A Navarra se le atraganta el vasquismo
Bildu en el Ayuntamiento de Pamplona, rodillo provasco y un Gobierno de socialistas sostenido por nacionalistas… ¿Por qué se van las empresas? Imaginen
Disculpen la batallita, pero sirve para ubicar el tema. A comienzos de los ochenta me fui a estudiar Ciencias de la Información a Pamplona (en lugar de tener la inteligencia superior de mis hermanos, que tuvieron más ojo y eligieron Medicina, en vez del fatigoso y mal pagado oficio de gacetillero). Me marché de La Coruña y noté al momento que había llegado a una ciudad que estaba muy por delante de la mía, instalada en el futuro. Hasta los cajeros de la caja de ahorros local eran mejores.
El perfecto trazado urbanístico de Pamplona, el espíritu cooperativo y la seriedad organizativa de los navarros. La extraordinaria Universidad de Navarra, la peluquería de decoración ochentera de Pío XII donde me trasquilaban unas tías que parecían salidas de un vídeo de Alaska, el Viceversa y el Casino Eslava de nuestras incursiones noctívagas, los agradables bares de la Avenida de Bayona, con una calidad de tapas para mí desconocida, el arbolado y los parques… Navarra estaba muy por delante de la Galicia donde yo siempre había vivido.
Hoy sigo yendo de vez en cuando a Pamplona, donde disfruto de familia y amigos, y por supuesto también viajo a mi ciudad natal atlántica. Como observador neutral que vive en Madrid, noto que las tornas se han invertido. Haciendo ahora la comparación, la urbe que luce moderna y pujante es La Coruña, ya no Pamplona. Incluso los datos del INE muestran que sus rentas per cápita casi se han igualado, algo que parecía un imposible en los ochenta; y de hecho Oleiros, pegado a Coruña, supera de largo a la capital navarra.
¿Qué ha pasado? Mi teoría es que los coruñeses han mostrado más ingenio empresarial que los pamplonicas (ahí están Inditex y Estrella Galicia, como motos). Pero además no se han dedicado a fomentar un ambiente excluyente, lo que sí ha ocurrido en Navarra desde que en el verano del 2015 llegó al poder Geroa Bai, una franquicia del PNV. Ese clima ha continuado con el PSOE de Chivite, que gobierna a lo Sánchez —sin ganar las elecciones y sostenida por los separatistas— y con el disparate de dar la alcaldía de Pamplona al partido de ETA. De propina, Navarra es hoy la región que más carga el IRPF en algunos tramos salariales.
Este domingo se manifestaron en Pamplona unas cuatro mil personas en protesta por la preocupante desindustrialización de Navarra. De manera sintomática, la marcha había sido convocada por los comités de empresas de siete compañías, algunas muy grandes, que han anunciado que se marchan, o que van a recortar personal. En total hay 2.000 empleos industriales en el alero, cifra muy relevante para una comunidad uniprovincial.
Muchas de las pancartas de la protesta estaban en vascuente, idioma que apenas se utiliza en Pamplona como lengua de uso diario, pero que es la correcta políticamente, la que fomentan quienes allí gobiernan. Se veían leyendas como «Nafarroako industriaren» (sin duda la palabra «industriaren» forma parte del milenario euskera). Los manifestantes pedían al Gobierno navarro que apruebe una «ley garantista» contra las deslocalizaciones. Lo cual muestra un desconocimiento severo de cómo funciona la economía. Las empresas toman sus decisiones por un criterio de rendimiento, y si se quieren largar, por desgracia no existe reglamento regional que las frene.
Acaba de publicarse un interesantísimo informe, recogido por Navarra Confidencial, sobre el trasvase de empresas entre comunidades autónomas en 2024. Madrid es la que en el saldo recibe más compañías de otras regiones (266). La siguen Valencia (142), Baleares (38) y Galicia (35). ¿Y quiénes cierran la tabla? Vaya, vaya… pues resulta que son las de las grandes apuestas identitarias: País Vasco (-65), Navarra (-88) y Cataluña (-371).
La mejor política industrial para esta Nafarroa en crisis sería recuperar el espíritu de gran Navarra, la región abierta a España que contaba con enormes simpatías en todo el país. Una comunidad donde todos nos sentíamos como en casa. Pero en lugar de eso, los que hoy mandan allí trabajan de sol a sol para crear un satélite del País Vasco, copiando las aristas más excluyentes del nacionalismo. Ante semejante planazo, las empresas se van fugando en un goteo constante, porque nadie quiere quedarse donde no es bienvenido, donde le complican la vida en nombre de rancios ombliguismos identitarios.
La realidad es tozuda y la fórmula no falla: a más España y más apertura, más éxito (ahí está el ejemplo paradigmático de Madrid). Pero bueno, sigan si les place con Bildu y Geroa Bai, que sabido es que encarnan la ruta de la buena vecindad y los grandes negocios...