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Sitio y destrucción de Jerusalén. David Roberts (1850)

Detalle de Sitio y destrucción de Jerusalén. David Roberts (1850)

'Conquistar Jerusalén': una historia de la primera Guerra Judeo-Romana

El historiador Stephen Dando-Collins presenta una propuesta interesante sobre la Gran Revuelta Judía y la consecuente campaña romana, pero deja mucho que desear en su edición española debido a la traducción

La Primera Guerra Judeo-Romana, como se conoce historiográficamente al conflicto que enfrentó al poder romano contra los rebeldes judíos –integrados en la provincia de Judea, independiente de la de Siria desde el 6 d.C.– entre los años 66 y 73 d.C., merece más de un libro. Fue un conflicto con una envergadura tal como para reunir a tres legiones y un importante número de fuerzas auxiliares y vexillationes (destacamentos) en los territorios que van desde los Altos del Golán hasta más al sur del Mar Muerto, de la fortaleza de Gamala a la de Masada. Y en el centro, por supuesto, la joya de la corona: Jerusalén. La antigua capital de los jebuseos que el rey David conquistó a espada y que, aún hoy, sigue siendo suelo disputado.

Cubierta de La conquista de Jerusalén

Erasmus (2024). 304 páginas

La conquista de Jerusalén. La campaña romana de 66-73 d.C. y la Revuelta judía

Stephen Dando-Collins

Lo cierto es que en otros idiomas este conflicto tan importante para el devenir histórico mundial ha sido debidamente estudiado. En español, por alguna razón, no. Como botón de muestra recurrimos a Wikipedia: en su versión en español de la página dedicada a la «Primera Guerra Judía» se pueden contar 16 referencias, así como 4 obras en bibliografía (una de ellas la fuente principal, Flavio Josefo); en la versión en inglés de la página, en cambio, se cuentan más de 600 referencias y 123 obras en bibliografía (15 de ellas fuentes, desde Josefo hasta la Mishná). Dejando a un lado el ámbito académico (artículos especializados y monografías que no suelen llegar a un público general), donde tampoco se ha hecho demasiado énfasis, el espectro bibliográfico de este conflicto en nuestro país es severamente paupérrimo. En el ámbito divulgativo cabe señalar la obra Judaea capta, de Arturo Sánchez Sanz. Cuando hace unos años investigué un papiro que contenía una petición de unos legionarios de la legio X fretensis al gobernador de Siria-Palestina, datado en el año 150 d.C., y para el que necesité profundizar en la Revuelta de Bar Kojba, también conocida como Tercera Guerra Judeo-Romana, pude confirmar que tanto el español, como la historiografía española, estaban fuera de este tema. Por lo tanto, no cabe sino alegrarse por una publicación que verse sobre este apasionante tema.

Stephen Dando-Collins, el autor del libro de 2021 titulado Conquering Jerusalem, que ahora ve la luz en español con el título La conquista de Jerusalén. La campaña romana de 66-73 d.C. y la Revuelta judía, no es, como rezan algunos titulares demasiado grandilocuentes, «el historiador vivo más importante de ese periodo» (Arts & Letters Monthly). Pero sí que es un buen narrador. Dando-Collins es capaz de acercar la historia de la guerra judía contada por Flavio Josefo en su Bellum Iudaicum al público general mediante una narrativa atrayente y que mantiene muy bien el pulso, aportando, además, sus sanas dosis de crítica histórica como al tratar la posición política de Josefo respecto a la revuelta y a Roma en el año 66 d.C.: «cabe preguntarse si se oponía tanto a la insurrección armada en ese momento como lo hizo ver en escritos posteriores». Todas las fases del conflicto, desde la captura de la fortaleza herodiana de Masada, el envío de Vespasiano por Nerón, la campaña de Galilea (en la que fue capturado y hecho prisionero Josefo), el caos del Año de los Cuatro Emperadores (69 a.C.) que llevaría a Vespasiano al poder supremo y a Tito a comandar las acciones militares en Judea, la sangrienta conquista de Jerusalén en el 70 d.C. y la persecución de los rebeldes y el fin de la guerra con la reconquista romana de Masada están bien narrados por Dando-Collins. Eso sí, no le perdonamos que en las citas a Josefo no haya referenciado el libro y capítulo: cuando cita a Josefo incluye un insatisfactorio «Josefo, Guerra de los judíos» (en el original «Josephus, Jewish War»). «El historiador vivo más importante de ese periodo» –como sentenciaba aquel grandilocuente titular– no puede hacer eso. El lector debe poder contar con la referencia completa y correcta para poder recurrir a la fuente. Y hasta aquí el autor.

Y de la misma manera que en la crítica que publicamos anteriormente dedicamos un espacio a comentar la labor editorial y la traducción de la obra, así se hará aquí, si bien en otro sentido. La presente edición de Conquering Jerusalem, que Erasmus Libros (Grupo Almuzara) ha considerado oportuno publicar, nos impele a recomendar su lectura en inglés, no en español, debido a la pobre traducción que presentan. No entraremos a comentar expresiones cacofónicas como la de «Algunos cálculos calculan que su banda…» (p. 37), y otras similares. Pondremos la atención en los constantes errores de coherencia en la traducción, como por ejemplo el constante intercambio entre Otho (inglés) y Otón (español) (p. 179), y sobre todo en el constante vaivén de nombres en latín, cursivas y numerales/nombres de las legiones: «Legión III Gala … III Gallica» (p. 43); «11ª Legión Claudia … 15ª Legión Primigenia … 1ª Legión de la Flota [¿?]» (p. 171); «Legión Tercera Cirenaica … Quinta de Macedonia … Décima Fretensis … Legión XV Apollinaris [esta, de hecho, sería la mejor opción para unificar el criterio]» (p. 201), etc. Es decir, un auténtico caos.

Y por último están los errores de mayor significación, los de base, como es referirse a los ordines senatorial y ecuestre –ordo senatorius y ordo equester– como «la Orden Senatoria … la Orden Ecuestre» (p. 20), que pueden llevar a pensar a un lector no versado en estas cuestiones en las órdenes de nobleza o militares de época moderna. Por último, la traducción de la Domus aurea de Nerón como la «Casa Dorada» (en el original de Dando-Collins sí aparece el imperdonable «Golden House»), así como los Germani corporis custodes como «la Guardia Alemana» [¡¡!!] de Nerón, clama al cielo, como reza el dicho. Consideramos, ya para concluir, que los lectores merecen buenas traducciones, y esta ha sido una oportunidad totalmente desaprovechada de presentar un título interesante al lector no especializado. Habrá que seguir esperando.

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