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Detalle de cubierta de Cancerberos

Detalle de cubierta de CancerberosMonóculo

'Cancerberos': un libro sobre porteros de fútbol… y mucho más

Un libro divertido y profundo. El autor tiene una mirada experimentada y única que es difícil nos deje indiferente

Los libros (y artículos) de José Mª Contreras Espuny hacen las delicias desde hace bastante de quienes tienen la suerte de haberlo descubierto. Su prosa, brillante, irónica, inteligente y trufada de giros imprevistos nos deja siempre con una sonrisa en la boca y una reflexión en la mente. Como comentaba un amigo tras la lectura de una de sus crónicas en El Debate de las Ideas, «¡Qué bien escribe el j…!». Pero no es sólo que escriba bien, que lo hace y es todo un festival, sino que lo que escribe tiene fondo. Es, además, dueño de eso que muchos buscan y, me temo, se tiene o no se tiene: una mirada propia e intransferible. Podría no firmar sus textos, uno sabe que son suyos con sólo leer unos párrafos.

Cubierta de Cancerberos

Monóculo(2024). 300 páginas

Cancerberos. Teoría y sentimiento del portero de fútbol

José María Contreras Espuny

Los más viejos nos acordamos de aquellas Crónicas coreanas, curiosas y desternillantes, con las que descubrimos a Contreras Espuny. Luego tiró del hilo familiar y autoparódico con Confesiones de un padre sin vocación y Niños apocalípticos. Ahora nos sorprende y descoloca (maldición para cualquier portero que se precie) con Cancerberos. Teoría y sentimiento del portero de fútbol. Una finta que probablemente sus lectores no se habían ni olido.

Ya hemos hablado de lo bien que escribe Contreras Espuny, pero decíamos que más allá de la superficie hay sustancia en sus libros. No toca de oídas. Si nos habla de Corea es porque ha vivido allí. Si nos habla de sus cuitas con sus hijos es porque es alegre y resignado a la vez padre de familia numerosa, si reflexiona y escribe sobre los porteros de fútbol es porque él lo es (o lo era, aunque me inclino a pensar, tras la lectura del libro, que uno nunca deja de ser portero, es algo que imprime carácter). A este conocimiento de primera mano del objeto se une un conocimiento que linda con lo erudito sobre la materia. No es difícil imaginarse al autor devorando memorias de porteros de otros tiempos, subrayando en revistas deportivas varias o incluso recortando declaraciones con las que se haya topado en la prensa deportiva. Aquí se adivinan muchas horas de lectura porteril que aventuramos no habrán sido contempladas con simpatía ni por su círculo familiar más inmediato ni, menos aún, entre sus colegas del mundo académico.

Nuestro autor, pues, escribe bien y sabe de lo que habla por experiencia propia y por cierto frikismo acerca de las aventuras y desventuras de multitud de guardametas, de Yashin a Valdés, pasando el Loco Gatti. Pero aún hay más, porque en realidad Cancerberos son muchos libros en uno. Contreras Espuny no descuida eso que antes hemos llamado su vena autoparódica, narrándonos episodios de su vida, menudencias, que convierte en jugosísimos momentos y ante los que uno oscila entre la sonrisa y la carcajada (¡ay de los equipos con porteros dados al ensimismamiento!). Pero como si se tratara de la chistera de un mago, nuestro autor nos ofrece otro libro más: el que hilan sus reflexiones que, partiendo de la vida del portero de fútbol, nos llevan a consideraciones aptas para la vida sin más, la vida que vivimos incluso quienes no hemos abrazado la misión de proteger la portería. Sí, disfrutamos del giro inesperado, nos reímos siguiendo su carrera deportiva, incluso aprendemos alguna anécdota que soltar entre amigos, pero finalmente este Cancerberos nos hace pensar sobre lo divino y lo humano. Horacio estaría orgulloso viendo cómo Contreras Espuny consigue aquel su ideal de «instruir deleitando».

Llegados aquí, voy a dar un triple salto con tirabuzón y atreverme con una afirmación que a muchos podrá chocar. José María Contreras Espuny se nos muestra en esta obra (en realidad en todo lo que escribe) como un escritor católico como la copa de un pino. ¿Pero no habíamos quedado en que habla de porteros de fútbol, de goles, delanteros, defensas, penaltis, salidas del área…? Como si para ser un escritor católico hubiera que escribir solamente de cosas pías. No, Contreras Espuny es un escritor católico porque, lo decíamos antes, tiene una mirada muy personal sobre el mundo y las gentes, una mirada irrepetible, sí, pero una mirada católica también. No necesita tirar de tópicos ni sobreactuar, le sale sin más y, contra lo que algunos pueden temerse, su mirada católica le hace ver más y mejor, gracias a ella percibe con más nitidez la realidad. Esto es así con todos los grandes escritores de la literatura occidental, desde Dante a Dostoievski, pasando por Cervantes o Shakespeare, y contra todo pronóstico, sigue siendo así en pleno siglo XXI. Esa mirada, que extrae de la fe una clarividencia nunca impostada, es un soplo de aire fresco en un mundo literario dominado por el nihilismo y su consecuencia, el absurdo.

Acabo: Cancerberos, como ven, tiene varios niveles de lectura, y Contreras Espuny sale airoso en todos ellos. Parar, parar, no paró mucho en su ahora finiquitada carrera futbolística, pero bendita afición que nos ha dejado una obra como ésta.

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