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28 de marzo de 2024

En primera líneaCarlos de Urquijo

Con la muerte en los talones

Toca desalojar de la Moncloa a quien ha permitido llegar a este estado de cosas y lo segundo formar un gobierno fuerte y estable que establezca unos objetivos básicos para garantizar la continuidad de la nación española

Actualizada 01:30

El resultado de las elecciones municipales en el País Vasco ha sido desolador para el constitucionalismo. Nada que no se viera venir y estuviera advertido, pero no por ello menos preocupante. Los 1.050 concejales obtenidos por EH-Bildu, el partido de ETA que incluyó a 44 condenados de la banda en sus listas, han colocado a esta «coalición» como primera fuerza, por delante de los 981 logrados por el PNV. Cierto que en votos todavía el PNV supera con sus 323.347 a los 297.068 de EH-Bildu, pero la tendencia parece clara.
Con estos datos, podemos imaginar a Ortuzar y Urkullu convertidos en un trasunto de Cary Grant y Eva Marie Saint a punto de despeñarse por las paredes del granítico monte Rushmore –o si se quiere los Flysch de Zumaia–, perseguidos por los matones que quieren liquidarles. Si bien los políticos del PNV tienen escaso parecido con los protagonistas de Con la muerte en los talones, no podemos decir lo mismo de los matones y Bildu.
Urkullu y Ortuzar

Lu Tolstova

Pues bien, al margen de lo que ocurra en la convocatoria del 23 de julio, en las elecciones autonómicas del año próximo, gracias al blanqueamiento prestado por el PSOE a la ETA política en los últimos años, podríamos contemplar a Otegi en Ajuria Enea. La suma de Bildu, PSE y Podemos dará para hacerlo y la sociedad vasca, tras años de nacionalismo obligatorio, está preparada para asumirlo.
Analizar cómo hemos llegado hasta aquí, requiere más espacio del que permite un artículo y tampoco serviría de mucho. Como he mantenido en otras ocasiones, más de cuarenta años de gobiernos nacionalistas no salen gratis. Las mentiras en la enseñanza, la manipulación de los medios de comunicación, o la imposición de una lengua pasan factura y una de las más importantes, unida obviamente a la actividad criminal de ETA, es la práctica desaparición de la alternativa constitucionalista.
Por tanto, lo importante es saber qué se debe hacer para revertir esta situación y que las elecciones vascas puedan en el futuro desarrollarse con verdadera libertad. Será una labor titánica y para que tenga éxito, deberá ser sostenida durante muchos años por el gobierno de la nación. Por eso son determinantes las elecciones generales del mes próximo para iniciar el trabajo. En primer lugar, toca desalojar de la Moncloa a quien ha permitido llegar a este estado de cosas y lo segundo formar un gobierno fuerte y estable que establezca unos objetivos básicos para garantizar la continuidad de la nación española. Objetivos que, para que sean evaluables, deben ser recogidos en un Plan que señale responsables para su ejecución, fije plazos para su cumplimiento y disponga de dotación presupuestaria suficiente para llevarlo a cabo.
Estos debieran ser en mi opinión los objetivos mínimos. El primero instar la ilegalización de EH-Bildu de acuerdo con lo dictaminado por la Sala Especial del Tribunal Supremo en su sentencia de uno de mayo de 2011. Los siguientes son más sencillos al depender exclusivamente de voluntad política para llevarlos a cabo. El segundo un compromiso expreso de no volver a pactar jamás la gobernación de España con los partidos nacionalistas que solo buscan su destrucción. El tercero adoptar las medidas y reformas legales que fueran necesarias para asegurar en el País Vasco y Cataluña la defensa y el cumplimiento del Estado de derecho y la Constitución en todos sus artículos –especialmente de los cuatro primeros–. Por último, garantizar el respeto y fortalecer el prestigio de nuestros símbolos e instituciones comunes, de la Administración General del Estado, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de nuestras Fuerzas Armadas.
Solo de este modo podrá comenzar a recuperarse la conciencia nacional prácticamente borrada en dos Comunidades que fueron cruciales para el nacimiento de la nación española. Si no se articula algo similar, se dará la paradoja de condenar a muchos españoles a quedar abandonados a su suerte en su propio país.
  • Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco
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