justo? No. Hay un agresor y un agredido. Pero ¿es posible? Mientras Putin esté en el poder —y eso lo digo yo, no Rubio— me temo que no.

¿Y qué dice Trump?

El presidente, fiel a sí mismo, insiste cada vez que puede en que la culpa de la guerra la tiene Biden. El mismo —ya es casualidad— al que le cabe la última responsabilidad sobre el reciente choque de un avión comercial y un helicóptero militar sobre el río Potomac. Lo curioso de todo esto no es lo que dice Trump, sino que Putin le haya dado la razón.

En el terreno de las declaraciones, Zelenski y el dictador ruso se esfuerzan por complacer a Trump hasta el extremo de rozar el peloteo. Me gustaría creer que irían igual de lejos cuando se trate de hechos y no de palabras, pero se me antoja mucho más difícil.

¿Qué más dice Trump? Sobre la guerra en sí y sobre sus posibles salidas, apenas se pronuncia. Parece importarle bastante más quién tiene que pagar la factura, aunque justo es decir que ese sentimiento lo comparten muchos norteamericanos.

Cuando Trump insiste en que Europa debe poner más dinero, tiene razón

Cuando Trump insiste en que Europa debe poner más dinero, tiene razón. En cambio, cuando pide derechos sobre las tierras raras de Ucrania a cambio del apoyo de su país, suena mezquino. No soy ingenuo —no tengo edad de serlo— pero esas son las típicas cosas que, en el pasado, se solucionaban mejor a puerta cerrada. Con todo, entiendo que Trump, que tiene que responder ante sus votantes, se esfuerce por trasladarles la idea de que, bajo su mando, se acabó el despilfarro. No habrá más intereses que los de los Estados Unidos. America First, en definitiva.

Me gusta terminar los artículos con una nota de optimismo… quizá porque, cuando no lo hago, me riñe mi mujer. Pero ¿cómo hacerlo hoy? Cuando quien hasta hace poco presumía de poder parar la guerra en pocos días se centra en quién debe pagarla ¿qué margen queda para la esperanza?. Es verdad que Trump asegura que los esfuerzos pacificadores van muy bien, pero ninguna de sus declaraciones consigue transmitirnos la impresión de que él mismo se lo crea. Era lo esperado pero, por más que a los seres humanos nos guste tener razón, ojalá esta sea una de las veces en la que todos nos equivocamos.

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