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LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADAFelipe-José de Vicente Algueró

Los jueces enmiendan las ocurrencias pedagógica

Las ocurrencias de los lobbies pedagógicos como la Fundación Bofill han destrozado la educación catalana: ahí están los pésimos resultados PISA y las propias pruebas de evaluación de la Generalitat

Decía Azaña que una cosa es tener ideas y otra tener ocurrencias. En el ámbito de la educación, el número de ocurrencias presentadas como «innovaciones» para mejorar la calidad es innumerable. Cada cinco o seis años aparece una nueva, presentada por algún lobby pedagógico. Y es bien sabido que Cataluña es el territorio en donde estas ocurrencias pasan con más facilidad a convertirse en norma aplicable a los centros. No en vano, en esta comunidad radican diversos lobbies pedagógicos como la Fundación Bofill, generosamente subvencionada por la Generalitat, laboratorio de ocurrencias educativas. Como la Bofill es un grupo de presión bien dotado ha podido suministrar a la administración educativa un buen plantel de pedagogos a sueldo del Departamento de Educación.

Las ocurrencias de estos lobbies han destrozado la educación catalana: ahí están los pésimos resultados PISA y las propias pruebas de evaluación de la Generalitat. Son muchos ya los articulistas de todos los colores ideológicos que han denunciado con valentía el mal que los experimentos educativos no bien contrastados están haciendo a los escolares, sin que, por el momento, el Departamento de Educación haya hecho nada por evitarlo. Para cubrir las apariencias nombró una especie de comisión de «expertos», pero todos ellos relacionados con quienes habían perpetrado el desaguisado, así que sus superficiales conclusiones deben estar en un cajón y nadie se acuerda. Pero, por lo menos, se hizo ver que se hacía algo, aunque fuera teatrillo.

Los pedagogos lobistas consiguieron colar en el proyecto de la LOMLOE, la ley educativa socialista de la ministra Celaá, algunas de sus ocurrencias. Por ejemplo, introducir los «ámbitos», o agrupación de asignaturas diversas (no necesariamente afines) impartidas por el mismo profesor, aunque solo sea especialista en una de ellas, o los «proyectos», una especie de trabajos colectivos que pretenden facilitar el llamado aprendizaje activo. Estos pedagogos son, además, bastante reacios al currículum estructurado en asignaturas, al profesor especialista en una materia y, en general, a la educación entendida como transmisión de conocimientos, palabra sustituida por «competencias», cajón de sastre en donde cabe todo y así se aprueba a todos.

En el trámite parlamentario, los socialistas aceptaron estas ocurrencias, pero limitaron su alcance: ámbitos solo en los primeros cursos de la ESO. Sin imponer proyectos, solo permitirlos. Además, apostaron por un currículum bastante estructurado en materias, unas obligatorias y otras optativas.

Aprovechando la buena amistad entre socios de investidura, el Departamento de Educación de la Generalitat gobernado por ERC y dirigido por los pedagogos afines a estas ocurrencias, decidió ir más lejos de lo permitido por la LOMLOE: ámbitos desde primer curso de la ESO hasta segundo de Bachillerato (y menos mal que la ley no tiene competencias en la Universidad), reducción de materias optativas para que los centros tengan más horas para hacer divertidos proyectos, otros cambio curriculares, por ejemplo, unificar las Matemáticas cuando la ley exige dos modalidades en 4º de la ESO y la eliminación de una segunda lengua extranjera en segundo de Bachillerato. Para ello se sirvieron de dos decretos sobre currículum: uno sobre la Enseñanza Básica (como si Primaria y Secundaria fueran una sola etapa) y otro sobre el Bachillerato. Evidentemente, todo ello era un incumplimiento de la LOMLOE, que es norma estatal de obligado seguimiento para todas las comunidades autónomas.

El Ministerio de Educación y Formación Profesional dispone de una Alta Inspección en cada comunidad y una de sus funciones es comprobar que las normas autonómicas se cumplan. Ignoro si la Alta Inspección en Cataluña efectuó el correspondiente aviso al Ministerio sobre los decretos catalanes. En todo caso, en Madrid hicieron la vista gorda, no sea que se molesten los amigos. Por cierto, a otras comunidades (adivinen por quien gobernadas) no les permitieron saltarse una coma de la LOMLOE y les obligaron a rectificar.

Tuvo que ser un sindicato, a su costa, quien efectuó el trabajo que debía hacer el Ministerio. Se trata del sindicato Profesores de Secundaria (ASPEPC-SPS) que, por cierto, arrolló en las últimas elecciones sindicales. ASPEPC se ha convertido en la conciencia crítica frente a las supuestas «innovaciones» del Departamento de Educación. Quizás por eso lo votaron miles de docentes.

El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, en dos sentencias (una para el decreto de la ESO y otra para el de Bachillerato) ha tumbado parcialmente los decretos curriculares. Ámbitos solo en los primeros cursos de la ESO, obligación de impartir las asignaturas optativas, dos modalidades de Matemáticas, Francés en todo el Bachillerato (y no solo en primer curso). Aunque los experimentos subsisten, se han podido reducir sus efectos nocivos y salvar a los escolares, al menos parcialmente, de convertirse en conejillos de Indias de los iluminados pedagogos a sueldo del Departamento de Educación.

La sentencia no es cosa menor y no es el caso comentarla en un artículo periodístico, pero restablece algo de sentido común en la enseñanza. Toda la argumentación de los recurrentes descansaba, además del incumplimiento de la ley estatal, en la defensa de la calidad de la educación. ¿Se imagina el lector que se agrupen los médicos por ámbitos? Por ejemplo, dentistas y otorrinos pueden formar un ámbito, ya que boca y oreja están tan cerca… Cuando vamos al médico queremos que nos visite un especialista, ¿o no? Los pedagogos del Departamento de Educación no sé si estarán de acuerdo con unir otorrinos y dentistas, pero sí lo están en unir un lingüista con un filósofo, o un matemático con un químico, o un profesor de educación física con un músico. Claro que siempre hay alguna conexión, dentistas y otorrinos son médicos. Pero la calidad de la medicina exige la especialidad. Y también la calidad de la educación.

Lo bueno es que estas ocurrencias se presentan como grandes innovaciones educativas, que mejoran la interdisciplinariedad y la transversalidad, palabras muy usadas por los pedagogos, por cierto. Y tienen sus corifeos que, además, acusan a quienes defienden la especialidad, el currículum por materias y la transmisión de conocimientos (que en eso ha consistido la educación desde siglos) de auténticos reaccionarios, unos trogloditas de la educación o dinosaurios en extinción (por utilizar los epítetos más suaves). Pero debatir en serio, confrontar experiencias, analizar evidencias empíricas (que las hay), de eso nada. Solo descalificar al contrario, no sea que nos desmonte el bien subvencionado tinglado. Lo malo es que mientras sigan subvencionados (y seguirán, no se vayan a enfadar los amigos), el sistema educativo catalán seguirá a la deriva y los lobbies maquinando para presentarnos pronto su próxima ocurrencia.

Felipe-José de Vicente Algueró, es vicepresidente de la Fundación Episteme, miembro de Consejo Escolar del Estado por el grupo de personalidades de reconocido prestigio (2012-2024)

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