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29 de marzo de 2024

En primera líneaEnrique Ossorio

Jaque al Bachillerato

Estamos inmersos en una espiral de degradación de la calidad educativa que sobrepasa la capacidad de asombro de cualquier persona sensata y amenaza con dejar inerme y sin pulso a la sociedad

Actualizada 22:42

Ahora que la mediocridad se cierne sobre la educación conviene recordar lo que con tanto acierto acuñó Gregorio Luri: «La escuela no es un parque de atracciones» y, también, una reflexión muy reciente de Fernando Savater: «A nadie se le mejora su autoestima por tratarle como un sabio cuando es un ignorante». Voces lúcidas que caen en saco roto ante cada nuevo paso que da el Gobierno sanchista para implantar su ley educativa. Estamos inmersos en una espiral de degradación de la calidad educativa que sobrepasa la capacidad de asombro de cualquier persona sensata y amenaza con dejar inerme y sin pulso a la sociedad.
La última hornada de dislates ha llegado con el proyecto de Real Decreto por el que se establece el currículo del Bachillerato. Ya sabíamos, por el articulado de la ley Celaá y por los currículos de las etapas educativas obligatorias, que el actual Gobierno de España y sus socios entienden la educación como un territorio de vulgaridad, conformismo y condescendencia, donde da igual aprobar que suspender, los profesores ejercen de amiguetes y el esfuerzo es cosa de frikis. Refugiados en el buenismo, perseveran en el gran error de eliminar exámenes y regalar aprobados a los estudiantes, con la pretensión de hacerles el gran favor de no provocarles ansiedad o frustración.
La gran aportación del decreto de Bachillerato es que, a partir de ahora, existirá la posibilidad de presentarse a la EBAU con un suspenso, pese a que, en paralelo y como agravio comparativo, no hay facilidades de ese tipo para los alumnos que cursan titulaciones de Formación Profesional. Además, con ese mismo criterio laxo también podría permitirse a quien oposite a administrativo, juez o policía presentarse al segundo examen sin haber superado el primero.
Otro desatino del decreto es la creación de una nueva modalidad de Bachillerato, denominada «Bachillerato General», que se suma a las existentes hasta ahora y que incluirá dos asignaturas, Matemáticas Generales y Ciencias Generales, diseñadas como un mero barniz superficial de conocimientos y no como una base sólida para poder desenvolverse después, con éxito, en la etapa universitaria. Para redondear el despropósito, se recomienda a quienes cursen este Bachillerato escoger en primero «Emprendimiento y Actividad Empresarial» y en segundo «Movimientos Culturales y Artísticos». En definitiva, un batiburrillo incongruente e inútil para afrontar cualquier posible itinerario de la Educación Superior.
Jaque al Bachillerato 5-11-21

Paula Andrade

¿Qué se busca, entonces, con ese Bachillerato? El argumento oficial –convenientemente aireado por el medio de comunicación al que se filtró el decreto– es que será una opción útil para aquellos jóvenes que aún no han decidido qué grado universitario estudiar; pero la realidad no es tan bienintencionada. El objetivo de este «mix» facilón es el de poder repartir títulos low cost a destajo y maquillar así los resultados educativos ante la sociedad. Al igual que en la jugada de ajedrez «gambito de dama», se sacrifica el peón blanco –la exigencia– para controlar mejor el centro del tablero –la titulación–, pero se olvidan de que esta apertura no siempre garantiza el éxito, en este caso, el educativo.
Por supuesto, el decreto también vincula los contenidos lectivos a la verdad oficial del actual Gobierno, especialmente en la asignatura de Historia. Así, establece como objetivo preferente de la materia «identificar la diversidad identitaria de nuestro país» y formar a los alumnos en la «existencia de identidades múltiples». Son enunciados que conectan directamente con los intereses de los nocivos socios parlamentarios de Pedro Sánchez y que vulneran la neutralidad exigible en las aulas.
El sesgo ideológico del nuevo Bachillerato está igualmente presente en la introducción por doquier de la «perspectiva de género» y en la forma de abordar determinados acontecimientos históricos. Al ensalzar «las grandes reformas estructurales» y «logros de la II República» frente a «las reacciones antidemocráticas que se produjeron», se introduce sibilinamente en las aulas la doctrina oficial y propagandística del Gobierno de Sánchez sobre la Guerra Civil, al margen de cualquier estudio histórico serio.
Así estamos: jaque al Bachillerato tal y como lo conocemos, al servicio de la rebaja de la exigencia en el aprendizaje, del sectarismo y de la liquidación del espíritu crítico. La buena noticia es que no acabará en mate porque, como venimos acreditando día a día en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, es posible una alternativa capaz de restaurar la cordura y la calidad en la educación.
  • Enrique Ossorio Crespo es consejero de Educación, Universidades y Ciencia y portavoz del Gobierno de la Comunidad de Madrid
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