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19 de mayo de 2024

Alejandro Monteverde ha dirigido su cuarta película

Alejandro Monteverde ha dirigido su cuarta películawww.septimiusawards.com

Entrevista

Alejandro Monteverde, cineasta: «Madre Cabrini construyó un imperio igual de grande que Rockefeller»

El director quedó fascinado con la figura de la primera estadounidense en ser canonizada y se ha atrevido a llevarla a la gran pantalla. «Es una guerrera», asegura

Alejandro Monteverde (México, 1977) presenta este viernes en los cines de toda España su cuarto y último largometraje, Una mujer italiana, que repasa la vida de Francesca Cabrini, una religiosa que llega a la ciudad de Nueva York en 1889 y pone en marcha una revolucionaria obra asistencial que se extendería por todo el planeta: la congregación de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús.
– Mujer, emprendedora en el siglo XIX e inmigrante. ¿Quién era Francisca Cabrini?
– ¡Era una guerrera! Una guerrera que luchó por la justicia social. Era una inmigrante que llegó a Estados Unidos sin un peso y logró construir un imperio igual de grande que un Rockefeller o un Vanderbilt. Un imperio de esperanza. Manejó muchísimo capital, pero todo ese capital lo dirigió hacia aquellos a los que la sociedad había olvidado.
– La historiografía nos dice que la mujer tenía poco margen de acción en esa época...
– Fue una mujer que desafió a todo tipo de instituciones, que estaban controladas por hombres. También dentro de la Iglesia. En este caso había un Papa visionario, León XIII, que la apoya y la manda a Estados Unidos, aunque ella quería irse a China. El Papa le dice: «No hacia Oriente, sino hacia Occidente. Su instituto es todavía joven y tiene necesidad de recursos. Vayan a los Estados Unidos, que los encontrarán y, con ellos, un gran campo de trabajo». Porque se estaba dando un problema muy grave con los inmigrantes italianos. Ella lo desconocía y, cuando llegó a Nueva York, se encontró con ese horror.
– Y todo esto lo consiguió con una salud frágil…
– Muy frágil. Le daban dos años de vida y le robó casi 30 años de vida a la muerte.
– No le resulto fácil dejar su Italia natal para marchar a Estados Unidos...
– No le fue fácil. Como comentaba, ella quería ir a China porque tenía el corazón de misionera. Ya había construido varios orfanatos en Italia y ahora tenía el deseo y la convicción de ir a ayudar fuera de Europa.
La película llega a los cines de toda España este viernes

La película llega a los cines de toda España este viernes

– Madre Cabrini, que fue la primera ciudadana estadounidense en ser canonizada, tuvo contacto con otros santos, especialmente con san Juan Bautista Scalabrini. ¿Cómo influyeron en su vida?
– Yo creo que todos los personajes que cruzaron por su vida tuvieron de alguna forma una influencia en ella. Era una mujer que aprendía de todos. Es algo que me llamó mucho la atención: siempre sacaba algún tipo de sabiduría de los demás. Era una mujer que, aunque tú estuvieras en una postura opuesta a ella, siempre encontraba alguna forma de crear un puente. Porque la unidad hace la fuerza y la fuerza hace la diferencia. Sabía que tenía que crear un tipo de relación incluso con aquellos que estaban en contra de lo que ella hacía.

