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28 de abril de 2024

Cartas al director

El mayor disparate de nuestro tiempo

Vivimos unos tiempos en los que, a toda vista, estamos desquiciados, alocados, perturbados y claramente obsesionados con la muerte, forzados a admitir que esta es buena y que puede o debe practicarse sin la menor objeción. O si no observemos: aborto, eutanasia. ¿Qué es el aborto? Asesinar a un niño en el lugar donde se desarrolla su vida, el más íntimo, el de mayor protección, el que le alimenta hasta que salga a la luz y lo haga con sus propios órganos. ¿No es una brutalidad de tamaño mayúsculo asesinar a un pequeño que no puede defenderse, que no ha hecho nada malo y que necesita todo tipo de ayuda? Pues de este grave delito nos hablan los políticos con una terrorífica naturalidad, con la intención de habituarnos a ello y que lo consideremos algo normal y saludable. En la industria del aborto, la principal fábrica mundial de matar, ha asesinado a 383.460 bebés en el último año (44 a la hora). Existen otras muchas fábricas de matar más. ¿Hay alguna brutalidad mayor que ésta en nuestro mundo?
¿Qué es la eutanasia? Bueno, es algo que ha existido siempre, pues siempre ha habido personas que se suicidaron por algo, un contratiempo, un desengaño, un maltrato, o vaya usted a saber, y que decidieron acabar con su vida en un acto incontrolable y de enajenación mental. El obispo de Córdoba cuestionó que sea posible «hablar de progreso en nuestra sociedad» cuando «los derechos humanos son cada vez más conculcados». ¿Cuál será la razón por la que los políticos se someten al NOM para admitir el asesinato de seres humanos y considerar que son «obras loables»?
¿Son estos actos dignos de que se despenalicen para apoyar su ejecución y libremente se practiquen? Hay una pobre ministra, la de desigualdad, que de ética = 0, lo mismo que de inteligencia y a la que está obligado el irresponsable presidente a permitirle todas las fechorías que se le ocurran, aunque con ello se degrade la moral del pueblo, ya que al Sr. Sánchez el pueblo es lo último que le preocupa, solamente quiere que le voten.

Pablo D. Escolar

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