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27 de abril de 2024

En primera líneaJuan Van-Halen

Al final de la escapada

El panorama político ha empeorado con el último galope de la corrupción socialista, la actividad de quienes se lo han llevado crudo o han dejado o tapado que otros se lo llevaran

Actualizada 01:30

Desde una vista panorámica lo que ocurre en España pertenece al género bufo. Y es más grotesco que preocupante porque la propia realidad se contradice y, en definitiva, se manifiesta imposible de permanecer. Con lo que conocemos y con lo que se apunta la inestabilidad del Gobierno cada vez será más difícil de negar. Es sabido que Sánchez se ha mostrado capaz de todo, de dar triples saltos en el aire y caer siempre de pie, pero las circunstancias varían con los tiempos. Aquello de llamar «cambio de opinión» a la mentira ya no cuela. Miente demasiado, sobre todo y a todos. Sánchez es el protagonista contradictorio de las hemerotecas. La muestra de un zigzagueo permanente.
Casi nadie duda de que Sánchez estaría dispuesto políticamente a todo. Un sabio viejo amigo, muy placeado, sostiene que el presidente gobernaría con Vox si lo demandasen sus intereses personales. A Iglesias y a Podemos les dedicó el mismo trato que a Vox en una campaña electoral y pocas horas después gobernaba con ellos. No tiene ideología, ni prejuicios; puede pasar de la ética y obviamente de la verdad. Sebastián Moreno publicó en 2010 Camaleones, desmemoriados y conversos. Insiste en que, aunque todo el mundo tiene derecho a rectificar, en muchos casos se trata de lo que conviene más a una persona, no a la Nación. Este es el camaleónico Sánchez.
Ilustracion: camaleon sanchez

Paula Andrade

Ahora casi todo le falla. Las elecciones adelantadas en Cataluña le pillan con el paso cambiado. Se ha visto obligado a no presentar Presupuestos, lo que en él no es nuevo, pero para el día a día necesita el voto de los que en precampaña, a cara de perro, serán enemigos mortales: ERC y Junts en Cataluña, y PNV y Bildu en el País Vasco. A ver qué gobiernos alumbran. A Sánchez no le está saliendo la agenda prevista. Y sus socios están a la espera. En el caso catalán Sánchez les ha regalado todo y ellos siguen exigiendo; no se conforman. Y repiten «lo volveremos a hacer». De rescate de la convivencia, nada.
Quienes confiaron en Sánchez se lo están pensando, aunque en su día fuese por salvarse ellos. La última maniobra de Yoli Díaz la ha dejado fuera de foco. En Galicia zozobró, y la posición de sus aliados catalanes respecto al adelanto electoral ha supuesto otro disgusto. Sánchez no la escucha. Hay que tener cuidado con los pactos. El presidente; puede estar en caída libre. Imaginemos el ridículo de Coalición Canaria, con su presidente Fernando Clavijo a la cabeza, apoyando a Sánchez con su único voto –el de Cristina Valido, para que conste– y así conseguir del Gobierno la tan citada Agenda Canaria que se queda en bla, bla, bla sin Presupuestos. Añoro a Ana Oramas.
El panorama político ha empeorado con el último galope de la corrupción socialista, la actividad de quienes se lo han llevado crudo o han dejado o tapado que otros se lo llevaran. La koldosfera ha crecido. Hasta ahora la defensa de implicados y sospechosos la han hecho ellos mismos. Así Armengol, Illa, Ábalos, Torres, Vara, Marlaska –por citar algunos nombres sonoros alrededor del tema de las mascarillas– han hablado o callado según su conveniencia, como es natural. Pero algunos con credibilidad endeble. El último capítulo: 800.000 mascarillas y diverso material sanitario almacenados desde el año 2000 en una nave de Almendralejo al ser declarados inservibles. ¿Se pagaron? A ver qué dice Vara, entonces presidente extremeño.
Se ha repetido como argumento, sobre todo por ellos mismos y por sus medios afines, que a los principales implicados –o como tales aparecen– no se les ha abierto procedimiento judicial. La explicación es sencilla y conocida. Son aforados y cualquier juez –y el magistrado de la Audiencia Nacional Ismael Moreno también– espera lo más posible antes de perder un caso que investiga. El suplicatorio elevaría el asunto al Supremo; si no fuesen aforados, otro gallo cantaría. Pero todo se va desmadejando y no precisamente a favor del Gobierno.
No siendo injustos debemos reconocerle a Sánchez su capacidad de resistente. Desde el inicio de su carrera política en Bruselas como peón de un principal, luego en cargos por rebote al renunciar sus antecesores, y finalmente llegando a donde se proponía, su estrategia para mantenerse y ascender ha sido resistir y así tituló el relato de su vida pública: Manual de resistencia, supongo que por inspiración de Irene Lozano.
Mi reconocimiento de Sánchez como resistente se quiebra algo por alguna actitud que debería desmentir su experiencia. ¿Cómo cree que con un ventilador sobre mierda tan menor como un novio, que entonces no lo era, va a contrarrestar el enorme basurero de los Berni a los Koldo? La cuestión ya no se resuelve con un «y tú más» como en otros tiempos. Cualquiera considera más relevante que, por ejemplo, se aclare lo de la mujer del presidente y su presunta recepción de decenas de miles de euros al año que aparece como la posible punta de un iceberg.
Veo a Sánchez, el resistente, al final de la escapada, desde el título de la película del maestro Godard. Los tiempos finales de cualquier historia son amargos. El abandono suele ser general. Los compañeros a los que se favoreció entonan «de lo nuestro no me acuerdo». Los leales buscan otra lealtad y otros sueldos. Hasta San Pedro negó a Cristo. Como para fiarse. Churchill dejó dicho: «Los fascistas del futuro serán los antifascistas de hoy». La cita de Churchill va en honor de mi viejo amigo y primo lejano Pedro Muñoz Abrines, gran conocedor y admirador del estadista.
  • Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando
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