Una vida impresionante

– Todo un arte...
– Esa filosofía es muy importante el día de hoy, que vivimos en una sociedad muy dividida. Lo veo mucho más ahora que hace una década. Si ahorita en Estados Unidos tú invitas a un republicano y a un demócrata a tomarse juntos un vino, no van. Ya es imposible. Estoy siendo un poco exagerado, pero dentro de esa exageración hay una verdad. Y esta película también explora esa faceta de Madre Cabrini, que sabía crear una unión aunque no estuvieras de acuerdo. Sabía que para poder lograr lo que ella quería tenía que trabajar con líderes políticos.
– ¿Cómo se cruza la Madre Cabrini en su vida y por qué decide llevarla a la gran pantalla?
– Su vida es impresionante. Me hubiera gustado contar más, pero solo tenía dos horas para poder contar su vida. Era una mujer que, literalmente, te agarraba del brazo y te llevaba para convencerte del por qué tenías que participar o ser parte de algo que iba a ayudar a los demás. Así fue conmigo. Me agarró de la mano. O sea, llegó, tocó la puerta. De una forma literal, porque me hablaron por teléfono, y me dijeron: «Oye, queremos ofrecerte este proyecto». Y les dije: «Bueno, ¿de qué se trata?». «Es grabar la película de la historia de Madre Cabrini», me respondieron. En el momento que yo escucho «Madre Cabrini» digo que no, que soy católico, pero que no me interesa hacer una película sobre una monja. Pero el inversor me dice: «Oye, se me hace injusto que digas que no sin haber leído el libreto». Tiene la boca toda llena de razón. Por respeto a él y sabiendo que no la iba a hacer, le dije: «Bueno, mándame el guion, lo voy a leer, pero para ver con qué te puedo ayudar». Empiezo a leer el guion y me di cuenta que era la historia de una mujer, de una guerrera revolucionaria que quería cambiar el mundo. Una inmigrante que llegó a un país sin nada, y me empecé a identificar mucho con ella. Una mujer sabia que entendía muy bien que, o sirves a tus debilidades, o sirves a tus propósitos, no a los dos. Yo estoy lleno de debilidades. También tengo muchos propósitos. Hubo muchas cosas que a mí en lo personal me tocaron mucho.

O sirves a tus debilidades, o sirves a tus propósitos. No a los dos.Alejandro MonteverdeDirector de cine

– De todas maneras, usted no era «nuevo» en esto, porque se atreve con películas que se meten en terrenos políticamente incorrectos. «Bella» fue un alegato a favor de la vida y contra el aborto; «Sound of freedom», contra la trata de personas. ¿Le gusta el riesgo?
– Pues no tanto. Me gustan películas que te dejen en estado de reflexión. A veces, esas películas caen en esa categoría de riesgo. Pero a mí me gusta hacer un tipo de cine que, cuando la película acabe, te haga hacerte preguntas existenciales. Cuando yo estaba estudiando hacía otro tipo de cine completamente distinto, de cierta forma muy superficial.

Le cambió 'La lista de Schindler'

– ¿Y qué le hizo cambiar?
– Cuando vi La lista de Schindler pensé: «Ese es el cine que quiero hacer». Al terminar la película iba caminando a mi casa y me empecé a cuestionar: «Órale, este brother salvó a más de 10.000 personas y todavía estaba triste porque pudo haber salvado uno más vendiendo su coche». Y me dije: «¡Qué estoy haciendo!». Me di cuenta de que yo era una persona muy ególatra que nomás quería hacer cine por mí. Y ahí es donde empieza ese cambio: empezar a encontrar historias que propongan temáticas difíciles de platicar. El cine tiene ese poder.
– Y, entonces, rodó Bella...
– Efectivamente; Bella es una película que trataba sobre los embarazos no deseados. Ganó un premio en Toronto y, justo después, algunos la etiquetaron. Las etiquetas dividen, y por eso siempre estoy en contra de las etiquetas. Es algo muy peligroso. Etiquetar es lo peor.
– Sin embargo, sus películas son taquilleras y ganan premios. ¿Está un poco harto el público de que le adoctrinen en lo políticamente correcto?
– Yo estoy harto de que me etiqueten. Llegó un momento en que cerré todas mis redes sociales. No tengo nada de redes. No leo críticas. Cada vez me alejo más de la sociedad, cada vez vivo más lejos del mundo, porque es muy peligroso darle tanto poder a gente para que te etiquete. Ahora bien, el lado positivo de las redes sociales es que fue la audiencia la que ha salido a defender mi trabajo después de los ataques. A mí me gusta hacer cine que explore la fuerza espiritual.
– Adelántenos alguno de sus proyectos de futuro.
– Estoy preparando una película sobre un tenista muy famoso que descubre que su oponente no está del otro lado, sino que su oponente es él mismo. Es como conquistarse a sí mismo.
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