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25 de abril de 2024

La infoxicación digital contada por un bot ruso

Un exempleado de una agencia de astroturfing desnuda Twitter para enseñarnos la radiografía de lo que puede conseguir un grupo de personas perfectamente alineadas (y pagadas) para conseguir un fin éticamente dudoso.

Confesiones de un bot ruso

debate / 224 págs.

Confesiones de un bot ruso

Anónimo

Nadie sabe lo que es astroturfing. Nos suena la desinformación, los bots, perfiles anónimos, los trols… hemos hecho nuestro demasiado vocabulario de las redes sociales. Ese lado oscuro de Twitter y Facebook que es capaz de poner en la picota o en el ojo del huracán a una persona, una idea o un movimiento.
En Confesiones de un bot ruso, un exempleado de una agencia de astroturfing desnuda Twitter para enseñarnos la radiografía de lo que puede conseguir un grupo de personas perfectamente alineadas (y pagadas) para conseguir un fin éticamente dudoso.
La palabra astroturfing sigue apareciendo. Es una constante a lo largo del libro que queda bien resuelta al inicio para sabernos colocar delante de la realidad que nos quiere desvelar. No tiene un significado en el diccionario, aunque sí que tiene su correspondiente página en Wikipedia. Allí, en medio de la red iluminada como contrapeso de esa red oscura, hay una pequeña descripción del término. Los libreros de Wikipedia aún no han dado el visto bueno a la entrada desde abril de 2020. Da que pensar si esas ocho líneas pueden resultar incómodas:

Es un término referido a campañas de relaciones públicas en el ámbito de la propaganda electoral y los anuncios comerciales que pretenden dar una impresión de espontaneidad, como nacida de una fuerte relación con el entorno social.

Una vez resuelto el dilema, el autor se afana en dar datos técnicos y pormenorizados del astroturfing y todo lo que rodea a esa falsa sensación de espontaneidad. En ocasiones el relato se vuelve demasiado académico, incluso tan técnico que quienes se crean víctimas de estas prácticas se pueden perder con los detalles.
La radiografía de este exempleado revela lo que muchos creen saber, incluso lo que algunos ya sabemos por dedicarnos al periodismo: se pueden mover los hilos de la opinión pública en favor de lo que quieran unos pocos.
Mientras Facebook expira lentamente sin ser ya un peligro para nadie, Twitter toma el mando. La red social que parecía engullida por Instagram resulta que es el altavoz más importante para todas las causas. Las definiciones que se dan en el libro sobre perfiles bot, troles o «trol alfa» revelan los órganos de la máquina del odio en el que se convierte el timeline de mucha gente.
Distorsionar la realidad o manipular a la opinión pública es el fin de las agencias de astroturfing dedicadas a lo que el autor llama «infoxicación digital».
El libro, convertido en manual, tiene ese peligro de todo lo que se relata sobre la tecnología y las redes sociales: el tiempo pasa y los métodos cambian muy rápido. De momento, la parte más oscura de Twitter y las técnicas de astroturfing quedan al desnudo y como el mejor aviso a navegantes.
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