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En primera líneaJosé Antonio García-Albi

Euro digital, siniestro total

En Estados Unidos, por ejemplo, esto de las monedas en cuentas de la Reserva Federal está prohibido; no es posible hacer un dólar digital a imitación del presunto euro digital. Donde sí que son muy activos con estas actividades es en China, donde el Partido Comunista es férreo activista del Yuan digital

Se viene hablando últimamente del denominado euro digital sin que expliquen muy bien de qué se trata. No sabemos lo que es con exactitud porque como ha dicho la propia responsable del BCE, Lagarde, se encuentra en «fase de propaganda» y, claro, la política monetaria que corresponde a ese organismo y la propaganda si se unen no se entienden. Pero ya les anticipo que se trata de un siniestro de graves consecuencias.

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El Debate (asistido por IA)

En primer lugar hay que decir que lo que llaman euro digital, no es una moneda distinta a la moneda oficial en circulación en la Eurozona, no es una nueva moneda. Es igual de digital que las cantidades que tiene usted en sus cuentas bancarias y que las mueve y consulta digitalmente con el móvil, tableta, mediante el bizum o la tarjeta física o telefónica o el reloj, etc. Entonces, si es la misma moneda, ¿de qué se trata?

El Banco Central Europeo tiene encomendada la política monetaria de los países que lo integran. Y eso tiene dos vertientes: la emisión de la moneda y la política de tipos de interés. No estamos hablando de la fabricación de billetes, que lo hacen las fábricas de moneda, se trata decidir qué magnitud va a tener la masa monetaria en circulación y crear el soporte contable de la misma. Es decir, la emisión de moneda fiduciaria es la creación de deuda. El Reino de España emite un bono soberano (deuda) se lo manda al BCE y este hace una transferencia al Banco de España. El resultado de estas movidas es que el BCE perdió el pasado año 7.800 millones de euros al ajustar el valor de los bonos que tiene en su balance, que se depreciaron un 14 %, al valor real de mercado. Como la deuda crece y crece, disminuye la solvencia; ahora los bancos centrales de distintos países demandan oro en lugar de bonos, lo que provoca que reduzcan más su valor. Adicionalmente, hemos visto cómo se han reducido recientemente las transacciones internacionales en euros y la consideración de esta moneda como segunda divisa refugio mundial.

Ante esa situación, el BCE ha tenido la idea de copiar a China. El famoso euro digital no es otra cosa que una cuenta corriente a nombre de usted, estimado lector, abierta en el Banco Central Europeo y que usted la opera con su móvil, igual que ahora en su banco comercial. Veamos las implicaciones.

Primera. El BCE estaría asumiendo unas funciones que no le competen como es tener y gestionar cuentas de particulares y empresas actuando como un banco comercial. Entraría en competencia desleal con el sistema bancario privado al ser una entidad que dado su carácter no ha de cumplir con ratios, ni coeficientes, ni con el cálculo de consumo de capital que se derivan de los acuerdos de Basilea. Lo anterior, más la posibilidad de remunerar las cuentas por encima de mercado, puede inducir a un traslado de saldos desde a los bancos comerciales al BCE con grave riesgo de provocar una crisis financiera.

Segunda. Se apoderaría de facto, como una nacionalización, del mercado de las empresas de medios de pago. Por ejemplo, la española Bizum, propiedad de más de treinta entidades bancarias españolas, y sus homólogas de los demás países, se verían muy negativamente afectadas. Acabaría con el libre mercado del sector al acabar expulsando de Europa a empresas de medios de pago norteamericanas como VISA, Mastercard o American Express, que distribuyen tarjetas físicas o telefónicas; serían víctimas de una praxis contraria al libre mercado. Eso sí, cuando nos respondan, con razón, con un arancel, todos los bruselenses a lloriquear como niñatos.

Tercera. El BCE con nuestro dinero depositado en sus cuentas, en lugar de adquirir bonos, financiaría los déficits de los Estados miembros, lo que supone varias cosas. Atenta contra la libertad de los ciudadanos que deben ser libres de decidir si quieren financiar a un Estado mediante la compra de un instrumento como las letras del tesoro, por ejemplo. Les estarían endosando a los particulares, sin su permiso, un riesgo no deseado y, tal vez, excesivo. Los europeos de una nación individualmente tomados, podrían decidir que no quieren financiar a un país con deuda y déficits desbocados como España e irse al equipo de Dinamarca que no tiene el euro como moneda.

Cuarta. Accederían a una información privada incompatible con las libertades y la democracia pudiendo realizar prácticas propias de otros regímenes políticos como favorecer o limitar el consumo de ciertos productos, realizar campañas políticas con base en hábitos y preferencias de consumo inaccesible al sector privado. Incluso como ya se habla, acabar limitando el ahorro. No es asumible en democracia la mínima posibilidad de que se pudiera convertir en una Stasi de la extinta RDA.

Les aseguro que hay muchas otras consideraciones de este tenor, las dejo para otro día y paso a algunas conclusiones. Las que se venden como ventajas no lo son; no se incrementa la eficiencia en la lucha contra actividades delictivas, sería la misma que hoy.

En Estados Unidos, por ejemplo, esto de las monedas en cuentas de la Reserva Federal está prohibido; no es posible hacer un dólar digital a imitación del presunto euro digital. Donde sí que son muy activos con estas actividades es en China, donde el Partido Comunista es férreo activista del Yuan digital. Yo pensaba que en Europa no queríamos ser comunistas.

Hemos visto como su implementación supondría romper y quebrar principios y valores que fueron y son los basamentos de la Unión relativos al libre mercado, libertad de los consumidores, privacidad y otros muchos por lo que la Unión Europea perdería su esencia y podría desaparecer al prescindir de su razón de ser, sus valores y objetivos comunes.

Habrá un riesgo de que el abandono de algunos países provoque el final del posiblemente mayor éxito de la Unión, el euro. La creación de este sindiós sólo sirve para ocultar y no responder de los errores que se han ido cometiendo de forma continuada como son la política monetaria disparatadamente expansiva y el abandono de los criterios y ratios definidos en el Tratado Maastricht que dio paso a la moneda europea.

Un desatino aunque se le llame digital, no deja de ser un desatino. Por nuestro bien, espero que en lugar del estropicio digital recuperen la cordura.

José Antonio García-Albi Gil de Biedma es empresario

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