El «sindicato ultra» adelanta a Bolaños por la derecha
¿Quién se lo iba a decir a Bolaños? ¿Quién le iba a decir –con todo lo que ha dicho de Manos Limpias– que le iban a adelantar por la derecha a la hora de preservar el buen nombre de su presidente?
De todo lo que se ha publicado sobre los mensajes de Pedro Sánchez y su escudero José Luis Ábalos, lo que más me sorprende no es su contenido, sino que los tuviera Koldo García en casa de la misma forma que custodió en su momento las actas que le permitieron presentarse a las primarias. ¿Qué clase de organización es el PSOE para que un portero de puticlub en excedencia guarde bajo llave los mensajes de su jefe y su número dos?
Sea como sea, el caso es que la cadena de custodia se ha roto y hemos podido confirmar lo que muchos ya sabían: que Sánchez no tolera de la disidencia, así como hay gente que no tolera el gluten o la lactosa. Es ver una entrevista de Page en La Razón o un tuit de Lambán defendiendo al Rey y le entran picores por todas partes menos en los pulgares, necesarios para escribir los mensajes.
Tal y como acaba de publicar este periódico, la asociación Manos Limpias ha denunciado la filtración de estos whatsapps ante la Fiscalía alegando que «vulneran la intimidad de Sánchez». ¿Quién se lo iba a decir a Bolaños? ¿Quién le iba a decir –con todo lo que ha dicho de Manos Limpias– que le iban a adelantar por la derecha a la hora de preservar el buen nombre de su presidente? Hoy, en un giro de guion imprevisto, acuden a la Fiscalía con un argumento bastante válido: «Lo que pretende esta acción judicial –alegan– es que se respete el Estado de Derecho y la legalidad vigente (...). No se pretende defender al agraviado sino defender a la institución que representa».
Cada día que pasa pienso más que el nudo gordiano de esta legislatura no pasa por aprobar los presupuestos generales del Estado –el Gobierno ya ha dicho que el artículo 134 de la Constitución le tiene sin cuidado–. La clave de estos dos años que restan pasan por el amasamiento torticero de la ley de enjuiciamiento criminal para que sean los fiscales los que instruyan las causas judiciales. Y pasa también por la aprobación de lo que conocemos como ley Begoña, que pretende tocar con efecto retroactivo la figura de la acusación popular para salvar el pellejo de la familia del presidente. Es ahí donde el separatismo, que custodia las llaves de la Moncloa de la misma forma que Koldo custodiaba los mensajes presidenciales, podrá cobrarse el precio que quiera. Si para aprobar la investidura y cuatro decretos sobre bonobuses le sacaron una amnistía, un cupo fiscal y las competencias en materia de inmigración, ¿qué no haría Sánchez por salvar a su familia? Si Puigdemont se lo pide, hasta afiliarse a Manos Limpias.