Abascal en la cumbre de Patriots: «Queda menos para que Marine Le Pen sea presidenta de Francia»
Los líderes de Patriots endurecen su discurso contra la «Europa de Bruselas» un año después de su buen resultado en las elecciones a la Eurocámara

Santiago Abascal, presidente de Vox y del partido europeo Patriots, entre Marine Le Pen y Viktor Orbán
Mormant-sur-Vernisson, localidad rural cercana a Orléans, es el lugar elegido por The Patriots —la formación que, a nivel europeo, agrupa, entre otros, a Vox, la Agrupación Nacional del dúo Marine Le Pen y al Fidesz de Viktor Orban— para celebrar la Fiesta de la Victoria, en referencia al espectacular resultado de aquellos partidos en las elecciones europeas que tuvieron lugar hace un año. Un punto de inflexión para esos partidos, pues a partir de ese momento terminó su histórica marginación en la Eurocámara.
Motivos de sobra para celebrarlo por todo lo alto: algo más de 5.000 personas —6.000 según los promotores del evento— se congregaron bajo un fuerte calor en un amplio prado a las afueras de Mormant. Franceses en su gran mayoría, como no podía ser menos —el lunes de Pentecostés es un día festivo en el país vecino—, pero también alguna española afincada en París y algún que otro húngaro o portugués. Todos agitan sus banderas mientras escuchan a los oradores o recorren los puestos que ofrecen comida rápida, o produits du terroir, productos del terruño, que la finalidad del evento es ante todo patriótica. Los anfitriones galos no lo han olvidado.
Los asistentes, tampoco; si bien han venido principalmente, aguantando un sol de justicia, para escuchar a las vedettes de The Patriots, empezando por Marine Le Pen y Jordan Bardella. Aunque serán, protocole oblige, los últimos. Inauguran el turno de intervenciones los mandatarios de partidos miembros de The Patriots procedentes de Dinamarca, Grecia —Afrodita Latinopoulou, líder de La Voz de la Razón—, Estonia, Polonia, Austria, Bélgica —Vlaams Belang— y República Checa en la persona del antiguo primer ministro Andrej Babis. Geert Wilders habla por videoconferencia desde los Países Bajos. Todos tienen en el punto de mira al actual funcionamiento de la Unión Europea. «No vamos a pedir perdón por tener fronteras».
El fervor sube algo de tono cuando sube a la tribuna Matteo Salvini, viceprimer ministro de Italia y mandamás de la Liga Norte. Empieza diciendo, en un francés algo improvisado, que «nunca hay que abandonar el combate» hasta que «llegue la victoria». Una entrada en materia que precede su diatriba contra «Bruselas». Como todos.
Hungría, la «pesadilla de la UE»
Más sutil se mostró el primer ministro de Hungría. Viktor Orban aseveró que «una vez comprometidos, hay que llegar hasta el final»; aunque se refirió a la Revolución Húngara y al ejemplo moral que ello supuso, «reconocido por Albert Camus». Con referencias a 1956 y lo que entonces dijo Camus. A continuación, reivindicó que Hungría se haya convertido en la «pesadilla de la Unión Europea» y en el «último baluarte de la Europa cristiana». En esta línea afirmó la decisiva diferencia sexual «entre hombre y mujer», una de las pruebas de que el «mundo liberal occidental lleva 20 años hundiéndose, (…) cada vez más controlado por las oligarquías liberales y progresistas.»
Le sucedió en el atril, tras la preceptiva foto de familia de todos los gerifaltes de The Patriots, Santiago Abascal. El presidente de Vox y de The Patriots, con más salero que el magiar, también eligió el idioma de Molière para iniciar sus palabras. Su discurso hizo mella.
Abascal entró inmediatamente en combustión: «Traigo una noticia. Seguro que ya la conocéis, pero es bueno repetirla: ¡Cada día que pasa, es un día menos que queda para que Marine Le Pen sea presidente de la República! ¡Marine será presidenta de Francia! ¡No podrán evitarlo!», dijo, en referencia a la reciente inhabilitación asestada por los tribunales. «Y ese momento, —prosiguió el presidente de Vox—, será un momento feliz para todos los europeos. Porque Francia necesita que llegue Marine, y Europa necesita que regrese Francia».
Los mayores aplausos los cosechó al evocar a Juana de Arco y a Isabel la Católica en la misma frase. Los abucheos llegaron al tachar de «criminal» al Gobierno de Pedro Sánchez, que «lleva 7 años cabalgando sobre la mentira; la traición; la división y la corrupción», prueba de que la reputación del presidente del Gobierno empieza a hundirse en Europa. Abascal alertó asimismo contra el peligro de violencia por parte de la izquierda a nivel global. «Acaban de hacerlo en Colombia; como lo hicieron en Brasil y Ecuador; como lo hicieron en Estados Unidos contra Trump». Aunque advirtió que «no importa, porque nosotros tampoco nos detendremos», terminando su discurso con un sonoro «Vive l’Europe des Patries!», entiéndase no la de Bruselas.
Le Pen y la soberanía
Recogió el guante Marine Le Pen para denunciar, precisamente a los «hombres grises de Bruselas», reivindicando, de paso la «herencia cristiana de Europa», constituida, además de por las raíces religiosas, por el «Derecho romano y la Filosofía griega». Sin embargo, advirtió que no conviene dejarse arrastrar por la melancolía porque, señaló, la Unión Europea «ya está superando su fase de Estado federal para convertirse en un Estado unitario», es decir, dejando a los Estados miembros sin capacidad de iniciativa. Ella aboga, como soberanista, por la «cooperación elegida».
La fundadora de la Agrupación Nacional y presidenta de honor de The Patriots puso un toque liberal al sugerir una «declaración de derechos de los pueblos» que se agregaría a la Declaración Universal de Derechos Humanos. En materia económica, denunció el «ultraliberalismo de Bruselas», mientras que su sucesor en la tribuna de ayer y en la jefatura del partido, Jordan Bardella, por el contrario, defendió la «Europa que crea riqueza, sin avergonzarse de sus propias empresas». Una diferencia entre ambos que se suma a las primeras grietas sobre el discurso y la estrategia políticas que han aflorado en las últimas semanas. Pero ayer tocaba aparentar unidad: apenas se separaron el uno del otro.