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08 de mayo de 2024

Pecados capitalesMayte Alcaraz

Querida Ursula

Si pudiera, la querida Ursula votaría al galán que la pasea por media España y le enseña los tesoros pictóricos que todavía no han podido admirar los Reyes

Actualizada 01:30

La presidenta del club de fans de Pedro Sánchez acaba de pisar la Galería de las Colecciones Reales, a donde la ha convidado su admirado Peter junto al resto del Colegio de Comisarios de la UE con motivo de la presidencia rotatoria española. Lástima de que no hayan venido todos, alertados seguramente de que la chapa propagandística del presidente y candidato a revalidar su puesto no encajaba demasiado bien con la neutralidad institucional que se le exige al Gobierno europeo. Tiene suerte Ursula von der Leyen, cuyo apellido es como una migraña mal tratada, porque ha podido visitar ese museo real antes de que lo inaugure el mismísimo Rey del país que lo acoge. El sanchismo permite estas incongruencias: la inauguración oficial de la Galería, anexa al Palacio Real, se iba a celebrar el pasado 28 de junio, pero fue retrasada al 25 de julio para que no pudiera hacerse un uso electoral de ella.
Así que la obcecación antimonárquica de dear Peter por deslucir el papel de Felipe VI a la menor oportunidad, le ha llevado a «inaugurar» de tapadillo una joya museística con más de 650 piezas de Velázquez, Caravaggio y Goya, entre otros. La falta de institucionalidad del todavía presidente es tan grosera que no tiene parangón entre las democracias occidentales. ¿Alguien se imagina al primer ministro británico robándole el protagonismo en un acto a Carlos III? ¿O al jefe del Gobierno sueco haciendo lo propio con Carlos Gustavo? Pues aquí ocurre y no pasa nada.
Sánchez tenía que agasajar a quien ha sido uno de sus inexplicables baluartes internacionales durante la legislatura. La presidenta de la Comisión europea, conocida como Ursula von der Sánchez, no ha puesto un 'pero' a la gestión de su querido Peter, por más que éste ha perpetrado una reforma constitucional encubierta para debilitar nuestra democracia. Ni un reproche a su errática gestión económica, ni a que hayamos sido el último país en recuperar el PIB prepandemia, ni a que mantengamos el liderazgo en las cifras del paro, triplicando las de los países de la OCDE, ni que rocemos el 30 por ciento en desempleo juvenil, ni siquiera ha dicho media palabra sobre que hayamos aumentado en casi 300.000 millones la deuda pública, ni que el 56 por ciento de los empleos que se han creado en España con Sánchez provengan del sector público, ni que nuestro déficit esté descontrolado al 4,8 por ciento, pese a que hemos batido récord en ingresos fiscales por la alta inflación, ni parece que le preocupe que el PIB per cápita español esté hoy un 17 por ciento por debajo de los países que conforman la zona euro.
Ursula debería ser para Peter una de esas fachas a las que hay que demonizar porque no comulgan con el credo progre –milita en la CDU, el PP alemán, fue ministra con Merkel, es luterana y madre de siete hijos– pero la buena señora ha evolucionado al lado sustancioso de la historia, donde habitan los Sánchez, las Yolandas y los Iglesias y por eso ha sido indultada. Ursula ha abrazado el ecologismo –su posición ante Doñana fue de aurora boreal–, el feminismo y el progresismo y, como su adorado español, ha puesto en el punto de mira al empresariado europeo que crea riqueza amén de perseguir a las eléctricas. Ella es la encarnación misma de la Europa del desistimiento, defensora de la abdicación de los valores europeos (en Francia saben bastante de esto) mientras los ciudadanos del continente dedican su tiempo a firmar manifiestos contra el acoso al estornino o la persecución al género fluido.
Doña Ursula se ha dejado utilizar durante estos años por el latin lover que además ha instrumentalizado esa relación, en contraposición a la frialdad de la presidenta con sus correligionarios del PP. A última hora, fue obligada a grabar un vídeo para Feijóo en la interparlamentaria del pasado septiembre, para lavar su imagen de groopie sanchista en Bruselas. Pero no lo ha conseguido. Von der Layen, aunque se haga la tonta, es corresponsable de que el Gobierno de Sánchez esté vendiendo la especie de que si gobierna la derecha peligrarán los fondos europeos. Ha faltado –en esto también– un desmentido enérgico por parte de la baronesa, tan exigente con Hungría o Polonia por sus políticas migratorias, y tan laxa con quien ha desmontado el entramado jurídico e institucional de la cuarta economía europea.
Si pudiera, la querida Ursula votaría al galán que la pasea por media España y le enseña los tesoros pictóricos que todavía no han podido admirar los Reyes. Esa amistad es el fruto de tantos años mirando hacia otro lado para no ver las barrabasadas que nos hacía Peter, su dear Peter.
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