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08 de mayo de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Navarra

A mí nunca me ha parecido bien romper la disciplina de voto. Pero cuando la disciplina es vulnerada por el cien por cien del grupo parlamentario cabe preguntarse si el problema no está en otro sitio que no es el grupo. El problema está en la dirección del partido

Actualizada 04:38

Tuve la suerte de estudiar la carrera de periodismo en la Universidad de Navarra. Por ello viví cinco años en Pamplona donde hice y mantengo muy buenos amigos. A lo largo de los últimos 30 años he visto con verdadera consternación cómo la izquierda filo etarra ha ido ganando terreno político al centroderecha constitucional. Y cómo el Partido Socialista de Navarra se ha entregado a Bildu en un acuerdo que permite al PSOE gobernar en Madrid con el apoyo de la misma Bildu.
La defensa de la identidad navarra frente al intento de subsumir este Viejo Reyno dentro del País Vasco hizo que surgiese una formación política allí, fundada por Jesús Aizpún Tuero. Aizpún era un diputado de la Unión de Centro Democrático que se rebeló contra la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución que prevé la incorporación de Navarra al País Vasco si así lo decide el Parlamento de Navarra y el pueblo en un referendo. Contra eso fundó Aizpún UPN en 1978. Y por eso, para muchos navarros ha resultado incomprensible la voluntad del actual presidente de UPN, Javier Esparza, de pactar con el PSOE que gobierna en Madrid y en Navarra con el apoyo de Bildu. Lo que no se podría entender es que a estas alturas UPN se vaya a convertir en una muletilla lista para reemplazar a Bildu cuando el partido filo etarra niegue el apoyo a Sánchez.
UPN concurrió a las elecciones generales en coalición con el PP. Tiene dos diputados en Madrid y rara vez su voto es decisivo. A mí nunca me ha parecido bien romper la disciplina de voto. Pero cuando la disciplina es vulnerada por el cien por cien del grupo parlamentario cabe preguntarse si el problema no está en otro sitio que no es el grupo. El problema está en la dirección del partido. Como bien dijo en su cuenta de Twitter el diputado Sergio Sayas «En política lo único que no puedes hacer es algo que no puedas explicar a tus votantes. Somos sus representantes y a ellos nos debemos. Por eso nunca tuve un voto tan difícil como hoy, pero tampoco nunca lo tuve más claro». Y la claridad de Sayas se deriva de tener la certeza de que UPN jamás puede respaldar a un Gobierno que ha dado a la izquierda independentista y filo etarra más poder del que jamás han tenido.
Sayas y Carlos García Adanero no tenían nada que ganar con su voto del pasado jueves salvo mantener la cara alta. Les puede costar el dejar de ser diputados en la próxima legislatura. Su expulsión del partido está en marcha porque su presidente, Esparza, les acusa de haber engañado. Desde luego no a los votantes de UPN que siempre fue un partido de principios, no un partido para trapichear con el Félix Bolaños de turno la retirada de una reprobación al alcalde de Pamplona –algo que no tiene consecuencias prácticas– y unos millones de euros de los que el Gobierno de Sánchez reparte graciosamente a sus aliados.
Conviene que quede claro que éste no es un problema navarro. Es un problema de España entera. Porque el objetivo de incorporar la Comunidad Foral al País Vasco sigue muy vivo. Y cuando se logre eso, España estará herida de muerte porque una Comunidad Autónoma Vasca con Navarra dentro habrá más que duplicado su tamaño y su independencia será más viable. Si la pesadilla que ahora se vive en Cataluña la duplicamos en el norte, la situación será insostenible. Los independentistas vascos han aprendido de sus pares catalanes que se logra mucho más sin asesinar. Navarra es su objetivo.
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