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24 de abril de 2024

en primera líneael Marqués de Laserna

Progresismo, un mito

Los avances en tecnología no se corresponden con nada semejante en la política ni en el terreno de las ideas. Se ha cuidado con esmero la parte física de los humanos facilitándoles goces sensibles, mas los hombres son también espíritu

Actualizada 02:08

En los últimos tiempos, los políticos han adoptado la práctica de hacer juegos malabares con el significado de las palabras y «progresismo» es uno de los vocablos escogidos como título de sus planteamientos ideológicos.
Esa voz, según la RAE, indica «avance, adelanto, perfeccionamiento» de lo que se ha posesionado, como nombre propio, la ideología de izquierdas para sugerir que su pensamiento ofrece una mejora a lo que ya existe. Sin prueba que lo avale, con dos… supuestos.
El origen filosófico radica en la dialéctica de Hegel, quien consideraba que cada idea producía una antidea y de esa confrontación nacía la síntesis, que constituía siempre un avance, afirmación sin excepciones. El pensador alemán olvidaba que entre verdad y error no caben síntesis ni términos medios, son conceptos antagónicos que se excluyen.
De esta teoría deriva el imperio del consenso, tan elogiado en nuestra época, que en el caso antes expuesto supone igualar a la verdad con el error.
Esa filosofía la han maridado extrañamente con el materialismo histórico de Marx, que excluye el espíritu y sostiene que toda creación nace de la sola materia activa, y ya tenemos resumida la filosofía toda del «progresismo».
El planteamiento hegeliano conduce al relativismo por convertir su verdad en inalcanzable y desemboca en un pesimismo existencial, mientras el marxismo, al fundamentarse en la sola materia, sustrae al hombre de intervención en su futuro y aboca a la indiferencia yugulando el esfuerzo.
progresismo

Paula Andrade

Quienes hemos conocido la URSS recordamos una sociedad chata, sin ilusiones ni aspiraciones, regida por la clase directora más corrupta, y hemos comprendido el daño que producen las filosofías equivocadas y que, en contra de lo publicitado por el socialismo, la población está tiranizada en su pensamiento y vive en condiciones muy precarias.
Resulta inverosímil que un sistema político, esto es para gobierno de la sociedad, que ha probado en la práctica cuan nocivo es, siga viéndose como alternativa aceptable. Bien es verdad que eso no ocurre en los países que lo sufrieron.
Y, por increíble que resulte, estas nociones no han muerto con el colapso del comunismo real allí donde gobernó; las aprovecha el progresismo para despreciar el pasado, todo pasado, y en España, adoctrinar que la historia solo interesa a partir de las ideas plasmadas en 1812.
El materialismo que considera el espíritu una mera elucubración de la materia, destruye toda relación con principios universales y la moral desaparece. ¿Por qué y para qué hacer bien? No hay nada que justifique una conducta.
Es cierto que los inventos y descubrimientos de la ciencia aplicada han conseguido domar el clima con el aire acondicionado, reducir distancias con trenes, AVE y aviones, conseguir una comunicación constante gracias a los novísimos teléfonos y alcanzar éxitos indudables en la medicina mejorando espectacularmente las condiciones de vida cuando las sociedades son económicamente potentes.
Pero esos avances en tecnología no se corresponden con nada semejante en la política ni en el terreno de las ideas. Se ha cuidado con esmero la parte física de los humanos facilitándoles goces sensibles, mas los hombres son también espíritu y ahora ¿el devenir de los humanos tiene más cerca la felicidad?
En todo balance hay que sopesar el haber y el deber, y si solo se valora lo positivo, el resultado está falseado, las cuentas no salen y podemos estar en números rojos.
  • El marqués de Laserna es miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia
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