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Vladimir Putin saluda a Kim Jong Un durante su visita a Corea del Norte

Vladimir Putin saluda a Kim Jong Un durante su visita a Corea del NorteGavriil Grigorov / AFP

Corea del Norte se replantea su apoyo a Rusia tras el duro revés sufrido en el frente

La pregunta no es si Corea del Norte seguirá apoyando a Rusia, sino hasta cuándo podrá permitirse hacerlo

El pasado mes de noviembre, el curso de la guerra entre Ucrania y Rusia parecía cambiar cuando Corea del Norte envió más de 10.000 soldados al frente para ayudar a sus aliados rusos y reforzar a unas tropas exhaustas tras más de dos años combatiendo. Parecía un golpe definitivo en la mesa de Vladimir Putin, que reforzaba a sus tropas e implicaba directamente en el conflicto a un aliado clave, debilitando todavía más la posición de Ucrania en el frente.

Sin embargo, tres meses después de esto, la situación es totalmente distinta. Ucrania afirma que las tropas norcoreanas han abanadonado el combate después de sufrir un 40 % de bajas en sus filas, convirtiendo la apuesta de Kim Jong-un en un sonado fracaso militar.

Pese a la fama bélica y la preparación que puede tener Corea del Norte en el imaginario colectivo, su participación en conflictos internacionales es prácticamente simbólica. Su última incursión en una guerra fuera de la península coreana tuvo lugar en Vietnam, donde pilotos norcoreanos combatieron junto al Viet Cong. Desde entonces, nada. Y ahora, lejos de estar consolidadas como una fuerza de élite, las tropas norcoreanas han sido utilizadas como carne de cañón, lanzadas en oleadas contra posiciones ucranianas fuertemente defendidas, sin apoyo aéreo ni capacidad de repliegue.

Un desastre anunciado

Antes de que Corea del Norte entrara en el conflicto, la Inteligencia de Corea del Sur emitió diversos informes donde advertían que el Ejército norcoreano, pese a su evidente disciplina y su formación en tácticas de guerra convencionales, no estaba preparado para el tipo de combate que se estaba librando en Ucrania. Ahora, según fuentes ucranianas, han sufrido más de 4.000 bajas en este corto espacio de tiempo, obligando a Pyongyang a repensar su estrategia.

Soldado norcoreano capturado por Ucrania

Soldado norcoreano capturado por UcraniaRedes sociales

De hecho, la retirada de las tropas de Kursk no parece una decisión táctica tomada entre Kim y Putin, sino una necesidad imperiosa para evitar que los acontecimientos continuaran este curso. Ucrania ha interceptado comunicaciones rusas en las que se habla de reagrupamiento y posible regreso al frente, pero la cuestión clave es si Kim Jong-un está dispuesto a seguir enviando efectivos a un conflicto que, lejos de reforzar su imagen de poder, ha revelado las vulnerabilidades de su ejército.

El riesgo de un respaldo incondicional

Hace varios meses, el pasado septiembre, el presidente ruso, Vladimir Putin, se reunió con su homólogo norcoreano, Kim Jong-un, en Vladivostok. Allí, el soviético convenció al asiático de que la entrada en Ucrania era una oportunidad para fortalecer su relación y, de paso, obtener tecnología militar avanzada. El trato era el siguiente: Corea del Norte colaboraría en el conflicto enviando tropas y municiones, y a cambio Rusia enviaría recursos a Pyongyang para el desarrollo de misiles hipersónicos, satélites espía y submarinos nucleares.

Sin embargo, y tras haber sido conscientes de la realidad en el frente, Corea del Norte se encuentra en la encrucijada de si mantener su presencia en el frente, una que le está costando caro en términos de prestigio y recursos, a cambio de mantener el apoyo de Rusia.

La debacle norcoreana en Ucrania no solo afecta la relación entre Moscú y Pyongyang, sino que también tiene implicaciones en la política internacional. Con Donald Trump de vuelta en la Casa Blanca, es posible que Washington reactive las negociaciones con Corea del Norte, como ya ocurrió en su primer mandato. En aquel entonces, Kim pasó de lanzar misiles sobre Japón a estrechar la mano de Trump en la Zona Desmilitarizada. Hoy, en un contexto de guerra globalizada, podría verse obligado a recalibrar su posición para no quedar atrapado en una alianza que le genere más problemas que beneficios.

Los vídeos difundidos por Ucrania en donde interrogan a soldados norcoreanos capturados y estos expresan su deseo de no regresar a su país también dañan la narrativa de invulnerabilidad impuesta por Kim —siempre con el asterisco de que es Ucrania quien ha difundido esta información—. Otras cuestiones, como las supuestas órdenes del liderazgo norcoreano para que sus soldados se quiten la vida antes de dejar que les capturen también muestran una desesperación en las filas norcoreanas que no existía, o no parecía existir, hace meses.

Y es que, mientras Rusia continúa desgastándose en un conflicto que está a punto de cumplir su tercer aniversario, esta retirada parcial y en principio temporal de las tropas de Corea del Norte podría ser el primer indicio de que incluso los aliados más leales de Putin empiezan a cuestionar el precio de su apoyo. Si Corea del Norte decide reducir su participación, el Kremlin perderá no solo un aliado en el frente, sino también una fuente crucial de municiones y recursos militares. En ese caso, la estrategia de Moscú de apoyarse en regímenes autoritarios aislados para sostener su esfuerzo de guerra podría empezar a mostrar sus límites.

En una guerra que ya ha desafiado todas las predicciones, la pregunta no es si Corea del Norte seguirá apoyando a Rusia, sino hasta cuándo podrá permitirse hacerlo.

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