Panda de hipócritas
Con el incumplimiento del contrato de las balas, Sánchez demuestra una vez más que sólo vive para resistir en el poder sin importarle que seamos los españoles, con nuestros impuestos, los paganos de la factura priorizando sus intereses personales a los generales
La extrema izquierda que forma parte del gobierno de la «guerra de Gila» se pone estupenda y quisquillosa por comprarle seis millones de euros en balas a Israel mientras traga con los 10.400 millones del rearme de Sánchez aprobado en el Consejo de Ministros. Yolanda Díaz y su sindicato de intereses, Sumar, tienen más tragaderas que el túnel de San Gotardo. Amenazan con la boca pequeña con romper el Gobierno cuando es sabido que después de pisar moqueta y disfrutar de coche oficial no se van ni a tiros. Asidos a sus carteras han arraigado en los despachos ministeriales como las acacias. Menos mal que venían a regenerar la vida política y a no encastillarse en los cargos anteponiendo siempre la ética y la coherencia.
El postureo de Sumar sobre el episodio de la munición israelí ha evidenciado que más bien parece de fogueo y que sus balas políticas son tan letales como las que el Beni de Cádiz esquivó en el cine viendo una del oeste. Agazapado tras las butacas emprendió el camino del baño en medio de una balacera de la película con la consigna siguiente a su acompañante: «Pericón, cúbreme que voy a mear».
A Sánchez y su banda, a veces, hay que tomárselos a guasa a pesar de la gravedad y consecuencias negativas de muchas de sus decisiones para no caer en la depresión y en la resignación. No hay otra si queremos sobrevivir a tanta frustración e indignación mientras el «rey del trile» siga en la Moncloa. Con el incumplimiento del contrato de las balas, Sánchez demuestra una vez más que sólo vive para resistir en el poder sin importarle que seamos los españoles, con nuestros impuestos, los paganos de la factura priorizando sus intereses personales a los generales. Que más dan 6 millones de euros de indemnización si el dinero público no es de nadie (Carmen Calvo dixit), o como aseguró el eslabón perdido, Óscar «Torrente» Puente, en la comisión del Senado que investiga el caso Ábalos para restarle importancia al episodio de la «sobrina»: «la gente no se pega por puestos de trabajo de 900 euros», pagados, eso sí, de nuestros bolsillos a la amiguita de Ábalos por sus prestaciones sexuales al señor ministro, o como sentenció la desquiciada ministra de Hacienda ante su falta de rigor presupuestario: «Chiqui, Chiqui que más da 1.000 millones de euros arriba o abajo». Sólo le faltó añadir que ella termina siempre cuadrando las cuentas públicas a martillazos mientras sigue exprimiéndonos con impuestos.
La extrema izquierda ministerial ha salvado la cara a costa de «sacrificar la seguridad de España por motivos políticos», como le reprocha Israel a Sánchez, cuyo gobierno de hipócritas rompe amarras y contratos con el Estado judío por el conflicto en Gaza mientras no tiene inconveniente en comprar gas ruso y pagarle su guerra a Putin para que siga bombardeando a los ucranianos.
Sánchez ha echado una mano a Yolanda Díaz y su cada día más irrelevante formación Sumar, quizás para frenar su declive electoral en las encuestas dándole este balón de oxígeno, a costa de que seamos los ciudadanos los que paguemos la indemnización a la empresa israelí de las balas por el incumplimiento del contrato mientras ha desautorizado y dejado en evidencia a Marlaska. Otra muesca negativa más en su criticada y reprobada carrera como ministro del Interior jalonada de decisiones y declaraciones polémicas e impropias de un profesional que ejerció la judicatura y que hace ya tiempo debió dimitir como ministro antes que perder la dignidad y a la vez, en la misma proporción, el reconocimiento y prestigio alcanzados como magistrado de la Audiencia Nacional; donde difícilmente podrá regresar sin ruborizarse y avergonzarse. Quizás por ello, abrasado y desprestigiado como está, se comenta entre sus próximos, le ha pedido a Sánchez dejar el Gobierno y refugiarse con su pareja en el extranjero. Concretamente como embajador en una capital europea. A esa puerta giratoria parece que ha fiado su futuro antes que presentarle su renuncia a Sánchez y no dejarse más jirones de respetabilidad anclado al Gobierno. Veremos y, en cualquier caso, si el pago a los servicios prestados tan controvertidamente es largarse a una capital europea, tanta paz lleve como descanso deje.