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27 de abril de 2024

HorizonteRamón Pérez-Maura

Esos futbolistas privilegiados

Los agentes de aduanas de los Estados Unidos están entre los más antipáticos del mundo. Yo he tenido todo tipo de incidentes -menores- con ellos. Pero ya sabes que no te puedes atrever a discutir porque te deportan sin pestañear

Actualizada 03:15

Tengo una hija de 15 años que es una apasionada del fútbol y del Real Madrid. Tanto que uno de mis cuñados la invitó a la final de París, en la que casi hubo una tragedia en el entorno de Saint-Denis. Yo tenía miedo de que se aficionara tanto que quisiera llegar a ser jugadora de un equipo de fútbol. Pero un buen día me deslumbró con su inteligencia -una vez más- diciéndome que ella quiere ser representante de futbolistas. Ahí me quedé sin palabras. Yo tenía argumentos contra la posibilidad de ser jugadora de un deporte que yo, que soy un carca, veo como un deporte de hombres. Pero la posibilidad de trabajar en los despachos del fútbol me pareció excelente. Ahí estamos.
Todos sabemos la pesadilla que es viajar en estos días. No sólo por las multitudes que se mueven y las restricciones de la pandemia. Sobre todo, por los problemas a la hora de pasar ciertas aduanas. La mayoría de las veces por cuestiones menores. Alguna vez por razones difíciles de explicar. En octubre de 2007 viajé a Estados Unidos. El funcionario de aduanas me retuvo largo rato hasta preguntarme por qué podía ser que no constaba mi salida de Estados Unidos en un viaje que yo había hecho en mayo de ese año. Yo le dije «Mire agente, es un poco difícil de creer…» y él me cortó, sin dejarme seguir: «No se atreva usted a mentir a un funcionario del Gobierno de los Estados Unidos». Cuando aquella inmensa masa humana de color muy oscuro te mira a los ojos fijamente y te dice eso, no sabes muy bien cómo seguir. Así que yo repliqué «Jamás se me ocurriría, agente. La realidad es que no debe constar porque la última vez que salí de Estados Unidos lo hice a bordo del avión oficial de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, para acompañarla en una gira por Europa.» Aquel ser se me quedó mirando fijamente a los ojos durante unos segundos que a mí me parecieron horas y terminó exclamando mientras sellaba mi pasaporte «Too good not to be true» «¡Demasiado bueno para ser mentira!».
Los agentes de aduanas de los Estados Unidos están entre los más antipáticos del mundo. Yo he tenido todo tipo de incidentes -menores- con ellos. Pero ya sabes que no te puedes atrever a discutir porque te deportan sin pestañear. Por eso me ha sorprendido el privilegio del que ha disfrutado un ciudadano español que no es miembro de la Casa Real, ni del Gobierno, ni ex presidente de éste, ni de ninguna institución que represente al conjunto de los españoles. Es un futbolista que ahora ejerce como entrenador y responde al nombre de Xavi Hernández. Un amigo peruano, testigo de lo sucedido, me lo ha narrado así: «Llegamos en el mismo avión (Air Europa UX 97) a Miami. Xavi Hernández tuvo un trato VIP alucinante. Nos retuvieron a los pasajeros de business (donde él también venía) hasta que bajó él solito primero y fue recibido por una relaciones públicas como de 50 años y vestida de azul y una pareja de policías. Un moreno y una mujer (al comienzo los pasajeros pensaban que aquel al que apartaron del resto era un detenido). Viajó en el tren de trasbordo junto al resto de pasajeros, pero al salir se lo llevaron por un ascensor por otro lado. No estuvo en la cola de dos horas que el resto hicimos en Migraciones. Ni se me ocurrió tomar una foto. Los gringos son complicados en sus aeropuertos y hay zonas donde te ponen que no uses el móvil. Encima eran policías. De repente se hubieran puesto hostiles.»
Así que, si eres entrenador del Barcelona, puedes saltarte la cola de aduanas en Estados Unidos. Yo he visto a jefes de Estado y de Gobierno hacerlo. Pero ¿un entrenador de fútbol? Si hacen eso con los entrenadores, ¿qué no harán con las grandes estrellas? Considerando que es un deporte marginal en Estados Unidos me deja sin palabras.
Definitivamente, tengo que decir a mi hija que es mejor ser jugadora de fútbol -que está muy en alza- que representante artístico de futbolistas.
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