España afronta el fin de año con 102.000 millones sin gastar ni registrar
De ejecutarse estos fondos, será imposible cumplir el objetivo mandado a Bruselas del 2,5 %
Cada vez que vuelvo a mirar los datos presentados por María Jesús Montero el pasado día 18 de noviembre –donde explicaba que este año vamos a dar un déficit sobre el PIB del 2,5 %, equivalente a 42.000 millones de euros– se me ponen los pelos como escarpias. Según ella, la Administración Central del Estado es la que está asumiendo el esfuerzo del déficit porque solo piensa en cómo ayudar a las Comunidades Autónomas y a los ayuntamientos a conseguir sus cifras y está dispuesta a darlo todo para que los gobiernos regionales –especialmente donde manda el PP– salgan bien en la foto.
No me tiro al suelo a partirme de risa porque estoy mayor y luego me cuesta levantarme, pero ¿de verdad esta señora cree que con esos discursos engaña a alguien? Solo quiero recordar mi artículo del 8 de noviembre, donde escribía sobre el déficit de caja y que se habían transferido 16.943 millones de euros menos a CCAA y a CCL que en 2024, porque esta es la situación real, la auténtica verdad, porque lo escribe la propia IGAE en sus informes mensuales.
Pero lo peor de todo es que, según la Intervención General de la Administración del Estado, los créditos aprobados con el Presupuesto General de 2023, más las ampliaciones de crédito que se han hecho en cada uno de los Consejos de Ministros sobre dicho presupuesto de gasto aprobado hasta el 30 de septiembre, suman en operaciones no financieras –es decir, sin contar préstamos ni deudas– un total de 269.619 millones.
La IGAE dice también que, a 30 de septiembre, se llevan reconocidos ya unos gastos que suman 167.285 millones, lo que supone el 62 % del gasto total, cuando de media se debería llevar alrededor del 75 %, lo cual quiere decir que en los tres meses que quedan para ejecutar y contabilizar gastos (muchos de ellos ya ejecutados en octubre y noviembre), hay 102.334 millones pendientes.
El déficit contable, sin contar corporaciones locales, fue de 32.000 millones de euros. Teniendo en cuenta que hay que pagar la paga extra de los pensionistas, que se ha hecho en el mes de noviembre y ha debido ascender a casi 14.000 millones, que se ha pagado la paga extra de los empleados públicos en todas las administraciones –que habrán sumado otros casi 13.000 millones– y sumando lo que queda pendiente de ejecutar de los PGE, que me expliquen cómo vamos a dar solo 42.000 millones de déficit.
En cualquier caso, lo que hoy quiero es mostrar dónde está María Jesús Montero y sus raras finanzas con los datos que publica la IGAE:
Como pueden ver, el único gasto que se acerca al 75 % es el de gastos de personal, que además tiene el riesgo de que finalmente se acuerde con los sindicatos de funcionarios que en diciembre se les abone en un solo pago una subida del 2,5 %, que para la Administración Central supondría casi 900 millones más de gasto y para todo el Estado español 4.000 millones.
Como podemos ver, los gastos de bienes y servicios no llegan ni siquiera en contabilidad al 50 %, lo que supone un retraso de casi 2.000 millones que, en algún momento, tendrán que aparecer. En gastos financieros, para los que hay presupuestados 35.865 millones este año, lleva un retraso de 3.500 millones que, o pagamos este año, o pagaremos más tarde, pero con muchos cientos de millones en recargos por retraso en los pagos.
En transferencias corrientes llevamos un retraso de casi 12.000 millones que puede ser parte de la paga extra de pensionistas y que, por lo tanto, cuando se cierre contablemente noviembre, estarán al día.
Y hay dos partidas que se encuentran muy por debajo de sus créditos: las inversiones reales, que van al 33 % –lo único que de verdad sirve para dinamizar una economía– y de las que faltan por ejecutar más de 11.000 millones; y las transferencias de capital, que son inversiones reales que deben ejecutarse por terceros y que quedan pendientes de materializarse, nada más y nada menos que 16.000 millones.
Todo esto suma los 102.000 millones que, de ejecutarse, harán imposible cumplir el objetivo mandado a Bruselas del 2,5 %. Lo superaremos con creces y tendremos muchos problemas para justificar lo que ha pasado.
Claro que «trampas» Montero es capaz de hacer una de las suyas y conseguir cuadrar el déficit a base de dejar de contabilizar intereses, gastos en bienes y servicios, inversiones y transferencias de capital. Eso sí: el año que viene será todavía mucho peor.