El Barça logra el triunfo de siempre en La Cerámica y cierra el año en lo más alto de la tabla

El Barcelona cerró el año en lo más alto de la clasificación tras sumar una nueva victoria en La Cerámica, un escenario históricamente favorable para los azulgranas. El conjunto culé volvió a imponer su ley en Vila-real, donde no pierde desde 2008, y reafirmó su condición de líder con un triunfo de peso antes del parón.

Una vez conocidas las victorias de Real Madrid y Atlético, el Barça saltó al césped de La Cerámica sabiendo que estaba obligado a hacer lo mismo si quería marcharse al parón navideño con la distancia de cuatro y nueve puntos respectivamente.

Ahora bien, los de Flick no lo iban a tener sencillo. Enfrente estaba el Villarreal de Marcelino, la gran revelación de esta Liga y un rival perfectamente capacitado para dar la sorpresa. Por lo tanto, el partido prometía emociones fuertes y, sobre todo, mucho ritmo.

Esto último se pudo constatar rápidamente, ya que el Villarreal aprovechó la verticalidad de Moleiro y Buchanan para apretar al Barça cada vez que superaba la línea del centro del campo. Sin embargo, el que golpeó primero fue el equipo de Flick.

En una jugada por banda derecha, Raphinha encaró a Santi Comesaña y el pivote gallego se llevó por delante al extremo brasileño. Alberola Rojas no dudó ni un instante. Penalti para el Barça que convirtió el propio Raphinha engañando por completo a un Luiz Junior que intentó hacer de todo para distraer al '11' blaugrana.

El 0-1 no alteró el plan del Villarreal. Los groguets habían salido bien al encuentro y estaban con ganas de sorprender al Barça, que pudo hacer el 0-2 si el tiro de Raphinha no hubiera impactado contra el travesaño. Ese 'susto' volvió a activar al Villarreal y en el 17' encontró el gol de la igualada, pero Sergi Cardona estaba ligeramente adelantado en banda izquierda y el tanto no subió al marcador a pesar de las protestas de La Cerámica.

No obstante, no había tiempo que perder. El resultado era remontable y el Villarreal siguió intentándolo. El problema es que los de Marcelino no estaban tan activos como en los primeros compases y eso le vino bien al Barça, que tampoco renunció al ataque. El encuentro estaba teniendo de todo y parecía complicado predecir un resultado, ya que podía pasar cualquier cosa dado el carácter ofensivo de los dos equipos.

Lo malo es que en el 39', Renato Veiga entró con dureza para evitar un contraataque de Lamine, Alberola Rojas expulsó al central portugués sin pensárselo dos veces y el Villarreal se quedó bastante expuesto con más de 45 minutos por delante. Mal asunto para el equipo de Marcelino. Lo bueno es que se llegó con 0-1 al descanso. No estaba todo perdido para el submarino amarillo.

Superado el descanso, el Barça arrancó la segunda mitad buscando aprovechar el hueco defensivo que dejó el Villarreal por culpa de la expulsión de Veiga. Y eso hizo que se buscara constantemente a Lamine Yamal, el gran agitador del equipo de Flick, por banda derecha.

Y, precisamente, de las botas de Lamine nació el primer acercamiento del Barça en la segunda mitad. El extremo de Rocafonda sacó la varita mágica, encaró a su par y tiró a puerta, pero Luiz Junior estuvo rápido de movimientos y evitó que el 0-2 subiera al marcador. El Villarreal seguía con vida.

El problema es que el equipo local no estaba siendo capaz de explotar la táctica de la línea adelantada del Barça y de poco le sirvió tener a dos jugadores tan veloces al espacio como Moleiro y Pépé, que estaban empezando a dar signos de cansancio.

Lamine encuentra el hueco del 0-2

Ahora bien, el que aprovechó para hacer cambios fue Flick. Ferran Torres y Fermín le dejaron su sitio en el campo a Lewandowski y Rashford y, un minuto después de la entrada del polaco y del inglés llegó el 0-2, que fue obra de Lamine Yamal.

El de Rocafonda estuvo en el sitio indicado, metió el punterazo y superó a Luiz Junior para dejar prácticamente encarrilado el encuentro y aún más tocado al Villarreal, que no había hecho lo suficiente como para recortar diferencias.

Aun así, La Cerámica no dejó de animar. El 0-2 no era un buen resultado para el Villarreal y parecía poco probable que se iba a lograr darle la vuelta, pero había tiempo de sobra para soñar con una remontada exprés. Eso sí, por falta de ocasiones no fue, ya que el Villarreal las estaba teniendo de todos los colores.

La barrera culé se llamaba Joan García. El meta de Sallent estuvo imperial y si el marcador no se movió fue gracias a él. Menuda exhibición la suya. Y a partir del 80', el Villarreal bajó el ritmo. La victoria culé estaba asegurada.