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19 de abril de 2024

«El antimonio» de Leonardo Sciascia

«El antimonio» de Leonardo Sciascia

Ficción / Novela

«El antimonio». Un relato de la Guerra Civil

Buena literatura para comprender la repercusión que tuvo la Guerra Civil en los acontecimientos que poco más tarde afectarían a Europa

«El antimonio» de Leonardo Sciascia

ALTAMAREA / 100 PÁGS.

El antimonio

Leonardo Sciascia

«Hay tantas personas que estudian, van a la universidad, llegan a ser buenos médicos, ingenieros, abogados, llegan a funcionarios, diputados, ministros. A estas personas me gustaría hacerles una pregunta: ¿Sabéis qué fue la guerra civil española?, ¿qué fue de verdad la guerra en España? Si no lo sabéis no entenderéis nunca lo que sucede ahora ante vuestros ojos, no sabréis nunca nada del fascismo y del comunismo, ni de la religión humana». 
Suele decirse que España permaneció aislada de los grandes acontecimientos del siglo XX después del final de su implosión con el desastre del 98, que ha sido un actor irrelevante y que solo a finales del siglo ha vuelto a aparecer en la escena internacional. Pocas veces se afirma con la clarividencia de Leonardo Sciascia la repercusión que tuvo la Guerra Civil en los acontecimientos que poco más tarde afectarían a Europa: «todos los errores y las esperanzas del mundo se concentraron en aquella guerra como una lente concentra los rayos del sol y quema; así todos los errores del mundo y todas las esperanzas incendiaron España, y aquel fuego hoy hace crepitar el mundo».
«El antimonio» es un relato escrito en primera persona por alguien que no estuvo allí. Italo Calvino, amigo del autor, le reconvino por ello y quizás a eso se deba la revisión del texto originalmente publicado en la revista Tempo presente en 1959, y su versión final de 1960. El texto publicado por primera vez en español gracias a la buena labor de la editorial Altamarea, con buen prólogo de Manuel Rivero, goza de gran verosimilitud y hace creíble que el protagonista realmente haya sufrido el sol abrasador de la Málaga interior, o el frío cortante del invierno turolense. Que haya visto la camaradería de la guerra, la vida en la trinchera y la tensión de un asedio. Son páginas muy recomendables para los que gustan de la buena literatura.

Pocas veces se afirma con la clarividencia de Leonardo Sciascia la repercusión que tuvo la Guerra Civil en los acontecimientos que poco más tarde afectarían a Europa

Se trata de la historia de un joven siciliano que ha crecido entre las minas de azufre de su patria chica, como sus antepasados, y que decide abandonar su trabajo e iniciar la aventura cuanto una explosión en la mina casi le causa la muerte. Es la historia, en realidad, de un viaje iniciático que se inicia al asomarse a una cueva oscura y ver que de su interior emana un gas explosivo que acaba con todo. Es una imagen intencionada para reflejar el abismo al que se asoma Europa entera en una época en la todo parece que está a punto de explotar, y a la oscuridad a la que cada uno debería asomarse en su propia vida si busca la verdad.
El aburrimiento, la falta de sentido y la aparente ausencia de oportunidades lanzan a un joven a la aventura. Se alista en el Corpo di Truppe Volontaire de Mussolini comprometido con una causa que no conoce. Lucha junto a los moros de Franco y avanza desde el sur hasta Zaragoza, sufre en Guadalajara y experimenta la crudeza de la guerra. No es más que un camino, el suyo y personal, por eso es buena literatura, pero también es el camino de una época y de un país. Es la iniciación al misterio de la vida que poco a poco se va despojando del velo de las ideologías, las creencias y los falsos ídolos.
Es una búsqueda de sentido que empieza a vislumbrase cuando se topa dolorosamente con la injusticia de los hombres contra los hombres. Con la injusticia que siempre nos atenaza, la peor tentación de la que será difícil que nunca nos libremos, el poder que es capaz de pisotear lo más valioso en nombre de las causas más nobles.

Se parece más a Manuel Chaves Nogales que a Hemingway, porque no es un relato con interés de parte

No ha de leerse, por tanto, como un panfleto ocasional. Está escrito veinte años después del conflicto, cuando en Italia el fascismo hacía tiempo que había sido derrotado y el comunismo había tocado poder. Se parece más a Manuel Chaves Nogales que a Hemingway porque no es un relato con interés de parte, sino la experiencia de la condición humana, cuya profundidad es también la del abismo al que se asoma. No es una reflexión histórica, sino el resultado de un viaje que termina con un hallazgo:
«El amor debería nacer del sereno descubrimiento de que juntos, un hombre y una mujer, son capaces de afrontar las penas, sobre todo las penas, de la vida; juntos para afrontar la vida y para compartir el dolor, y para ayudarse en este compartir el dolor; y también juntos en el placer, que dura un instante y nos deja solos con el corazón desnudo, para comprendernos mejor por dentro».
Por eso, en la vuelta a casa, al final del viaje iniciático, después de haberse asomado al misterio de la vida, sin la costra sobre los ojos, uno es un extranjero en su propia patria:
«Cuando uno vuelve de una guerra como la de España, con la certeza de que su casa la quemará el mismo fuego, no consigue hacer de la experiencia recuerdo y retomar el sueño de la rutina; es más, quiere que los demás estén despiertos, que los otros también sepan. Pero los otros querían seguir durmiendo».
Y así seguían durmiendo «los otros» en la Italia de los 60 para la que Sciascia escribía, como dormiremos todos siempre antes del viaje, porque hace falta una gran oscuridad para empezar a ver.
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