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Cuando nuestro cuerpo se relaja y se queda inmóvil nuestro cerebro se manifiesta de forma inconsciente

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La estrategia científica para acabar con el mal dormir de los españoles: «Se asocia con la mortalidad»

Neumólogos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica afirma que la falta de este hábito puede causar múltiples enfermedades

Dormir bien debería ser algo habitual, pero para muchas personas no lo es. En España, diversos estudios revelan que un elevado número de personas tiene problemas de sueño, independientemente de su edad o sexo. Más de la mitad de los españoles no duerme las horas necesarias, casi la mitad duerme mal y una tercera parte se despierta cansada. Esto puede causar varias enfermedades, como diabetes, hipertensión arterial resistente, ictus o insuficiencia cardiaca. Además, está asociada a un mayor riesgo de accidentes laborales, de tráfico o domésticos.

Según un informe elaborado por expertos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, la Apnea Obstructiva del Sueño (AOS) es uno de los trastornos respiratorios del sueño (TRS) más frecuentes. Se trata de una enfermedad que podría afectar a más de dos millones de personas y que representa el 50 % de las consultas y su diagnóstico se incrementa hasta el 10 % cada año.

La notable medicación también preocupa a los expertos, y es que un 13 % de la población entre 15 y 64 años consumió benzodiacepinas en 2024. Su ingesta posee consecuencias poco recomendadas: dependencia, deterioro cognitivo y otros efectos adversos.

Varios problemas de sueño

Cualquier experto afirma que lo recomendable es dormir entre siete y nueve horas de sueño. No obstante, para algunas personas es imposible, ya que sufren degradación del sueño, una condición que consiste en insuficiencia crónica de tiempo de descanso, mala calidad o fragmentación de éste, horarios irregulares y desalineación circadiana con o sin trastornos (como la AOS y el insomnio), y que tiene graves consecuencias en la salud.

Alejandra Roncero, neumóloga y directora de investigación en sueño de Separ, garantiza que varios estudios demuestran que dormir menos de seis horas diarias aumenta «el riesgo de enfermedad coronaria y mortalidad». También revela que tanto el sueño insuficiente como el excesivo predice «el desarrollo de diabetes tipo 2», incluso ajustando el estilo de vida. Asimismo, asegura que el insomnio «duplica el riesgo de depresión, mayor deterioro cognitivo e incluso demencia en décadas posteriores».

En cuanto a losTRS el doctor de Pedro Landete, neumólogo y coordinador del área de sueño de la Separ, expresa que «la buena noticia» es que la evidencia científica muestra que el tratamiento con la CPAP –presión positiva continua en la vía respiratoria– durante cuatro o más horas por noche «disminuye la hipertensión arterial, mejora la hipertensión resistente, reduce el riesgo de fibrilación auricular y eventos cardiovasculares, reduce la glucosa en pacientes diabéticos y disminuye la mortalidad».

Un objetivo claro

Ante este escenario, la sociedad ha desarrollado la Estrategia de Salud del Sueño, cuya finalidad es alinear tanto la prevención como el diagnóstico y el tratamiento del mal dormir, en todas las etapas de la vida y en todos los niveles asistenciales. Y es que, tal y como comenta el doctor Carlos Egea, neumólogo, quieren no solo acompañar al paciente que ya tiene síntomas, sino también involucrar «a toda la población, animándole a incluir en su vida hábitos de sueño saludables».

Puntos que proponen desde la sEPAR

    Concienciación sobre la importancia del sueño: campañas en colegios, universidades, centros de salud y residencias, con un enfoque intergeneracional.
  • Mejora de los hábitos de conciliación laboral y familiar: horarios que respeten los ritmos circadianos, fomento del teletrabajo y de las jornadas intensivas.
  • Promoción de la investigación y la innovación: apoyo a estudios sobre sueño y TRS, y uso de inteligencia artificial para cribado y monitorización.
  • Profundización en los TRS, especialmente la AOS: herramientas y formación para la detección precoz en Atención Primaria, y acceso universal al diagnóstico y tratamiento, incluida la CPAP.
  • Alternativas terapéuticas sin fármacos para el insomnio: implementación de la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I) como primera línea y protocolos para reducir el uso crónico de benzodiacepinas.
  • Educación y regulación del uso de pantallas: programas escolares y familiares dirigidos a mejorar los hábitos digitales y fomentar actividades libres de pantallas.
  • Certificaciones de bienestar en espacios: promover entornos que favorezcan el descanso, con luz, ruido y temperatura adecuados.
  • Regulación ambiental del sueño en las ciudades: estrategias de iluminación nocturna, control de ruido y ordenación del ocio en áreas residenciales.

El doctor Egea concluye que este problema debe abordarse «desde diferentes prismas, tanto científicos como sociales». La estrategia implica «un cambio de mentalidad y de hábitos» en profesionales sanitarios, pacientes, centros educativos y administraciones. Solo con la implicación de todos será posible mejorar el descanso y reducir las consecuencias del mal dormir.

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