Cartas al director
Igualdad de oportunidades
La política o vuelve tonta a la gente o dilata tragaderas hasta límites inimaginables.
Sánchez tiene mérito. Ha logrado reunir una guardia pretoriana que le profesa fidelidad perruna y atesora un altruismo por el que no dudan en sacrificar sus mejores virtudes, alguna tendrán, si es a beneficio del jefe. Y de paso, puto amo, del propio.
Ignaros, ignorantes y necios para la RAE, o magníficos actores, —Cassen, Saza, Agustín González, Gracita, Rafaela… cuánto tendrían que aprender— todos los días nos intentan colar todo lo que favorece una historia a su medida.
Hace poco un joven exconsejero de sanidad, universitario, afirmaba con ignorancia supina o calculada que había estudiado gracias a las becas de Felipe González. El PIO, Patronato de Igualdad de Oportunidades, nunca existió.
El ministro Albares, licenciado en Derecho y diplomático de carrera, ignora, supongo que, de forma intencionada, que Margarita Salaverria fue la primera diplomática de carrera, para darle el nombre de Isabel Oyarzábal, a un premio. Oyarzábal fue una socialista de la que no dudo de sus méritos, fue inspectora de Trabajo por oposición, pero, aunque nombrada embajadora durante la guerra en Suecia y Finlandia, no era diplomática.
El rigor no es la mejor virtud de los pretorianos, pero el fin justifica los medios.