La alternativa redefinida
Ahora parece que el PP recupera la batalla ideológica. Pero nada impedirá que Vox siga acusando al PP de ser el PSOE y el PSOE siga acusando al PP de ser Vox. ¿Puede haber más prueba de centrismo? Feijóo pescará votos en aguas amplias
Winston Churchill, a caballo entre los siglos XIX y XX, llenó su tiempo desde una personalidad plural y una decisiva influencia. Nació en 1874 y murió en 1965. Le admiro desde mi adolescencia como historiador riguroso, político íntegro y estadista eficaz. Cambió dos veces de partido, fue capaz de ejercer la crítica incluso a gobiernos en los que ejercía responsabilidades, y nunca se amilanó. Recuerdo mi visita hace años al palacio de Blenheim, lugar de su nacimiento, donde se conservan su cuna y sus pañales. Como todo personaje singular tiene sus luces y sus sombras, pero ello no empaña su aportación a la Historia.
Churchill nos dejó sabios juicios que podrían encajar como anillo al dedo en nuestra realidad nacional. Cito cuatro breves: «La principal diferencia entre los humanos y los animales es que los animales nunca permitirían que los lidere el más estúpido de la manada». «Sería una gran reforma en la política si se pudiera extender la cordura con la misma facilidad y rapidez que la locura». «Un hombre hace lo que debe, a pesar de las consecuencias personales, a pesar de los obstáculos, peligros y presiones, y eso es la base de la moral humana». «Los fascistas del futuro serán los antifascistas de hoy». Parecen escritos mirando a la España de hoy.
Aquí la alternativa política y el sanchismo transitan en líneas paralelas que nunca se encontrarán. Por más que el presidente, y la última vez ayer, nos presente en las televisiones una realidad idílica, amañada, y por ello mentirosa. La verdad de cada día desmiente el montaje. Los ciudadanos van a la compra, viajan, se hospedan, buscan vivienda… y comprueban en sus bolsillos como todo sube menos los salarios, mientras el Gobierno se enriquece y reparte millones acá y allá, en países y para acciones a menudo inverosímiles, con casi noventa nuevos impuestos en la era Sánchez.
Están al timón los más inútiles de la manada y padecemos un evidente desgobierno. No hay Presupuestos desde hace años y, eludiendo la Constitución, ni siquiera se presentan. Ministerios, el partido socialista, el fiscal general del Estado y familiares directos del presidente están pendientes de la Justicia. Ni un fiscal general del Estado debe borrar mensajes y correos, ni Moncloa puede ser una oficina comercial de la esposa del presidente, ni su hermano debe recibir una bicoca pública por ser quién es, ni dos jerarcas socialistas, uno de ellos ministro, es admisible que tuviesen una red de negocios oscuros. La respuesta gubernamental es criticar a los jueces, acogotar a los medios no sumisos, y negar la evidencia. El presidente, en un reiterado alarde autoritario, afirmó estar dispuesto a gobernar prescindiendo del Parlamento.
La oposición mayoritaria vive la resaca de un Congreso a mi juicio decisivo. Su ponencia política es un paso adelante en la redefinición ideológica que no supone un salto en el aire, ya que centrar al PP, entonces AP, fue un camino ya emprendido por Fraga y seguido por Aznar. Era una vía para construir, uniéndolo, un espacio político sólido. Rajoy erró al empujar fuera a quienes se sintiesen liberales o algo así; sin quererlo dio una salida en partidos de aluvión a repentinos desencantados o a quienes buscaban sitio al no entrar en las listas populares. Podrían citarse numerosos ejemplos.
Vox y sus tres millones y medio de votantes merecen respeto. Pero PP y Vox son dos partidos, no uno. Y resulta jocosa la reiterada milonga de que PP y PSOE son lo mismo porque en el Parlamento Europeo el PPE y los socialistas europeos tienen una alianza. Trasladarlo a España es sencillamente una falacia con la que Vox le hace un favor al sanchismo. Lo cierto es que Rajoy dejó de dar la batalla ideológica, acuciado por la situación económica heredada de Zapatero, y generó descontento en las bases. Ahora parece que el PP recupera la batalla ideológica. Pero nada impedirá que Vox siga acusando al PP de ser el PSOE y el PSOE siga acusando al PP de ser Vox. ¿Puede haber más prueba de centrismo? Feijóo pescará votos en aguas amplias.
A Feijóo se le niega que vaya a afrontar lo que promete, lo que de él se espera. Se supone que no desmontará las leyes ideológicas del sanchismo, aunque ha anunciado que lo hará. Hay a quienes agrada ejercer de videntes. La biografía de Feijóo es una sucesión de cumplimientos en las responsabilidades que ostentó a lo largo de su vida, desde las direcciones del Insalud y Correos a las cuatro mayorías absolutas en Galicia. ¿Por qué no iba a cumplir si fuese presidente del Gobierno? El ejemplo contrario es Sánchez que no cumple lo que promete. Es un mentiroso patológico.
El nuevo equipo del PP está más cohesionado que el anterior y es más sólido. A la Secretaría General llega un experto «fontanero», Miguel Tellado, que prestará atención al partido, también en los niveles regionales. Y destaco la vertiente ideológica con Alma Ezcurra, una revelación con amplia y plural experiencia pública y privada. Supone otro acierto la incorporación de Jaime Miguel de los Santos, una figura rompedora, gran parlamentario, al que sigo desde la Comunidad de Madrid. En su conjunto un equipo para esta realidad.
Del inicio de este nuevo tiempo quedará la sonada intervención de Feijóo en el Congreso de los Diputados: «¿Pero de qué prostíbulos ha vivido usted?» El presidente respondió con el silencio. Se recordará tanto como el «Váyase, señor González» de Aznar. Un punto de inflexión.
Juan Van-Halen es escritor y académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando