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25 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

La España de la burocracia inverosímil

No me extraña que cada vez se case menos gente. Cada día es más difícil. Como diría mi padre, es que te quitan la afición. Créanme si les digo que sé de lo que hablo

Actualizada 02:26

Permítanme que les cuente un ejemplo de la burocracia decimonónica española de hoy mismo que me ha tocado de muy primera mano. Porque es inverosímil que en España puedan seguir ocurriendo estas cosas. Conozco muy, muy de cerca a una persona que contrajo matrimonio el pasado 18 de septiembre en el oratorio de una finca sita en Hoyo de Manzanares, Madrid. El 20 de septiembre, con los novios en el viaje que suele seguir a las nupcias, una persona de su máxima confianza fue al Arzobispado de Madrid a recoger el acta matrimonial, pues ésa es la sede laboral de quien ofició el sacramento del Matrimonio. Con esos documentos y las capitulaciones matrimoniales la persona de confianza se fue al Registro Civil de Madrid y entregó la documentación. Todo parecía en orden.
Tres semanas después el matrimonio recibió un sobre certificado del Registro Civil que parecía una alegría: sin duda el trámite se ha completado. Pero no. Decepción: el Registro Civil de Madrid informó el 2 de noviembre –con un apunte manuscrito y sin firmar– que esa documentación tenía que presentarse en el Registro Civil de Colmenar Viejo, calle del Padre Claret 13, de quien depende Hoyo de Manzanares. La persona encargada se dirige a Colmenar Viejo el 2 de noviembre y se le dice que no se puede presentar sin cita previa. Cita que hay que pedir telefónicamente a partir de la 1 de la madrugada. Servicio al cliente se llama esto. Pasada la 1 de la mañana del 4 de noviembre se consigue cita para ir a hacer la consulta aquel mismo día. El Registro Civil de Colmenar Viejo afirma que los de Madrid se han equivocado y hay que volver a la calle Pradillo. Aquello empieza a oler francamente mal.
En Pradillo, donde no hay que pedir cita previa, se presenta otra vez la misma documentación. El mismo día por la tarde el matrimonio recibe una llamada telefónica del Registro Civil de Madrid preguntando por qué se ha vuelto a presentar algo que ya se ha informado que no corresponde a Madrid sino a Colmenar Viejo. El apesadumbrado y –algo hastiado– marido explica que Colmenar no lo ha recibido y ha ordenado devolverlo a Madrid. El 16 de noviembre ya han pasado casi dos meses y el matrimonio sigue sin estar inscrito en el Registro Civil. No está mal la burocracia que en el siglo XXI sigue persiguiendo a los españoles como si Kafka la estuviera ideando. Ese día llega otro sobre certificado del Registro Civil. Alegría revivida: la pesadilla ha terminado. Vade retro Satana con tus tentaciones: todavía queda mucho. Esta vez, en lugar de la nota manuscrita con boli Bic que acompañaba la primera devolución, se envía una carta timbrada y sellada informando de que es el Registro Civil de Colmenar Viejo el que tiene que tramitar la inscripción del matrimonio.
Antes de que el ciudadano convertido en pelota de tenis sufra el nuevo raquetazo que le envía hacia el norte de la Comunidad de Madrid, hay que volver a hacer una llamada pasada la 1:00 de la madrugada del 17 de noviembre que da cita en Colmenar Viejo, para el 15 de diciembre. Casi tres meses después de la boda. El emisario vuelve a presentarse con la misma documentación que las dos veces anteriores, pero armado con la carta timbrada y sellada del registro de la calle Pradillo que sirve como aval y salvoconducto para no ser devuelto con un revés tenístico al Registro Civil de Madrid.
Desconcierto en Colmenar Viejo. La carta es muy clara y no se puede devolver la pelota. Y entonces un funcionario, que al fin quiere ayudar a los ciudadanos, dice la verdad: no es ni Madrid, ni Colmenar Viejo. Es Hoyo de Manzanares, donde tuvo lugar el matrimonio. Pero en Hoyo no hay Registro Civil, depende de Colmenar. Sí, pero es que no hay que ir al registro. Hay que ir al Juzgado de Paz de Hoyo de Manzanares en la calle San Sebastián 4. Inverosímil. Para esto tres meses.
Llegados a este punto, el trámite duró lo que se tarda en conducir de Colmenar a Hoyo, llegar al juzgado, presentar los papeles e inscribirlo. Como en ese Juzgado de Paz no tienen soporte informático, se indica al representante del nuevo matrimonio que aunque ya no se otorgan libros de familia, en Hoyo de Manzanares sí, por no tener conexión informática y que pueden pasar a recogerlo el próximo lunes. Bendito sea Dios.
No me extraña que cada vez se case menos gente. Cada día es más difícil. Como diría mi padre, es que te quitan la afición. Créanme si les digo que sé de lo que hablo.
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