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Cartas al director

¿Polarización?

Polarización es la palabra de moda entre políticos y comentaristas en buena parte del mundo democrático. En los últimos años, se ha utilizado para describir casi cualquier conflicto político. Sin embargo, hablar de polarización como un único fenómeno nos hace perder algunos matices importantes de los hechos históricos concretos a los que se refiere.

Por tanto, cuando usamos la idea de polarización deberíamos preguntarnos a qué nos referimos exactamente. La polarización es una estrategia política que trata de dividir a los votantes en bloques y se alimenta de mensajes simples que apelan a las emociones de los ciudadanos. Tal vez los políticos siempre han tirado de la polarización para difundir sus ideas, pero lo novedoso ahora es lo «efectivo» que resulta hacerlo a través las redes sociales. La primera víctima de esta forma de hacer política es «la racionalidad» y el análisis de argumentos complejos.

Puede que en pocas cosas estén de acuerdo derechas e izquierdas en estos últimos años, pero si hay algo que no discuten es la idea de que el mundo «se ha polarizado». Los debates se han vuelto abruptos y la polarización es la clave a la que siempre se recurre tanto para explicar las grandes cuestiones del momento como para justificar esa atmósfera enrarecida. Sin embargo, cabría preguntarse de qué se habla cada vez que se la mienta y si el presente está o no más polarizado que el pasado. La realidad es demasiado compleja como para resumirla en una palabra de moda. Los partidos han encontrado que apelar a las emociones es mucho más efectivo que apelar a las razones.

España es un país muy polarizado, según las últimas estadísticas. Para saber si los datos dicen la verdad, cabe preguntarse si hemos reducido o abandonado el trato con algunos amigos para evitarnos una acerba discusión política. También es posible sopesar el grado de paciencia con el que escuchamos opiniones distintas de las nuestras. Un tercer modo de saber si estamos o no polarizados consiste en examinar si ahora hablamos más o menos de política, o si personas a nuestro alrededor, a quienes suponíamos sanamente insensibles al taladro de la actualidad, exponen de pronto, generalmente en redes sociales, opiniones iracundas y dogmáticas.

Rafael de Miguelsanz

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