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20 de abril de 2024

En primera líneaJavier Badía

Cuestiones de género

Si no distinguimos entre género (gramatical) y sexo (biológico) podemos colegir que ya no hay diferencias biológicas, solo socioculturales. La confusión está servida

Actualizada 05:03

En Al otro lado del espejo, continuación de Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll escribe este significativo diálogo entre la protagonista, Alicia, y Humpty Dumpty, el hombre huevo:
–Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.
–La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
–La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién es el que manda…, eso es todo.
Este diálogo viene a cuento del uso intensivo de la palabra género al que hemos asistido estos días atrás. Muy especialmente, violencia de género, con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres (el 25 de noviembre), que en España se ha reconvertido en el Día Internacional contra la Violencia de Género. Y resulta que género, mire usted por dónde, es un eufemismo para decir sexo. Aunque no solo. Porque ahí es donde aparece nuestro Humpty Dumpty particular.
Por ejemplo, en el proyecto de Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU) con el que el Gobierno quiere sustituir la Ley Orgánica de Universidades (LOU), de 2001, la palabra género aparece veintitrés veces y no siempre con el mismo significado. Recojo aquí algunas locuciones: equidad de género, sesgo de género, diferencias de género, igualdad de género o paridad de género, donde si sustituimos género por sexo, probablemente acertaremos. Donde dice perspectiva de género, podríamos decir perspectiva feminista; donde dice informes de impacto por razón de género, podría decir por razón de igualdad, y donde dice violencia de género, podría decir violencia machista.
Para entenderlo mejor, con una cita más extensa:
«En el ámbito de la investigación, se impulsará la reducción de las diferencias de género (léase diferencias de sexo) en las vocaciones científicas y se promoverán proyectos científicos con perspectiva de género (léase perspectiva feminista), así como la paridad en los equipos de investigación y el aumento de mujeres como investigadoras principales».
Así pues, género puede significar cosas diferentes, pero, sobre todo, y según el Diccionario de la lengua española (DEL): grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico.
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Lu Tolstova

La palabra género tiene en español un significado gramatical, masculino o femenino. Por ejemplo, el género gramatical de ballena como cetáceo es femenino (la ballena), pero puede ser un mamífero macho. El género no es sexo. Las palabras tienen género (y no sexo), mientras que los seres vivos tienen sexo (y no género). En español, la concordancia se establece por género y no por sexo: «Las víctimas fallecieron de inmediato. Todas eran varones».
En 2004 la Real Academia Española (RAE) ya se pronunció, por razones estrictamente idiomáticas, en contra de la expresión violencia de género, cuando el Gobierno de Rodríguez Zapatero elaboraba la ley que llevaba ese nombre y con el que se aprobaría definitivamente. La RAE prefería violencia doméstica o por razón de sexo.
Con el auge de los estudios feministas en los años sesenta del siglo XX se comenzó a utilizar en el mundo anglosajón el término gender con el sentido de sexo de un ser humano desde el punto de vista específico de las diferencias sociales y culturales, en oposición a las biológicas, existentes entre hombres y mujeres. Mientras que con la voz sexo se designa una categoría meramente orgánica, biológica, con el término género se ha venido aludiendo a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etcétera. En esa línea se habla de estudios de género, discriminación de género, violencia de género, etcétera.
La confusión está servida. Una víctima de la violencia de género podría ser una víctima de una categoría sociocultural y no una víctima del machismo. Si no distinguimos entre género (gramatical) y sexo (biológico) podemos colegir que ya no hay diferencias biológicas, solo socioculturales. Ser hombre o mujer se convierte en una elección cultural.
En palabras de Darío Villanueva, exdirector de la RAE, se trata de una construcción. Para la feminista disidente Camille Paglia, este «construccionismo social» niega que el género tenga base biológica alguna, atribuyendo demencialmente (sic) todas las diferencias sexuales al lenguaje. «La ideología de género predominante en el sector académico –dice esta profesora estadounidense de humanidades en la Universidad de las Artes de Filadelfia– niega que las diferencias sexuales tengan una base biológica y las considera, en cambio, ficciones maleables que pueden revisarse a voluntad». Como diría Simone de Beauvoir, «la mujer no nace; se hace».
Gana Humpty Dumpty.
  • Javier Badía es periodista
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