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Pepe Mujica

Pepe Mujica

Pepe Mujica (1935-2025)

Guerrillero marxista que se hizo izquierdista 'guay'

El fuerte crecimiento económico de Uruguay durante su mandato le reconcilió con el capitalismo, pero le permitió legalizar el aborto, el matrimonio homosexual y la marihuana

Pepe Mujica
Nació el 20 de mayo de 1935 en Montevideo, donde falleció de cáncer de esófago el 13 de mayo de 2015

José Mujica Cordano

Partidario de la vía revolucionaria entre finales de los cincuenta y los setenta, encarcelado y torturado en diversas ocasiones, con la democracia fue ministro de Agricultura y, posteriormente, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015.

Se negó a vivir en la residencia presidencial, a cobrar el salario que le correspondía como jefe de Estado –«mejor destinar esa cantidad a la construcción de viviendas»– y en ocasiones acudía a su oficina al volante de un viejo Volkswagen Escarabajo. Estos y otros gestos demagógicos fueron claves para asegurar la inmensa popularidad de la que gozó José «Pepe» Mújica Cordano durante los años –su mandato transcurrió entre 2010 y 2015– en que presidió Uruguay. Una popularidad que se hizo extensiva a amplios sectores de la opinión pública latinoamericana.

Mas el elemento principal sobre el que se asentó la popularidad fue el fuerte crecimiento económico de Uruguay durante aquel periodo; un 3.6 por ciento anual que posibilitó flujos masivos de inversión extranjera, el despegue de los proyectos de energía renovable y una notable disminución del número de personas que vivían en la pobreza. «Por atroz que sea el capitalismo, es el sistema que puede ayudar a crear crecimiento», declaró, paradójicamente, mientras volaba a La Habana en viaje oficial. Semejante contexto permitió a Mújica salvar su narrativa izquierdista legalizando, en menos de un lustro, el aborto, el matrimonio homosexual y la marihuana. La «fórmula Mujica», muy distinta a la de Hugo Chávez en Venezuela, e incluso a la de Cristina Kirchner en Argentina, funcionó.

Aunque ese éxito se hizo a costa de renegar radicalmente de las convicciones de sus años mozos, cuando, obnubilado por el modelo castrista, optó por la vía revolucionaria. Según él, sin violencia. La realidad es algo distinta: en 1970, cuando la Policía le cogió en un bar de Montevideo, sacó una pistola y recibió seis balazos en el consiguiente tiroteo. Tras recuperarse, Mujica fue enviado a prisión, donde, en lo que sería el último «éxito» de los Tupamaros como grupo armado, él y otros 105 rebeldes escaparon por un túnel.

Ante la brutal contrainsurgencia que se desató y la toma del poder por una junta militar derechista en 1973, muchos uruguayos culparon a la guerrilla. Mujica y otros altos cargos tupamaros fueron capturados por la Policía y pasaron más de una década en régimen de aislamiento, siendo a menudo torturados.

Mujica adquirió entre barrotes prestigio y sensatez ideológica, mientras leía libros y cultivaba flores, la profesión de su madre. Por eso, al ser liberado, mientras Uruguay recobraba la democracia, aceptó para siempre las reglas del sufragio universal, siendo elegido parlamentario por primera vez a la edad de 59 años. Dotado de una gran capacidad oratoria y mediática, supo igualmente ser un hábil político al crear, junto con antiguos tupamaros, el Movimiento de Participación Popular, un partido político que se convirtió en una facción clave dentro de la coalición izquierdista del Frente Amplio uruguayo. Pero antes de presentar su candidatura a la presidencia, tuvo que desempeñarse como ministro de Agricultura del progresista moderado Tabaré Vázquez. En ese cargo aprendió el pragmatismo. De allí a la Presidencia, ya solo mediaba un trecho.

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