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20 de abril de 2024

José Manuel Cansino

¿Hay una desindustrialización silenciosa en España?

A España le corresponde ganar en eficacia diplomática en las instituciones de las que forma parte

Actualizada 04:30

En la Unión Europea (UE) como en todo club complejo existen grandes principios inspiradores de sus normas, sofisticados mecanismos de supervisión comprometidos en garantizar su cumplimiento, pero también igualmente sofisticadas maneras de saltarse los controles. Las compensaciones de los estados a las empresas nacionales para aminorar sus costes de producción energéticos son un buen ejemplo.
Estas prácticas que torturan la libre competencia explican que entre España y Alemania haya una diferencia de hasta 67,9 euros por megavatio hora (MWh) de electricidad consumido tomando como referencia el precio promedio para el periodo 2015-2022. La amplitud del periodo demuestra que no es una diferencia coyuntural atribuible a la reciente volatilidad del precio del gas natural. El dato lo aporta la Asociación de Grandes Empresas Industriales del Campo de Gibraltar (AGI); el segundo gran polo industrial de España.
El dato es lo suficientemente importante como para ahondar en él. Por ejemplo, para el bienio 2017-2018, a partir de un aparente precio final de 170 euros/MWh en Italia, las compensaciones estatales reducían el precio efectivamente soportado por las industrias en forma de costes de producción hasta los 64 euros /MWh. La situación era más gravosa aún en la mencionada Alemania donde de 145 euros /MWh la industria sólo soportaba 36 euros /MWh sumando todas las herramientas de compensación una reducción de 109 euros /MWh. Para el caso español, la magnitud de las compensaciones era de sólo 8 euros /MWh lo que dejaba a estos costes un 66 % por encima de los soportados por la industria alemana y casi un 59 % después de compararlos con la industria de nuestros vecinos del norte. La fuente de la información vuelve a ser la misma AGI.
Naturalmente, unas acciones de apoyo industrial tan dispares explican evoluciones muy diferentes del peso de la industria por países, aunque, como casi siempre ocurre en economía, la explicación admite excepciones. Por ejemplo, entre 2013 y 2022, el mayor crecimiento del sector industrial se registra en Alemania con una aportación a su PIB que resulta un 38 % superior al del comienzo del periodo. Los datos están tomados de la Oficina de Estadística de la UE; Eurostat y no tienen en cuenta el impacto de la subida de precios en los años 2021 y 2022. Francia también ha visto fortalecido su músculo industrial con un crecimiento de casi el 30 %. La industria española también ha crecido, pero –en línea con el menor apoyo en los costes energéticos– en un 25 %; es difícil hablar sin matices de una desindustrialización en nuestra Nación. La excepción la ofrece Italia donde pese a la magnitud de las ayudas gubernativas, creció a un más modesto 18 %.
La pandemia demostró que Europa no podía alquilar su producción industrial al sudeste asiático como también la invasión de Ucrania ha puesto sobre la mesa que no puede alquilar su defensa a los EE.UU. Sin embargo, las acciones emprendidas por la UE para avanzar hacia soberanías como la industrial, sanitaria o de defensa a través, principalmente de los fondos Next Generation, aun apuntando en una línea adecuada de regiones económicas mundiales interdependientes, pero no subordinadas, parece ir muy por detrás de los esfuerzos hechos por el sector industrial en potencias ya consolidadas como la India. Parte de esas inversiones siguen procediendo del occidente mundial si se adopta una visión eurocéntrica; en definitiva, el mismo que diseñó la dependencia industrial que aún sigue siendo de China pero que ahora se reparte en una zona económica más amplia que va desde el mar arábigo hasta Japón.
A España le corresponde ganar en eficacia diplomática en las instituciones de las que forma parte; principalmente en la UE. Esa eficacia es la que permite a parte de nuestros socios y competidores apoyar a sus industrias en unos niveles que nos sobrepasan.
(*) Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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