Vista de las Cataratas de Sangre de la Antártida
Qué son las Cataratas de Sangre que fluyen por un glaciar de la Antártida
Un grupo de científicos descubre que el compuesto, descubierto en 1911, está formado por nanoesferas de hierro y otros elementos
Desde que fueran descubiertas en 1911 por el explorador australiano Thomas Griffith Taylor, las Cataratas de Sangre han fascinado a los científicos. Ese año, durante la llamada Expedición Terra Nova (1910-1913), Taylor se topó en uno de los glaciares de los Valles Secos de McMurdo, en la Antártida Oriental, con una lengua de color rojizo que desembocaba en el Lago Bonney.
Aunque en un primer momento se pensó que se trataba de algas rojas, estudios posteriores confirmaron que en realidad era óxido de hierro. Ahora, un equipo de investigadores ha analizado con potentes microscopios las muestras y ha determinado la composición exacta del fluido.
Es sabido que el origen está en un lago subglacial a gran distancia de su punto de nacimiento. Allí hay formado un ecosistema de hasta 17 tipos de bacterias que sobreviven sin luz ni oxígeno y en un ambiente con altos niveles de salinidad, cloruro y sulfato. El agua en la que viven cuenta con iones férricos que, metabolizados por las bacterias, salen a la superficie y entran en contacto con el oxígeno, oxidándose y tiñendo en consecuencia el glaciar de rojo. Se desconoce, no obstante, cuál es la fuerza que los empuja a emerger desde las profundidades.
Otra vista de las Cataratas de Sangre tomada en la década de los 2000
Al observar las muestras por microscopio, los científicos, pertenecientes a la Universidad Johns Hopkins, la Universidad de Tennessee y otras instituciones de EE.UU. han descubierto nanoesferas, pequeños objetos redondos que miden la centésima parte del tamaño de un glóbulo rojo humano.
Estas nanoesferas contienen fundamentalmente hierro, pero también otros elementos como silicio, calcio, aluminio y sodio en distintas concentraciones.
Con su descubrimiento, el equipo descarta que los fluidos estén causados por minerales, ya que las nanoesferas no son cristalinas, como debería ser el caso si ese fuera su origen.
Los científicos aseguran que ese ecosistema no ha sufrido alteraciones desde hace milenios (se cree que el lago subglacial se formó hace unos 5 millones de años), y dadas sus condiciones extremas, su estudio podría ser determinante para ampliar y entender la búsqueda de vida en otros planetas.