Rostro demacrado, pasión masoca
A pesar de la fachada altiva y el maquillaje, lo está pasando de pena y se nos ha quedado en el chasis, ya parece un anuncio ambulante de Ozempic
Siempre que lo digo recibo algún rejón, a veces bien argumentado. Pero voy a recaer: el futuro de los grandes países, categoría en la que figura España, pasa por competir en la cancha de la innovación puntera y la tecnología, no por el entrañable campo, aunque también sea necesario. En un mundo donde el más tonto hace relojes, para poder dar la batalla se requiere una educación superlativa, un Estado que no coarte la creatividad y unos grandes buques empresariales capaces de operar como puntas de lanza del ingenio.
Ejemplo clamoroso es lo ocurrido en Dinamarca con la farmacéutica Novo Nordisk, fundada en 1923. A comienzos de esta década, la firma comenzó a investigar con la semaglutida para tratar la diabetes tipo 2. Observaron enseguida que tenía también efectos adelgazantes y hoy sus medicamentos Ozempic y Wegoby son un bum, que ha cambiado el porte de muchas personas dejando atrás kilos sobrantes. El éxito empresarial ha sido tal que la capitalización bursátil de Novo Nordiks, que tiene 48.000 empleados, superó en 2023 el PIB de la propia Dinamarca.
Los pioneros en recurrir a Ozempic fueron los divos de Hollywood. Pero hoy se ha universalizado, a veces con poca cautela. España también se ha llenado de personajes que aparecen de repente con la ya conocida como 'cara de Ozempic'. Los carrillos felices de antaño se ven sustituidos por un nuevo rosto enjuto, un tanto desmejorado.
Vemos a Mi Persona deambulando por la vacua cumbre de la ONU, tratando de escapar de las preguntas incómodas, y su cara está tan demacrada que parece un anuncio de Ozempic. Aunque en este caso el adelgazamiento no ha necesitado aguja. Ha sido a golpe de disgustos.
Recordamos aquellos pomposos días del 'Gobierno bonito', que llegaba tras los horrores corruptos de la Gürtel, que con tanto ahínco denunciaba el honesto líder del honrado PSOE. Una vez instalado en el sueño de su vida, la Moncloa, Mi Persona nos deleitaba con encantadores vídeos propagandísticos. El Apolo progresista trotaba por los jardines monclovitas en ropa de deporte, acompañado por su perrita blanca Turca. Hoy, enflaquecido, tenso y macilento, nada queda de aquel musculado y sonriente Adonis. Una metáfora biológica de cómo se ha marchitado el sanchismo.
Las noches de duermevela y la acumulación de raptos de nervios y cólera pasan su factura a la cesárea faz del líder. El rostro se ha afilado, con un curioso perfil pajarero, como de ave rapaz acosada. Hay ojeras acusadas, pese al pote de maquillaje, y un deje de cabreo en la voz. La pérdida de peso resulta acusada. Los trajes, antaño ceñiditos hasta lo horterilla, ahora le caen flojos. En las camisas falta cuello para rellenarlas. El pelo empieza a encanecer, con un mechón blanquecino en el frente (que a los malosos fachosféricos les recordará al del gamberro líder de los destructivos Gremlins).
Realmente tiene un punto ridículo verlo fardar en la ONU sevillana de su inglés, divagando con palabras gastadas sobre temas globales en los que nada pinta, mientras el PSOE y el Gobierno se van desplomando en cascotes a su alrededor.
No hay día ya sin su disgusto. El lunes, su Santos entró en la trena. Y ese mismo día, revés para el hermanísimo: la justicia tumbaba el aforamiento tramposo de Gallardo. El martes, un alto empleado de Google canta que la asesora de Moncloa que trabajaba para los negocietes particulares de Bego acudió trece veces a verlo para las cositas de la cátedra extraordinaria (dando la razón así a Peinado: el matrimonio Sánchez-Gómez desvió fondos públicos para los asuntos empresariales de ella).
Mañana, quién sabe… ¿Tirarán de la manta el exministro maratoniano del amor, o el talador de árboles que lo grababa todo? ¿Se verán salpicados más ministros y alguna presidenta del Congreso? ¿Aparecerá en alguna grabación la voz del cerebro supremo? ¿Nos darán un susto las aventuras comerciales de Zapatero...?
No ha estado listo aquel que se cree el más listo. Ha mostrado una veta masoquista poco inteligente. Si hubiese hecho un Antonio Costa… Si se hubiese apartado ante el primer caso de su familia, entonces podría haber mantenido el espejismo de su prestigio y hasta pillaría algún buen chollo internacional (pues aunque parezca increíble tenía engañada a mucha gente por ahí fuera, empezando por Ursula von der Sánchez, que hacía ojitos y risitas a un mandatario que estaba erosionando la democracia española de manera implacable).
Hoy el mundo ya conoce al verdadero Sánchez. Sus tropelías cruzan el charco y la prensa de Miami habla de la película Sexo, mentiras y cintas de vídeo para chotearse de su Gobierno. The Times lo llama Mr. Teflón en sus editoriales. Los dirigentes europeos empiezan a considerarlo tóxico (véanse las sonadas ausencias de Sevilla).
Desde julio de 2023, Sánchez era lo que la jerga política estadounidense denomina «un pato cojo», un presidente sin atributos. Hoy es un pato laqueado, que ha elegido abrasarse a cámara lenta en la brasa que él mismo prendió con su nepotismo y su amoralidad táctica.