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26 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Sánchez premia la tortura infantil

Al que el presidente y sus ministras podemitas no han ofrecido ninguna compensación es al niño que estuvo dos años secuestrado. No sólo eso, le han vuelto a poner en manos de su secuestradora

Actualizada 02:25

Por desgracia el índice de rupturas matrimoniales es altísimo. Todos tenemos a nuestro alrededor personas cuyas uniones fracasaron por una u otra causa, fuera culpa de quien fuese, y eso ha tenido consecuencias para los hijos habidos de aquellas bodas. Yo soy uno de los miles de españoles que está en esa situación.
Viendo en el Boletín Oficial del Estado el indulto publicado ayer en favor de María Sevilla, que fue presidenta de un grupo siniestro llamado Infancia Libre del que no sólo ella ha sido detenida, yo me pregunto si la ley es igual para todos.
Imagínense que yo acusara a la madre de mi hija de haber abusado sexualmente de ella cuando estaban juntas. Voy a juicio y la causa es archivada. No había nada: mi acusación era mentira. Quizá a raíz de ello la Justicia podría conceder la custodia exclusivamente a la madre y quitármela a mí. Parecería una medida lógica. Ya no sería compartida. En estas circunstancias, yo podría decidir saltarme la ley y secuestrar a mi hija. Irme con ella a vivir cerca de una localidad poco poblada, donde nadie nos conociese. Y refugiados allí, vivir prófugos de la Justicia mientras mi hija no iba al colegio. Y mientras tanto, yo presido una asociación que podría llamarse, en lugar de Infancia Libre, Niños en Libertad. Que es precioso, porque nadie quiere niños encarcelados o encerrados. Pero que sería exactamente lo contrario de lo que yo estaría ofreciendo a mi propia hija.
Y un buen día, dos años después de secuestrar a mi hija, la Policía nos ubica y detiene en ese idílico hogar campestre del que no dejo salir a mi niña. Como es lógico, cae sobre mí todo el peso de la ley y soy condenado a dos años y cuatro meses de prisión –que tampoco es tanto peso– y cuatro años de pérdida de la patria potestad. Creo que huelga decir que ninguna asociación de padres o madres o de derechos humanos saldría a defender el secuestro perpetrado por mí.
Pues en España ha ocurrido exactamente eso con el secuestro del hijo de María Sevilla, que hoy tiene 14 años –mi hija tiene 15–. Toda la patulea podemita y más allá salió a defender a la secuestradora del niño y a denunciar a la Justicia. Y como era previsible, Sánchez, que es capaz de vender a su madre por seguir un rato más en la Moncloa, ha otorgado un indulto parcial a la secuestradora de un niño. Gracias al indulto, la secuestradora no tendrá que entrar en prisión, no perderá ningún derecho y sólo tendrá que ejecutar 180 días de trabajos en beneficio de la comunidad. Y ya veremos si en ese concepto no se incluye el «cuidar» de su hijo.
Al que el presidente y sus ministras podemitas no han ofrecido ninguna compensación es al niño que estuvo dos años secuestrado. No sólo eso, le han vuelto a poner en manos de su secuestradora sobre la que el niño ha manifestado reiteradamente su miedo. Cómo dudar de que en España no somos todos iguales ante la ley.
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