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20 de mayo de 2024

En primera líneaCarlos de Urquijo

España y sus obispos

Creo sinceramente que los españoles, al menos los católicos, veríamos con buenos ojos una declaración de nuestros obispos con respecto al momento crítico de España

Actualizada 01:30

Puede que el hecho de haber sido bautizado durante los aires de cambio del Vaticano II, me haya dotado del atrevimiento necesario para plantear algún interrogante a la jerarquía de la Iglesia Católica. Creo que un gran número de españoles coincidirán en opinar que nuestra nación se encuentra hoy en una encrucijada. En breve, a través de nuestros representantes en las Cortes Generales, vamos a optar entre la España de la concordia, plasmada en la Constitución de 1978, o el proyecto disolvente que pilota Pedro Sánchez, con el impulso de los que aspiran a destruir España.
No sé si es misión de los obispos españoles pronunciarse ahora ante la gravedad de este panorama que, sin duda, afecta ya seriamente a nuestra convivencia, pero en otras ocasiones no lejanas lo hicieron. Siendo así ¿es razonable permanecer en silencio? Convendría saber si continúan considerando que negar la unidad de España no es moralmente aceptable. Hagamos un breve repaso de las ocasiones en las que se ha pronunciado la Conferencia Episcopal en los últimos veinte años.
22 de noviembre de 2002, instrucción pastoral «Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y consecuencias». En ella nuestros obispos decían lo siguiente: «Poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear no sería prudente ni moralmente aceptable... Pretender unilateralmente alterar este ordenamiento jurídico en función de una determinada voluntad de poder local o de otro tipo, es inadmisible. Es necesario respetar y tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria».
23 de noviembre de 2006, Instrucción pastoral «Orientaciones morales ante la situación actual de España». En esta ocasión la Conferencia Episcopal interviene en relación con el proceso de negociación con ETA abierto por Zapatero ese mismo año. Decían lo siguiente en el apartado 71 de su capítulo sexto, denominado los nacionalismos y sus exigencias morales: «Ninguna de las regiones actualmente existentes, más o menos diferentes, hubiera sido posible, tal como es ahora, sin esta antigua unidad espiritual y cultural de todos los pueblos de España». Pero, expuesto lo anterior, no abominan del nacionalismo y en el apartado 73 afirman: «La Iglesia reconoce, en principio, la legitimidad de las posiciones nacionalistas que, sin recurrir a la violencia, por métodos democráticos, pretenden modificar la unidad política de España. Aunque sí cuestionan sus reivindicaciones en referencia al bien común: «¿Qué razones actuales hay que justifiquen la ruptura de estos vínculos».
Ilustración:obispos

Lu Tolstova

4 de octubre de 2012, declaración de la Conferencia Episcopal «Ante la crisis, solidaridad». En su apartado 12 señalan: «Ninguno de los pueblos o regiones que forman parte del Estado español podría entenderse, tal y como es hoy, si no hubiera formado parte de la larga historia de unidad cultural y política de esa antigua nación que es España. Propuestas políticas encaminadas a la desintegración unilateral de esta unidad nos causan una gran inquietud… Se debe preservar el bien de la unidad, al mismo tiempo que el de la rica diversidad de los pueblos de España».
29 de mayo de 2002. Alterando a propósito el orden cronológico, pues no se trata de una declaración de la Conferencia Episcopal, pero también para que se advierta la diversidad dentro de la misma, hago referencia ahora a la pastoral de los obispos de las diócesis vascas titulada «Preparar la paz». Se redactó con motivo del debate de la ley de partidos que facilitó la ilegalización del brazo político de ETA. Dice en su apartado 8: «El Gobierno español, apoyado por otras formaciones políticas, se ha propuesto firmemente la reforma de la ley de partidos … nos preocupan, como pastores, algunas consecuencias sombrías que prevemos como sólidamente probables y que, sean cuales fueren las relaciones existentes entre Batasuna y ETA, deberían ser evitadas. Tales consecuencias afectan a nuestra convivencia y a la paz».
27 de septiembre de 2017 declaración de la comisión permanente de la Conferencia Episcopal Española ante la situación de Cataluña. Se pronuncia en esta ocasión la Conferencia ante el referéndum ilegal convocado para el uno de octubre. Se aprecian algunos cambios con respecto a declaraciones anteriores motivados por el comunicado de los obispos de las diócesis catalanas y, quizá también, por otro emitido cinco días antes por más de 300 sacerdotes y religiosos de estas mismas diócesis, reclamando «que sean escuchadas las legítimas aspiraciones del pueblo catalán».
Atención a la aparición de términos como diálogo, conflicto o solución que recuerdan a otro tipo de acuerdos, ¿les suenan? Esto es lo que dicen: «En estos momentos graves, la verdadera solución del conflicto pasa por el recurso al diálogo desde la verdad» o esto otro que quizá pueda sonar a equidistancia: «Para hacer posible este diálogo honesto y generoso, que salvaguarde los bienes comunes de siglos y los derechos propios de los diferentes pueblos que conforman el Estado, es necesario que tanto las autoridades de las administraciones públicas como los partidos políticos y otras organizaciones eviten decisiones y actuaciones irreversibles y de graves consecuencias»
Tras este repaso, creo sinceramente que sí, que los españoles, al menos los católicos, veríamos con buenos ojos una declaración de nuestros obispos con respecto al momento crítico de España. Los días 26 y 27 de septiembre han tenido ocasión de hacerlo, pues se ha reunido la comisión permanente de la Conferencia, pero no han aprobado texto alguno. Tan solo en la rueda de prensa posterior y respondiendo a la pregunta de una periodista sobre una posible ley de amnistía, su portavoz ha afirmado que es una herramienta excepcional, que el ordenamiento jurídico deber ser respetado y que todavía no ha escuchado a Sánchez decir que vaya a utilizarla. Es lógico pues que podamos estar desorientados cuando, en apenas dos décadas, se ha pasado de manifestar la necesidad de preservar el bien de la unidad de España, a referirse al intento de secesión de Cataluña como un conflicto que debe ser resuelto mediante el diálogo. Considerar un bien moral la unidad de la nación y su ruptura es un oxímoron de libro.
  • Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco
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