«Es que están locos»
Ese es el simple resumen de Sánchez y su equipo que me hace mi veterana madre… y lo peor es que me quedo pensando que no le falta razón
Siento aprecio por el sentido común de la gente de ayer. Esa reconfortante naturalidad con que los abuelos llaman a las cosas por su nombre evidente, sin sucumbir a la pegajosa autocensura de la corrección política. Mi madre está en la recta final de su octava década y le sigue encantando la política. Tras la detención de Cerdán, la telefoneé a su torre de vigía coruñesa para comentar la jugada y la consiguiente reacción del sanchismo. «Es que están locos», fue su sencilla evaluación. Lo peor es que me quedé pensando que no le falta razón.
María Jesús Montero, que es todavía vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda, ponía a finales del año pasado «la mano en el fuego» por Cerdán. Se mostraba muy molesta en sede parlamentaria ante las acusaciones de corrupción e insultaba a los medios que iban destapando el caso, como El Debate. Nuestra agitada Marisu de Triana destacaba con orgullo que «los dos formamos parte de la dirección de mi partido e incluso tengo una relación de amistad con él». Ayer su amigo Cerdán fue enviado de cabeza a la trena por el juez del Supremo. Y ahora Montero ya no lo conoce de nada: «Esa persona no tiene nada que ver con el PSOE», despejó Marisu ante los micrófonos, quedándose tan ancha.
En política cabe girar, maquillar la realidad, buscar disculpas y subterfugios… Pero propinar coces a la realidad con la soltura de Montero, mantener con idéntico careto impertérrito una cosa y su contraria... eso me lleva a la conclusión de mi madre: aquí hay un desarreglo de coco, esta gente no está bien.
Parte del problema de España radica en la psicología de Sánchez, que combina el rencor de Tiberio —sin su capacidad administrativa— con un populismo corrupto a lo Catilina. Y su equipo se ha contagiado de la personalidad revirada del líder supremo.
Un presidente que imparte lecciones engoladas a la ONU en la misma hora en que su hombre fuerte ingresa en la cárcel no está muy en sus cabales. Un presidente que se atornilla al cargo con deje chuleta cuando tiene en el banquillo a su mujer, su hermano, su exministro de cabecera y su fiscal no está muy en sus cabales. Un presidente que cree que se puede gobernar un gran país europeo sin presupuestos y pasando olímpicamente del Parlamento no está en sus cabales. Un presidente que monta pollos internacionales para tapar sus mierdas domésticas, haciendo que su país pague sus problemas de corrupción, no está muy en sus cabales. Un presidente que primero secunda la respuesta del Estado para frenar el golpe independentista de 2017 y que luego se conjura con los golpistas para asaltar el poder y acaba amnistiándolos con una prevaricación de manual en el TC.... pues no está en sus cabales (o es un felón a su patria).
Estamos intentando enjuiciar desde los parámetros de la normalidad unos comportamientos absolutamente anormales. Nos enfrentamos, en efecto, a «gente que está mal de la cabeza». Gente que ha dinamitado el principio de realidad y ha anulado así la posibilidad de una discusión lógica, basada en hechos, porque para ellos existe un principio superior que lo anula todo: que no gobierne jamás la derecha.
Solo cabe batallar contra ellos sin una sola cesión. Y urge bajarse del guindo: el mítico «PSOE verdadero», con el que a veces fabula el PP, no existe. El PSOE verdadero es este. El PSOE es el partido que traicionó doblemente a la República en 1934 (en Asturias y en la proclamación del Estado Catalán). Es el partido que a comienzos de los setenta todavía recogía en sus estatutos el «derecho a la autodeterminación de los pueblos de España». Es el partido de la podredumbre del felipismo, que ya se olvida porque ahora le da algún pellizco a Sánchez. Es el partido del mayor caso de corrupción de nuestra historia —los ERE del PSOE— y el que perpetró la tremenda machada de auto perdonarse desde el TC. Es el partido que con Zapatero recuperó el guerracivilismo, que vendió España a Puigdemont en el extranjero y que abrazó al partido de ETA y soltó a sus sicarios.
Es, en fin, la nave de los locos. No habrá cordura política en España mientras no se proponga una ruptura completa con el modelo económico y social del PSOE, tan interiorizado por los españoles que incluso es la horma mental de parte del centro-derecha.