Rachida Dati y Michel Barnier, ambos miembros el partido francés Les Republicains
La competencia por un escaño desata una guerra fratricida en la derecha francesa
La rivalidad entre Michel Barnier y Rachida Dati podría debilitar a esta última de cara a las municipales parisinas de 2026
Una nueva guerra fratricida se cierne sobre una derecha francesa, sumida desde hace ya tiempo en su mayor crisis desde los inicios de la V República, allá por 1959, con el ex primer ministro Michel Barnier y la actual titular de Cultura, Rachida Dati. Esta vez es a cuenta del escaño parlamentario —en la Asamblea Nacional, la cámara baja— correspondiente al segundo distrito de París.
Todo empezó el pasado 11 de julio cuando el Consejo Constitucional, instancia competente en Francia en materia electoral, privó del escaño a su hasta entonces titular, el macronista Jean Aussucq, elegido en las legislativas de julio de 2024. El motivo alegado por los Sages —los Sabios, así se conoce a los miembros del Constitucional— ha sido que el ya exdiputado traspasó el límite de gasto electoral permitido por la ley en su campaña de hace un año y un mes.
Este escenario obliga a celebrar una elección legislativa parcial en menos de tres meses —es decir, antes del 11 de octubre— para cubrir el escaño anteriormente ocupado por Aussucq quien, por una pequeña ironía del destino, dio sus primeros pasos en política como asesor de Dati. Ahora igual su antigua mentora se convierte en su sucesora.
El escaño es políticamente apetecible debido a que la composición sociológica del segundo distrito de París favorece notablemente a un candidato de centro-derecha. Pero si son dos, y uno de ellos disidente, el desenlace podría ser contraproducente. Más aún si se tiene en cuenta que ese territorio está en manos macronistas desde 2017: recuperarlo, pues, tiene para el centro derecha una carga simbólica fuerte.
Es la razón por la cual la Comisión Nacional de Investidura de Los Republicanos (Lr) celebró el 28 de julio una reunión con carácter urgente en la que se decidió presentar la candidatura de Barnier, de 74 años, efímero primer ministro de Francia entre el 5 de septiembre y el 13 diciembre de 2024, fecha en que su Gobierno fue derrocado mediante una moción de censura. El veterano político —puede presumir de haber sido ministro bajo cuatro presidentes distintos: François Mitterrand, Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y Emmanuel Macron, sin olvidar sus dos mandatos como comisario europeo— asegura, casi a modo de juramento -como para torcer su sólida reputación de eterno —«candidato a todo»—, que el escaño es su único objetivo.
Pero la ministra Dati, de 59 años, no ha aceptado el veredicto de la Comisión Nacional de Investidura de Lr. De ahí que, con la fama de apisonadora de la política que la precede, se empeñe en ser candidata disidente, arriesgándose a ser expulsada de su partido. Una perspectiva que no la amedrenta: en su opinión, es la persona más adecuada debido a su arraigo electoral por su doble condición de alcaldesa del séptimo arrondissement de París, cuyo territorio solapa en parte el del segundo distrito electoral, y de antigua diputada del lugar en etapas anteriores.
A la polémica ministra le acecha, sin embargo, una contradicción: su verdadera ambición, que no oculta, es convertirse en alcaldesa de París, y no solo de su arrondissement, el próximo año, tras un primer fracaso en los comicios de 2020. Por eso aceptó volver en enero de 2024 al Gobierno, convencida de que su presencia en una cartera como la de Cultura que, en Francia, otorga mucha proyección social y mediática, sirve a su ambición municipal.
Así las cosas, ¿por qué desgastarse, a pocos meses de la cita que lleva tiempo preparando, en una legislativa parcial? Desde su entorno aseguran a Le Point que quiere aprovechar la ocasión para consolidar su autoridad en la derecha parisina. Barnier ha entendido la encrucijada de su rival y, en una entrevista publicada el sábado, le promete apoyo incondicional de cara a las municipales si renuncia a disputarle la legislativa parcial. De momento, la respuesta es negativa. Está por saber si este duelo fratricida perjudicará las expectativas de una derecha parisina que, con sus sempiternas divisiones, ha permitido a la izquierda ganar cuatro elecciones municipales consecutivas desde 2001.